¿El dragón herido?

China puede sufrir una desaceleración rápida, con efectos sobre nuestros precios de exportación.

El alto crecimiento de nuestra economía durante la última década debe mucho a la China. Esta ha sido el motor de la economía mundial y ha jalado de manera especial a Suramérica, a través del dinamismo de su gran demanda de materias primas (petróleo, minerales y alimentos). Gracias a ella los precios de estos productos crecieron mucho entre el 2002 y el 2011 y se han mantenido altos desde entonces. Además, nuestras exportaciones a China han crecido más rápidamente que a ningún otro país, de modo que es hoy el primer o segundo socio comercial de todos los países latinoamericanos. Desde el 2011, sin embargo, la economía china se ha desacelerado desde tasas de crecimiento de más de 10 por ciento al 7 por ciento. Y hoy está lidiando con serios problemas que, si no resuelve bien, podrían hacer que se desacelere mucho más, lo que tendría graves consecuencias para todos nosotros.

Hasta el 2008 el alto crecimiento chino fue jalado por un aumento exponencial de sus exportaciones a EE. UU., Europa y Japón (de más del 20 por ciento anual). La crisis global del 2009 y la posterior recesión del primer mundo hicieron imposible que las exportaciones chinas siguieran creciendo tan rápido. Las autoridades chinas decidieron ‘rebalancear’ su modelo económico, dinamizando la demanda doméstica. Lo han logrado apenas en parte: su economía no solo se desaceleró, sino que todo el aumento de la demanda interna tuvo lugar en inversiones cada vez menos productivas, financiadas con un peligroso boom de crédito.

La tasa de inversión subió desde el 35 por ciento histórico a 42 por ciento en el 2008 y cerca del 50 por ciento del PIB hoy. Una tasa tan alta de inversión solo se había visto en la Unión Soviética estalinista. Es imposible invertir tanto y mantener la calidad de la inversión. Por eso, como sucedió en la URSS de esa época, comienzan a verse hoy ‘elefantes blancos’ que no contribuyen al crecimiento, como autopistas virtualmente desocupadas y puentes que no van a ningún lado. La inversión improductiva excesiva contribuyó al colapso soviético y lo mismo puede suceder en China. Con el agravante de que en esta última se financió casi toda con crédito a tasas subsidiadas.

El crédito ha crecido de 120 a 170 por ciento del PIB en apenas 6 años y los economistas sabemos que esos booms casi siempre terminan en una crisis financiera, una sequía de crédito y una recesión prolongada. Los optimistas dicen que las autoridades chinas pueden evitar una crisis, pues los 4 bancos más grandes son públicos y el Gobierno puede fácilmente capitalizarlos, pues tiene una deuda pública baja. Pero los bancos ya han frenado sus préstamos y ha surgido un mercado extrabancario enorme y poco regulado que ya representa un 30 por ciento del PIB. Las autoridades están comenzando a regularlo y a hacer regresar el crédito a los bancos, liberalizando gradualmente las tasas de interés. No se sabe cómo terminará todo esto, pues algunos de sus clientes (provincias, municipalidades y empresas estatales que han hecho inversiones crecientemente improductivas) ya no pueden pagar y los bancos tendrán que refinanciarlos con costos de depósitos más altos.

Es posible que China evite una crisis financiera. Pero, aun así, ¿evitará una crisis de crecimiento? La respuesta hace 6 años parecía clara, pero hoy no lo es tanto. Nuestros países tienen que prepararse para una eventual destorcida china, que nos llegaría como un tsunami: caerían bruscamente los precios de los productos básicos y la inversión en esos sectores, así como los ingresos fiscales derivados del petróleo y el carbón, entraríamos en recesión y se devaluaría bruscamente el peso. Ante esa posibilidad, el próximo gobierno y el Banco de la República tienen que ser muy precavidos: deberían aumentar ingresos fiscales, restringir gastos, acumular más reservas internacionales y no dejar apreciar el peso.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar