El Complot contra Uribe (III)

LA ESTRUCTURA DE LA MENTIRA POLÍTICA ENFRENTADA A LA CERTEZA JURÍDICA – EL CASO DEL EXMAGISTRADO IVÁN VELÁSQUEZ Y EL ENTORNO MEDIÁTICO

“Le queda una alternativa al Gobierno y a los simpatizantes de la paz: mover la justicia en contra de Uribe para llevarlo a la cárcel si no acepta vincularse a la paz.

“Las FARC lo han dicho, a través de su vocero Iván Márquez: “Un individuo, como Uribe, identificado plenamente como uno de los máximos responsables de la violencia ejercida desde el poder contra los de abajo, no podría tener perdón”.

“Que la justicia funcione, ¡sí! Que haya condenas contra los responsables de cualquier delito, ¡también!… pero todo sobre la base de una argumentación jurídica sólida y unas pruebas que no dejen espacio a la duda. La cárcel como chantaje no debería ser tolerable ni para Uribe ni para nadie. Lo cierto es que algunos están trabajando para llevar al expresidente a ese dilema: paz o cárcel. ¿Será esa la jugada?

Uribe: ¿Paz o cárcel? SEMANA, OPINION ONLINE, José Manuel Acevedo, 2014/06/21

“El lenguaje político está diseñado para que las mentiras parezcan verdades, el asesinato una acción respetable y para dar al viento apariencia de solidez.»

Álvaro Gómez Hurtado

«Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas, sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas, emplear la lógica contra la lógica, repudiar la moralidad mientras se recurre a ella, creer que la democracia es imposible y que el Partido es el guardián de la democracia; olvidar cuanto fuera necesario olvidar y, no obstante, recurrir a ello, volverlo a traer a la memoria y luego olvidarlo de nuevo; y sobre todo aplicar el mismo proceso al procedimiento mismo. Esta es la más refinada sutileza del sistema: inducir conscientemente a la inconsciencia, y luego hacerse inconsciente para no reconocer que se había generado un acto de autosugestión. Incluso comprender que la palabra “doblepensar”, implica el uso del pensamiento con validez dual.»

George Orwell

Además de las citas anteriores otro referente obligado para entender la estructura de la mentira en este comentario, es el artículo de Juan Gossaín “El cartel de los falsos testigos: viaje a las entrañas del demonio” El Tiempo, Feb. 17/15, ya que la mentira, convertida en industria jurídica procesal, alimenta de manera descarada el cerebro de la opinión pública, porque el ‘pecado’ se expone en titulares de prensa, pero la ilustración precisa se elude, porque se mezcla con la desinformación. Con contadas excepciones la mentira se expone edulcorada en artículos de prensa. Pero la precisión de la mentira con hechos jurídicos concretos y ejemplos de la vida real, la analiza Luis Gustavo Moreno Rivera, abogado investigador, en su libro El falso testimonio, Ediciones Nueva Jurídica, 2014.

En ese contexto, hablando del complot contra Uribe dice Antonio Caballero en “Amigos y enemigos” Semana | 2015/02/14: “La verdad es que sí. Los persiguen políticamente: con medios políticos, para fines políticos, y por motivos políticos. Con discursos y artículos de prensa (se olvida de incluirse a sí mismo); para impedir que vuelvan al poder; y por miedo de que eso ocurra.” Pero más adelante planta Caballero sin sonrojarse, la piedra fundamental de su mentira, como ejemplo de la realidad descrita por Orwell: “Pero la persecución política no es un crimen, como pretenden ellos cuando corren a poner su queja de víctimas ante el Congreso norteamericano en Washington y ante la Comisión Europea en Bruselas. Es un acto político.” El régimen adereza y coordina la mentira de Caballero con la entrevista de Velásquez, publicada en El Espectador, antiguo colaborador del exmagistrado, como parte de la estrategia inocentona que se plasmaría en el antiguo adagio sobre la mentira como manipulación del sistema social para cubrir los delitos individuales: “Entre todos lo mataron y él solito se murió.”¡ Pa’ pendejos ese cuento orweliano!

La situación presentada, como parte del paisaje habitual de la opinión reinante en torno a los abusos del régimen, se da por la falta de divulgación de la poca investigación de la relación entre el derecho penal, utilizado en connivencia con los corruptos de un sistema judicial, como arma política para neutralizar a los opositores legítimos de decisiones del gobierno que pueden estar equivocadas. Esto ha llevado a los medios a crear la pereza analítica de la opinión que favorece el ocultamiento de la falta de justicia en casos específicos para darle basamento a la mentira política como marco natural de la desinformación sobre el proceso de paz, por ejemplo; o la supuesta impunidad de los paramilitares de la que habla el expresidente Gaviria en su última entrega.

