El elector racional contra las falacias políticas

El fracaso de la civilización moderna se debe, en parte, a una lógica defectuosa. M.K. Brady

Estimado lector: El pensamiento incorrecto cuesta dinero, puede quitarle la vida o acabar con un país. Cuando, por experiencia, alguien le da un consejo, escúchelo. El mío es este: si quiere ser feliz, asuma sus errores y no le eche la culpa a los otros porque los resultados de un pensamiento incorrecto no solo influyen en las atrocidades, los desastres y los asuntos de estado, sino en las decisiones cotidianas de la vida.

EJEMPLO PARA LAS PERSONAS. ¿Por qué la gente se baja del bus y se sube a la moto? Es el titular de un informe de la sección Economía de El Tiempo (Abril 4,18). Un análisis juicioso llega a la conclusión de que se ahorra tiempo y dinero al usar una moto. Pero cuando se llega a la accidentalidad, ‘ahí es cuando la puerca tuerce el rabo’ diría mi abuela. “Según Fasecolda… Si el rango de edad de los usuarios de motos, en un 56 por ciento es entre 18 y 35 años y la mortalidad es de 47,4 por cada 100.000 habitantes, de acuerdo con el Comité de Ensambladoras de Motocicletas de la Cámara de la Industria Automotriz, Andi, implica que se pierden 35 años de vida (partiendo de que las víctimas mortales están en el techo del rango), y que la expectativa actual de años de vida es de 70.” Es decir, por ahorrar tiempo y dinero se pierde el bien más preciado: la vida.

EJEMPLO PARA EL PAÍS. Las Farc pensaron que después de haberse tomado a Mitú, podrían escalar a una guerra de posiciones para tomarse el país, pero no ocurrió así; Tirofijo pensó que la guerra de guerrillas que tuvo éxito en Vietnam, podría utilizarse en Colombia y se entrenaron con los pisa suaves, pero no contaban con que pudieran ser derrotados con una estrategia diferente: selectivamente rodeados, sometidos al hambre y bombardeados. Con el triunfo de Chávez creyeron que la toma del poder por la vía electoral podría replicarse en Colombia. Detrás de todas estas ‘decisiones’ existe la arrogante convicción demencial de que el comunismo debe subyugar al mundo a pesar de las evidencias de su fracaso y en esas están; el marxismo cultural ha creado la ilusión de que ser de izquierda es mejor que ser de derechas; por lo que los 5,7 millones de víctimas de desplazamiento forzado, 220.000 muertos, más de 25.000 desaparecidos y casi 30.000 secuestrados solo sirven para echarse culpas entre los mismos que lo causaron, pagar discursos sobre la reconciliación y el perdón, pero no para entender las causas de errores de pensamiento que llevaron a esas decisiones mortales.

PREGUNTA PARA EL POSTCONFLICTO. Si las Farc impusieron la JEP porque no les gustaba la estructura judicial que los juzgaría, ¿puede confiar el país en una organización que empieza a ser cuestionada por su falta de trasparencia?

Teniendo en cuenta lo anterior, engañar puede ser una táctica válida de guerra, pero una guerra se pierde por errores de pensamiento. ¿Es entonces válido engañar en la política que ahora es una guerra? Supuestamente no lo es porque los electores son nuestros amigos. ¿Pero qué pasa cuando los amigos no lo son por convicción, sino por conveniencia? Cuando usted tiene esa duda, tiene que convencerse que necesita cambiar de actitud y votar, no por un partido, sino por aquel que usted sabe que no lo engaña porque sabe distinguir la verdad de una mentira. ¿Por qué debe hacerlo y cómo se hace?

EL PORQUÉ. Usted es una persona racional a la hora de escoger un trabajo, hacer el mercado, plantear un negocio, querer tener una vida agradable. ¿Por qué tiene que ser diferente en política? Usted es racional porque sería costoso estar equivocado ya que tendría mucho que perder. ¿Pero qué pasa cuando es poco costoso aferrarnos a una creencia política que nos gusta a pesar de ser incorrecta? Las creencias políticas incorrectas se sostienen hasta cuando llega el punto de quiebre: el hambre, el desplazamiento, afrontar una dictadura. Cuando usted ve esos resultados es doloroso enfrentar lo que usted creía que era incuestionable, pero que estaba basado en UN APEGO POLÍTICO EMOCIONAL; por eso mucha gente prefiere no pensar; pero la realidad siempre nos alcanza. Es muy rico comer chocolatinas, pero la diabetes nos acecha.

