El apagón de Santos

Por favor, en Palacio, mantener lejos las velas de las cortinas nuevas.

Que al Gobierno se le estaban yendo las luces lo sabíamos hace rato. Su sistema interconectado empezó a fallar antes que el sistema eléctrico. Más aún, parece que uno de los problemas que tiene al país al borde del apagón radica en que el Gobierno no opera como un sistema interconectado, sino uno desconectado, donde las turbinas paralizadas y los problemas de potencia son pan de cada día.

Y no fue solo en Guatapé donde se quemaron los cables. Al Gobierno se le vienen quemando uno tras otro desde que comenzó este difícil 2016. Van ejemplos: salario mínimo mal fijado por decreto, venta a la brava de Isagén, crisis humanitaria por muerte de niños wayús causadas por desnutrición, lenta reacción ante la crisis de la policía con ‘comunidad del anillo’ incluida, desmonte de actividad en Colombia de algunas multinacionales…

… Regaño de los miembros de la comisión tributaria por jugar con la presentación de la reforma, pronóstico a la baja de calificadoras internacionales de riesgo, salpicadas por cuenta de los billonarios sobrecostos de Reficar, comitiva histórica de dos aviones a Washington, almendras, zika, proselitismo armado en Conejo, escalada terrorista del Eln, censura periodística a cargo de las Farc en el Cauca, inminente desmonte de la fecha del 23 de marzo para firmar la paz, en fin…

La foto oficial del apagón, divulgada por la propia Presidencia, le confirmó al país que el Presidente ya estaba en la triste penumbra palaciega, aislado, encarnando la vulnerabilidad y la precariedad de un gobierno en el que los niveles de aceptación han descendido aún más que el nivel de los embalses.

Y se advierten galopando otros apagones. Se está apagando la economía, con inflación desbordada, dólar disparado, desempleo de regreso a dos dígitos y déficits en cifras históricas. Se está apagando el plebiscito. Se apagó la confianza de consumidores e inversionistas. Y está que totea la Unidad Nacional, aunque la fábrica de ‘mermelada’, esa sí, sigue funcionando a toda mecha, en doble turno y sin ahorro ninguno.

La muy tardía campaña emprendida por el Gobierno no parece estar logrando los niveles de ahorro necesarios. Otro gallo cantaría si hubieran hecho caso desde finales del año pasado a las voces expertas que advertían estos peligros a sabiendas de que este ‘Niño’ sería espantoso. Pero no. Prefirieron apostar. Jugar a que llovía. Dejar que el Ministro improvisara. Cruzar dedos para que no se presentaran contingencias técnicas. Mirar solo en dirección Cuba. Y aquí estamos pagando las consecuencias.

Dicen que para evitar el apagón se requiere una meta diaria de 5 por ciento de ahorro. Con los datos disponibles el domingo por la mañana a la hora de escribir esta columna queda claro que ningún día se ha logrado. Martes, 1,98 por ciento. Miércoles, 4,4. Jueves, 4,26. Viernes 3,91. Sábado, 3,4 por ciento. Con estos números, parece inminente el apagón, con todas sus letras y efectos terribles, así ahora traten de rebautizarlo llamándolo, ¡vaya ingenio!, “cortes programados”.

Aunque creo que es injusto que ahora el Gobierno pretenda trasladar las culpas de su escaso voltaje y su propio cortocircuito con la Creg a los usuarios, y aun convencido de que las sanciones anunciadas a las carreras son completamente ilegales, creo que todos, sin vacilación, debemos hacer un esfuerzo y ahorrar energía. Creo que todos debemos ser solidarios. Creo que todos debemos aportar nuestro granito de arena, en nuestro hogar, en nuestra empresa, en nuestro entorno laboral. Creo que todos juntos sí podemos hacer una diferencia… y esperar un milagro.

Posdata. Respetuosa sugerencia. Si en el Palacio presidencial van a empezar a usar velas, favor mantenerlas alejadas de las cortinas, pues están recién cambiaditas. Gracias.

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