Por ese motivo, los acontecimientos complejos de situaciones históricas que han desembocado en la persecución política actual, como un arma jurídica orweliana, contra el Centro Democrático, se quieren entender a través de los clichés o conceptos creados por grupos de interés, apoyados por la industria de testigos falsos. Esta ‘industria’ la denunció el mismo fiscal Montealegre.

Veamos un ejemplo de lo anterior llevado al terreno político. La ‘Parapolítica’ Wikipedia la define como: “ el nombre con el que se conoce al escándalo político desatado en Colombia a partir del 2006 por la revelación de los vínculos de políticos con paramilitares, con posterioridad al proceso de desmovilización que adelantaron varios de los grupos que conformaban las Autodefensas Unidas de Colombia.”

El escándalo se desató porque Salvatore Mancuso MINTIÓ, mezclando verdades a medias y exagerando ante la CSJ diciendo que el 35% del Congreso había sido elegido en zonas de influencia paramilitar, dando a entender que las AUC manejaban el Congreso. Sin pensarlo, la opinión se tragó la mentira. Eso quería decir que de los 268 senadores y representantes, 130 habrían sido puestos por el paramilitarismo. Y comenzó la cacería de brujas por parte de la CSJ. Resultados reales según la CSJ misma y la Fiscalía: 50 investigaciones preliminares, 5 condenados, 9 se acogieron a sentencia anticipada con la Fiscalía; 2 absueltos, 1 precluyó, 7 actos inhibitorios de la CSJ, 11 llamados a juicio.

Así, frente a las cifras reales, que la opinión pública desconoce, comienza la explotación política malintencionada. La verdad matemática de 14 condenados que representa el 5%, muy lejos de la mentira de Mancuso, se convirtió en una ‘verdad difusa’ llamada “parapolítica”, una generalización que hoy todavía se usa como falacia política y arma jurídica. Pero este escenario no incluye a los jefes paramilitares extraditados, a los sindicados y condenados en Colombia, a los que esperan alguna definición sobre sus crímenes, al número de víctimas que confrontaron a sus verdugos, a las verdades que se conocieron, las pocas reparaciones, etc. En contraste la ‘farcpolítica’ nada ha revelado, ni conseguido, está cancelada, pareciéndose más bien a una futura estrategia de impunidad garantizada, o generalizada, como la propone el expresidente Gaviria.

En ese contexto, El Espectador publicó el 02.13.15 una entrevista con Iván Velásquez que copia los ‘consejos’ altruistas de Daniel Coronell (leer las manipulaciones de Coronell en “El complot contra Uribe” II, en este blog) para la perseguida ex Directora del DAS. En formato de memorando, dice Velásquez: “De: Iván Velásquez para María del Pilar.” En el colmo de la estupidez estratégica y sicológica El Espectador despliega unas palabras secundarias del exmagistrado en la entrevista: “Yo aspiro a que María del Pilar Hurtado se libere de sus fantasmas y de sus titiriteros.” Me pregunto: ¿Qué pensará María del Pilar de su ‘sabio’ consejero cuando la considera una marioneta? ¿Será que el documento de acusación de la CSJ es un fantasma?

De entrada, el entrevistado descalifica al entrevistador Juan David Laverde Palma (Y de paso a Semana: Portada ¿Qué contará?) cuando éste pregunta: “¿Tras el regreso de MDPH conocerá el país la verdad de las chuzadas?” Velásquez lo deja mal parado cuando le responde: “un tema así planteado resultaría casi anecdótico…” Y empieza la patraña de acusaciones sin pruebas como el de la ‘Policía política’, por ejemplo.

En un hipotético escenario jurídico, para establecer la verdad, en un juicio justo, un investigador de la defensa preguntaría: ¿Fue el gobierno de Uribe un régimen dictatorial en el que se encarcelara a periodistas o caricaturistas por sus críticas o burlas como ocurre en Ecuador, Venezuela o Cuba? Continúa pidiendo Velásquez a la Fiscalía que investigue lo del DAS; por lo que el fiscal acusador preguntaría: ¿Pero no fue Velásquez el investigador estrella de la CSJ sobre el tema de la parapolítica? Otra pregunta en ese ‘juicio’ imaginario: ¿En dónde está el expediente de la Policía Política de Uribe que pudo haber recopilado Velásquez que con tanta propiedad habla del asunto?