Por ese motivo, en un escenario de elecciones, usted como ELECTOR RACIONAL debe confiar en su capacidad de establecer relaciones entre ideas o conceptos para formar juicios y discernir sobre el qué, quién, cuál, cómo, para qué y por qué, dónde y cuándo se maneja la información política. Además, no descartar que se puede tener información correcta, pero mal procesada, bien sea intencionalmente o por ignorancia, como es el caso de las falacias. Eso explica que cuando no hay argumentos, por no saber utilizar la inteligencia para pensar, viene la burla, el insulto, la amenaza, la mentira, la ofensa, la infamia, el montaje mediante la tecnología, etc. ¿Pero qué es una falacia?

Es un argumento que aparenta ser válido, pero si usted lo examina no lo es. Las falacias se pueden cometer intencionalmente para persuadir o manipular a los demás; otras falacias se cometen sin intención debido a descuidos o ignorancia. Pueden ser muy sutiles y persuasivas, por lo que debe poner mucha atención para detectarlas. Veamos algunas a las que les he dado nombres informales para su mejor asimilación y divertirnos un poco. Las falacias abundan en la vida diaria; y de pronto usted se sorprende por qué lo han estafado y no sabe cómo.

Ahora bien, las fuentes del error pueden atribuirse a la persona que piensa: falta de preparación o adiestramiento intelectual; carácter emotivo de naturaleza impulsiva; actitudes de credulidad, impaciencia, falta de espíritu de alerta (los que no creen que el castro chavismo es posible en Colombia a pesar de las evidencias); pereza, etc. El error puede deberse también a las condiciones, las metodologías que se usan, a la interacción de las personas entre sí y con los escenarios culturales. Veamos.

Errores de actitud son: los prejuicios, la credulidad primitiva, reverencia indebida hacia lo novedoso, desinterés por las relaciones de causa – efecto; errores metodológicos, de interpretación, de identificación o definición del problema; errores lógicos. Los tipos de falacias son numerosos, convivimos con ellos y son la causa de muchos desacuerdos. De los miles de ellas, veamos las más frecuentes que podemos identificar en nuestro escenario político actual.

