El Anti-Leviatán

Uno de los tratados fundamentales de la Teoría Política es el Leviatán de Tomas Hobbes. En él se postulan los elementos fundamentales del Estado moderno. Para Hobbes, existe un estado natural de la sociedad humana, en el que el hombre es lobo para el hombre, es decir, el estado natural de la sociedad es la guerra. Para superar ese estado, el hombre ciertos  derechos a un ente encargado de proporcionarle seguridad a su vida y su propiedad, evitando la guerra: el Estado.

Para Hobbes el origen del Estado es el pacto que realizan todos los hombres quedando subordinados entre sí a un gobernante que es el que debe procurar el bien para todos. La idea central de la obra es la organización política que propone: un Estado que limite o prohíba al hombre atentar contra la vida de los otros, es decir, que supere el estado de la naturaleza garantizando la paz. A partir de esta idea se fue desarrollando el Estado moderno, que tiene su más alta fundamentación en la democracia liberal contemporánea.

En Colombia se me ocurre la  atrevida idea de que últimamente vivimos en un paradójico estado de Anti-Leviatán, es decir, se está procurando deliberadamente el debilitamiento del Estado, para crear un estado de anarquía que asesine el Estado de Derecho. Esta dramática situación se ven en dos aspectos fundamentales: las Farc y la justicia.

Lo de la Farc no tiene nombre, para Hobbes, el derecho natural le da al Estado la prerrogativa  a la represión de la rebelión. Las Farc son un grupúsculo narcoterrorista que atenta contra la vida de la inmensa mayoría de los ciudadanos colombianos. Sin embargo, contrario a las normas de la Ciencia Política y el Derecho, en Colombia se ha generado un estado de “justificación” del narcoterrorismo, que va desde la sentencia de la Corte Constitucional, que las justifica por ser “altruistas”, hasta la situación actual en que el gobierno Santos crea una Constituyente de facto, para recomponer el Estado según los caprichos de los narcoterroristas y llegándose al extremo macondiano de que el Fiscal, encargado de la persecución de los transgresores de la ley, es el abanderado de un movimiento anticonstitucional que pretende violar normas nacionales e internacionales para garantizar la impunidad de criminales de lesa humanidad.

Por otra parte el estado calamitoso de la justicia colombiana no resiste más. Los principios fundamentales de la separación de poderes se vulneran a diario, cuando se impone la teoría de un Expresidente de la Corte del “gobierno de los jueces”, inconcebible aún en un gobierno de jueces capaces y probos; pero catastrófico en uno de jueces que son socios de capos de la mafia italiana, que se venden al mejor postor y que crean carrouseles  para prevaricar y beneficiar a parientes y amigos.

La corrupción de la justicia no se queda allí, hay un estado de total desorden, en donde no se sabe cuál es el juez final de la causa, existe la tutelitis para imponer la sentencia que se quiera vía el chance de tener un juez que sentencia a favor de entre cientos que lo hacen, aún peor los tribunales, en todas sus instancias, están enquistados por las guerrillas, quienes en una guerra jurídica, están imponiendo la dictadura de los criminales, vía inhabilitando una porción significativa de nuestras Fuerzas Armadas con sentencias injustas, liberando terroristas  e imponiendo en sus cargos a funcionarios corruptos e ineficaces como el patético Petro.

De no dársele un “parado” a esta extravagante situación la democracia colombiana está a punto de fallecer, en manos del pueblo está en las próximas elecciones detener el establecimiento del castrochavismo en Colombia, mediante el engaño más vulgar, que disfraza las componendas con las Farc con la ilusión de la paz; eligiendo un gobierno que retome el rumbo de la Seguridad Democrática y exigiendo una Constituyente para la reforma de la Justicia, que comenzando por la revocatoria de los actuales magistrados imponga la justicia a la que los colombianos tenemos derecho.

Director editorial pensamientocolombia.org

@alopeznunez

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