De esa manera, lejos de la sindéresis de una apreciación justa, el régimen, o sistema de complicidades, funciona automáticamente para que el actual Presidente del Congreso tuviera pretensiones de que los congresistas del Centro Democrático no viajaran a EE UU para hablar con sus iguales; es decir, prohibió el libre desplazamiento a sus pares senadores. ¿Qué es eso en plata blanca? Dictadura. En contraste, lo que el régimen hace sobre chuzadas se disimula. ¿Acaso Andrómeda, que supuestamente espió a los delegados de la Habana, no se montó en el gobierno de Santos? ¿Y qué pasa con las interceptaciones ilegales que se hicieron desde la Fiscalía denunciadas por el ex Vice Fiscal Mendoza?

En sus 15 minutos Velásquez se autoelogia moralmente como ‘víctima’, le echa vainas a la Fiscalía, la matricula en el sainete, y empieza a pedir una verdad ‘sublime’: “¿Cómo corrompieron a personas que estimábamos; con quienes compartíamos?” Respuesta: A las personas sin carácter las transforman las situaciones. Ese es el ‘truco’ del mal. Las fuerzas situacionales y la dinámica de grupos pueden convertir a personas decentes en monstruos. Le recomiendo a Velásquez leer “EL efecto Lucifer – el porqué de la maldad” por Philip Zimbardo, Editorial Paidós, 2008. Si no le metemos psiquiatría al asunto vamos a ver maldiciones y policías políticas por todas partes. Estudiando en profundidad las debilidades de la psiquis humana es como nos exorcizaremos de las estructuras sociales de impunidad, corrupción y mentira; éstas pueden darle un respiro al malhechor, pero no lo salvarán de la verdad que, aunque con dificultad, siempre se conocerá.

Influido por su paranoia (Laverde dice que Velásquez es distante, reposado, desconfiado) sigue haciendo suposiciones jurídicamente perversas porque no expone pruebas. “¿Cómo estaba compuesta la estructura criminal desde la cúpula hasta los ejecutores materiales?” Sueña con convertir el poder legítimo del Estado colombiano en una estructura criminal para encarnar la teoría Roxin; pero como no le cuaja, entonces acusa: “todo se ha quedado en generalidades, casi que en lugares comunes.” Por lo que el ‘derrotado’ Velásquez se convierte en una anécdota. Pero no es así. Porque ese cuento, aunque no se lo hubiera propuesto Velásquez, es aprovechado por el contexto mentiroso creado por las Farc y el ELN que de alguna manera buscan protegerse de las consecuencias de su derrota militar. Veamos.

Heinz Dieterich (el principal mentor intelectual de Chávez) dijo en los meses previos al referendo revocatorio venezolano de 2004. “El referendo es una batalla decisiva entre el eje oligárquico-imperial y el eje presidencial-patriótico. Perder esta batalla significa perder la guerra. Perderlo todo. Crearía una situación extremadamente peligrosa y dejaría… a las Farc y al Eln en Colombia y a los demás movimientos sociales progresistas de toda la Patria Grande (una mentira geopolítica) sin horizonte estratégico concreto.” Así, vamos entendiendo cómo se ‘maneja’ el régimen, a través de la mentira, que es lo que saben operar las Farc y el ELN, como muchos otros; mentira que en este momento hace parte funcional del 'horizonte estratégico concreto.'

Secundando ese contexto, en Investigación a Velásquez, ¿retaliación del Procurador? Anncol dice: “El propio Velásquez ha reconocido haber escaneado el expediente 26.625, al afirmar que efectivamente digitalizó tres cuadernos anexos de ese radicado, relacionados con el computador de 'Jorge 40', y los procesos de César Pérez García, William Montes y otros, los cuales tomó a la vista de sus demás compañeros de la comisión. Lo hizo, según él, para conservar la memoria histórica de los procesos.”

“En efecto, la Procuraduría considera que ese hecho, ocurrido mientras Velásquez se desempeñaba en el grupo coordinador de la parapolítica, es grave a título de dolo. “La calificación de la responsabilidad se hace provisionalmente a título de dolo, pues del acervo probatorio no queda duda que el doctor Iván Velásquez Gómez actuó consciente del hecho irregular”, dice la Procuraduría.”

Además, en “Historias salvajes,” María Isabel Rueda, El Tiempo, Feb. 15.15, leemos: “Descaradamente, se sucedían los atropellos políticamente inspirados del magistrado auxiliar Iván Velásquez, ‘el héroe de la parapolítica’, quien, además de emborrachar a sus testigos para cuadrar sus testimonios y meter anónimos en los expedientes, se llevaba estos para su casa dizque para trabajar más, aunque casualmente aparecían todos publicados en El Espectador.”