1. La falacia de la polarización. Esta condición es un efecto, no una causa.
Si consideramos que un país es una red de buenas y malas reciprocidades ¿por qué nos sorprendemos entonces de que los responsables de la burla, el insulto, la amenaza, la mentira, la ofensa, la infamia, el montaje mediante la tecnología, los falsos testimonios, etc., reciban exactamente las mismas ofensas ? Es una ley de causa y efecto que queremos ignorar, esperando una conducta altruista que no merecemos del otro al que hemos ofendido. A eso lo llamamos hipócrita y estúpidamente polarización cuando simplemente es matoneo social de perros y gatos. Y más ilusos somos si creemos que la estrategia infame afectará solamente al ‘target’ político. No. Nos afecta a todos. ¿Es eso lo que llaman paz? No; es la infamia del pos conflicto, la guerra perpetua de la estupidez. Por lo que la solución viene de la racionalidad, los principios y valores; y de reconocer que sin urbanidad y civilidad es imposible la convivencia, fundamento de la democracia.
2. La falacia de la negociación de paz. Racionalmente hablando la negociación es desde luego un mejor camino para solucionar un conflicto. ¿Pero qué sucede cuando el resultado de esa negociación es injusto con las víctimas del conflicto y una sociedad, además de no cumplir lo acordado? Se impone entonces la acción directa, no violenta, que crea la crisis, la tensión, para llamar la atención sobre lo que se le ha negado a la comunidad. Esa es la resistencia no violenta para que esa negación ya no pueda ser desconocida bajo ningún concepto.
3. Error de actitud: deshonestidad intelectual. En nuestro escenario político Petro, por ejemplo, pretende ser el juez de un sistema; propone un cambio que ya conocemos: el castro chavismo; acusa, vocifera, pero no prueba nada. Analice usted su texto “Las diferencias programáticas con Vargas y Fajardo en política de seguridad ciudadana” y busque razones, pruebas, de lo que dice. No las hay. Presenta una gráfica cuya fuente es ‘Bogotá cómo vamos’ que en realidad pertenece al ‘Corte inglés.’ El texto dice así: “Las cifras de la encuesta son coherentes con los resultados que la empresa “El Corte Inglés” contratista del gobierno nacional y que recopila los datos de reportes de hurto entregados por clientes a las empresas de celular y que es una base de datos más confiable que las denuncias.” Es decir, Petro presenta unas cifras que son del Corte Inglés, pero no explica por qué la diferencia comparativa de la gráfica. Dice autoritariamente que se debe a ‘Bogotá humana’ sin ninguna prueba. Tampoco presenta pruebas argumentativas contra las propuestas de Vargas y Fajardo.
4. La falacia del falso dilema. El mismo pueblo que aclamó al inocente Jesús el domingo de ramos, lo sacrificó por la estupidez de escogerlo en un falso dilema con Barrabás, un conocido criminal convicto. El pueblo dirigido por los agitadores del sanedrín de turno tomó una decisión equivocada. Si Pilatos sabía que Jesús era inocente, como conclusión propia, advertido además por Dios en un sueño a través de su mujer, ¿por qué no lo liberó? Porque la condena de Jesús por parte del pueblo lo libraría de la responsabilidad política de condenarlo para mantenerse en buenos términos con la clase sacerdotal que necesitaba para que le ayudara a gobernar un pueblo revoltoso.
5. El antiguo falso dilema que Héctor Abad Faciolince revive. En su columna “Un país ingrato” el admirador de Santos plantea: “Si un Poncio Pilatos local pudiera preguntarle a la turbamulta a quién hay que crucificar, si a Barrabás Popeye o a Juan Manuel Santos, sin duda la plebe uribista escogería a Santos. ¡Crucifíquenlo, crucifíquenlo! En este año electoral, con el sol no a la espalda sino poniéndose en el horizonte, ya ni los viejos aliados políticos del Gobierno lo defienden.” ¿Por qué esta comparación es falsa? Como primera medida Jesús era inocente, Santos no. A Santos se le reconocen sus logros; otra cosa es que la gente no lo quiera. Él lo sabe porque se lo dijeron en un estudio de imagen antes de ser candidato. ¿Por qué sus aliados lo dejaron? Porque lo conocen. El problema es su persona: no tiene conexión con la gente, Uribe Sí.
6. Recursos retóricos para confundir o confusionismo que son la base del antiuribismo. Es histórico que Uribe hizo a Colombia un país viable cuando había sido descartado por la comunidad internacional. ¿O acaso el propio alcalde de Nueva York, Edward Koch, no llegó a proponer que la solución al problema de las drogas se reducía a bombardear a Medellín? (Fuente: HECHO EN MEDELLÍN – Revista Semana) Sin embargo, la propaganda izquierdista y el régimen de Santos quieren hundir la verdad de las realizaciones de Uribe con múltiples ataques a su persona y la gente que lo rodea. ¿Cómo intentan hacerlo? Mediante falacias.
7. La falacia del coco antiuribista o ‘argumentum ad hominem’. Los enemigos de Uribe no saben ni pueden descalificar sus logros, sino la persona que, como todo ser humano, tiene defectos. Pero si Uribe usa la autoridad en sus debidas proporciones, su gobierno no fue autoritario. ¿Acaso ha amenazado a algún caricaturista con cortarle las manos como le ocurrió a Chapete en el régimen de Rojas Pinilla? (Fuente: Chapete, el caricaturista que enfrentó el régimen de Gustavo Rojas…) Los caricaturistas que le han dado palo, siguen en su oficio. Sócrates expresa muy bien la esencia de esta falacia: “¿Qué es eso, Polo, ¿te ríes? ¿Es ese otro nuevo procedimiento de refutación? ¿Reírse cuando el interlocutor dice algo, sin argumentar contra ello?”
8. La falacia del sabor de la salsa. La salsa de Petro tiene un sabor diferente a la de Fajardo, de la Calle, Piedad Córdoba, o las Farc; pero esa carne que usted se va a comer, el socialismo del siglo 21, es dura como el hueso y no hay salsa que disimule el sabor fundamental de carne del costillar de Santos y Timochenko.
9. La falacia de la polarización o división. La división es buena si los que se dividen son los partidos y cada quien hace su rancho aparte para dar sus avales, o se va por firmas. Pero si los caciques de los ranchos (dueños de medios, empresarios, izquierdista) se enfrentan, entonces es malo, porque se trata del juego yo gano, tú pierdes. Y ahí se le echa la culpa de esa ‘división’ a Uribe.
10. La falacia del degustador de vinos. Las encuestas son instrumentos serios de medición, pero frente a los diferentes objetivos políticos de los caciques, el comentarista no profesional de una encuesta interpreta las premisas y los datos para ajustarlos al ‘gusto’ que se desea: vender una revista, un candidato, asustar. Esa vaina se parece a cuando a usted le empiezan a hablar de ‘calidades del vino’ que le venden a cifras astronómicas cuando los sabores elementales que se pueden percibir en el vino son: ácido, salado, dulce y amargo. Es el viejo truco publicitario de no vender productos, sino venderle a los deseos de las personas.
11. La falacia de las falsas nalgas. Uno tiene que admirar un trasero femenino como si fuera natural porque no es correcto decir que tiene implantes. De la misma forma, el personaje X quiere que se le vea como político impoluto porque la Fiscalía no ha podido probar que es corrupto, manipulador de elecciones, etc. Pero la gente no es tonta y no se deja engañar. Tampoco lo es el Papa Francisco quien dice: “El corrupto finge ser una persona honrada, pero al final su corazón está podrido.”
12. La falacia ambientalista. Es malo si el derrame de un pozo por causas naturales le ocurre a Ecopetrol y su presidente tiene que dar explicaciones; pero si el derrame lo causa el ELN, es parte del conflicto y nadie le pide cuentas al gobierno por la falta de seguridad.
13. La falacia de las verdades a medias. Dice Petro que es algo salvaje que en Colombia haya tanta inequidad; lo que no dice es que cada nueva empresa de esos odiados ricos y otros emprendedores contribuye más que cualquier programa suyo a generar empleo productivo, y no burocracia, y por lo tanto a disminuir la pobreza. Por otra parte, quien fuera su amigo, Santos, quiere acaparar todo el mérito.
14. La explotación del falso dilema de izquierda -derecha. Si no estás con la izquierda eres un repugnante ser de derechas. A muchos no les cabe en el caletre que Robledo y Uribe pueden ser buenos líderes, sin que el uno excluya al otro; por eso Duque está haciendo una campaña incluyente. Ahora bien los que claman por el centro (Fajardo, De la Calle) ¿Qué es lo que quieren? Obviamente no arriesgarse con Petro para un socialismo demencial; y por parte del Centro Democrático temen que haya un estado austero y se acabe la mermelada mediática y la burocracia improductiva.