Tenemos entonces que el dolo del investigador estrella de la parapolítica como ‘Prueba Reina’ no significa nada y se le premiz con el cargo de Jefe de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala. Por el mal uso de información privilegiada Martha Stewart paga cárcel en EE. UU.

La defensa de Velásquez ha sido que se quiso desprestigiar a la CSJ como una cortina de humo para proteger a los congresistas acusados de parapolítica que hacían parte de la coalición de gobierno. Falso. La CSJ no se desprestigia por el deseo de sus contradictores, sino por sus acciones dentro de los diferentes juicios que ha abierto contra ellos; por sus pronunciamientos, la confrontación con la opinión pública y la de los expertos. Además, no había ‘congresistas uribistas’ a comienzos del 2002 para que hubieran actuado de común acuerdo con Uribe para darle cabida a los paramilitares. En ese sentido los investigadores de la parapolítica LE HUYEN COMO LO HACE EL DIABLO CON EL AGUA BENDITA cuando se les muestra el siguiente pasaje revelador de Carlos Castaño en Mi Confesión, pág. 177, Editorial Oveja Negra, diciembre de 2001, antes de que Uribe fuera presidente, cuando los ‘paracos’ tenían acogida social y no existía el concepto de parapolítica:

“Hablando de candidatos, lo que acabo de decir me sirve para esbozar un buen ejemplo en el caso del candidato a la presidencia Álvaro Uribe Vélez, a quien no conozco personalmente. La base social de la Autodefensa lo considera su candidato presidencial PERO AHÍ MI GENTE SE EQUIVOCA; Álvaro Uribe le conviene al país, pero no a las AUC. Es el presidente que menos nos podrá ofrecer, seguro dará resultados militares en contra nuestra y poco reconocimiento a nuestra lucha antisubversiva.” La ‘predicción’ de Castaño resultó cierta. Pero ese texto está prescrito en el sistema judicial que investiga la parapolítica; no conviene que se conozca, pues si Castaño reconocía que Uribe sería su peor pesadilla, ¿quién y por qué se inventó lo de la parapolítica queriendo asociar a Uribe como su promotor? Esa es la pregunta que Velásquez no podrá responder porque revela la piedra fundacional de la estructura de la mentira.

En el posterior tren del triunfo de Uribe ¿Qué culpa tendría el maquinista, si a trompicones y a la carrera, se montaron polizontes, atracadores y pasajeros decentes como en las viejas películas del oeste?

Finalmente viene la prueba de la verdad para Iván Velásquez. La sencilla pregunta que haría un juez de conocimiento, pero que hace el entrevistador: “¿Cree usted que el expresidente Uribe ordenó expiarlo?” La pregunta cerrada exige sí o no, además de la contundencia probatoria en la que la realidad concuerde con los hechos jurídicamente demostrados. Como eso no existe, comienza entonces la distracción racional, la contorsión para demostrar que lo blanco es negro, la evasión paranoica, la MENTIRA: recomienda reconstruir contextos y recordar; el deber de reflexionar; el ‘significado’ de que se mencionen personas, etc. Pero de la certeza que pide el entrevistador, la verdad que el país busca: cero huevitos, cero pollitos.

Así se construye una mentira política. Y la mentira se gana el ‘Óscar’ de la academia existencial cuando se posiciona en la categoría del mejor debate por radio o TV. ¿Por qué ocurre eso? Porque una opinión periodística, por muy respetable que sea, no es una prueba, y menos lo es un rumor. El periodismo revela sucesos, mientras que la verdad jurídica revela lo oculto para confirmar o negar la veracidad de los sucesos en relación con lo imputado. Un juez expresa una convicción basada en la verdad jurídica (era lo que esperábamos del juicio estructurado del exmagistrado Iván Velásquez). En el caso que nos ocupa, es verosímil que un presidente pueda hipotéticamente utilizar su poder para mandar a espiar con intención de dolo, pero no siempre lo verosímil es verdad, cierto. La ‘parapolítica’ ha tratado de construir una verosimilitud que no es cierta de la relación entre Uribe y el paramilitarismo. Eso lo dijo Carlos Castaño, como testigo de que no era así.

La cita inicial de Acevedo describe el escenario nacional actual; el ‘recorderis’ de Orwell nos presenta el mecanismo sicológico con el que se manipula a la opinión pública, típico de los regímenes totalitarios; y el artículo de Gossaín junto con el libro de Luis Gustavo Moreno Rivera nos describe los recovecos y trampas del cartel de los testigos falsos para neutralizar a los opositores políticos. Pero la verdad como el aceite, siempre flota por encima del fango. Por eso Velásquez no pudo emitir un juicio de certeza jurídica ante la pregunta final de Juan David Laverde Palma.

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