15. La falacia del culpable por proximidad o la presunción sin fundamento. Según ella Duque no puede hacer nada bueno porque es cercano a Uribe dicen sus enemigos. No se dan cuenta que el ‘dime con quien anda y te diré quién eres’ no es una realidad absoluta, sino estadística. Ejemplo histórico: Judas anduvo con Jesús tres años y Judas no se convirtió en salvador, ni Jesús en traidor. De la misma forma Uribe y Duque pueden ser asociados políticos y conservar cada uno su propia identidad moral, ética, personal y profesional. Una verdad de Perogrullo. Ahora bien, si objetivamente Duque produce buenos resultados para el país ¿cuál es el problema? Yo puedo esgrimir esta hipótesis, al igual que los izquierdistas la contraria. Puedo decir que porque los terroristas son izquierdistas, todos los izquierdistas son terroristas. ¿En dónde está la objetividad materialista de no pronunciarse hasta ver el resultado? ¿En dónde está la razón? Ausente.
16. La falacia del montaje electrónico de frases y palabras. Usted puede aparecer diciendo algo que nunca dijo. Y los manipuladores creen que como usted no tiene la explicación técnica del truco, debe creerlo. Pero ese es un infame montaje para tontos, no para personas que conocen a Duque y Uribe. Lea: 'Matador' se disculpa con Uribe por compartir falso video de Duque… ¿Y cuál es el origen de la falacia anterior? La que sigue:
17. La falacia del hombre de paja o del espantapájaros. Wiki pedía dice: “es una falacia que consiste en caricaturizar los argumentos o la posición del oponente, tergiversando, exagerando o cambiando el significado de sus palabras para facilitar un ataque lingüístico o dialéctico.? El nombre viene de los hombres de paja que se usan para entrenar en el combate y que son fáciles de abatir. Del mismo modo, el argumentador no combate los argumentos contrarios, sino una imitación falsa y vulnerable de los mismos (el «hombre de paja») a fin de dar la ilusión de vencerlos con facilidad.” De eso viven Matador y sus amigos; pero también tiene consecuencias que no comparto.
18. Los falaces argumentos de envidia, miedo y odio apelan a las emociones para que tesis falsas sean consideradas verdaderas. Ejemplo: Uribe es paramilitar, a pesar del desmentido de Carlos Castaño. (Lea el capítulo ‘Días de conspiración’ de su libro ‘Mi Confesión’) Si Duque es joven no puede ser presidente. Los uribistas son seguidores sin criterio, pero están cambiando la realidad del país. El aguacate es mejor que el petróleo porque Colombia tiene vocación agrícola, dice Petro, a pesar de que el 74% de la población es urbano.
19. La falacia del optimismo irracional. La representa Petro. Creer que él interpreta el cambio que el país necesita, se llama mitomanía. Y los que siguen ese desorden mental piensan con el deseo que puede no ser el mismo de Petro.
20. La falacia de la vergüenza. Se busca intimidar apelando a un montaje que cause vergüenza o desprestigio, como el video por el que Matador pidió excusas. El fallido montaje del hacker por parte de Santos.
21. La falacia del populismo. Como supuestamente el pueblo nunca se equivoca, los populistas hablan de lo que las encuestas consideran la prioridad de las preocupaciones del elector que en todas partes son siempre las mismas; la necesidades básicas de la pirámide de Maslow. En ella la autorrealización es la mayor aspiración del ser humano, pero tiene un muy bajo porcentaje de seguidores; por lo tanto nunca será incluida en un programa político. En cambio se hablará de la descontaminación del aire, el agua, la alimentación, vivienda, salud, sexualidad, educación, etc. Pero el problema no es afrontar esas realidades, sino los fundamentos con los que se pretenden resolver los problemas.
22. La falacia de la falta de experiencia. Vargas Lleras y sus cajas de resonancia creen tener un ‘gran’ argumento cuando nos quieren vender la carreta de la ‘falta de experiencia’ de Iván Duque. Si repasaran la historia política universal y la nacional encontrarían lo siguiente: Eisenhower tenía 0 experiencia política cuando llegó a la presidencia e hizo un buen gobierno, al igual que Zachary Taylor y Ulisses Grant. De la misma forma Chávez tenía 0 experiencia política y se tiró un país. En esa misma línea de argumento Petro tenía mucha experiencia política y quebró a Bogotá. ¿Qué determinó el triunfo de los presidentes norteamericanos y el fracaso del venezolano y el ‘costeño’ Petro? ¿La falta de, la mucha experiencia, o qué? Ernesto Samper tenía mucha experiencia política y fue una vergüenza para Colombia. El pontífice Gaviria llegó a la presidencia por una nominación emocional y circunstancial: el asesinato de Galán. Santos, con una deplorable personalidad llegó a la presidencia gracias al ‘coach.’
La realidad es: no es la experiencia la que cuenta únicamente, sino la capacidad que tiene un líder de desarrollar una sinergia con un país. Uribe desarrolló esa sinergia con el sector empresarial, el militar y la gente y por eso tiene 61% de acogida. Duque, quizá no tenga la experiencia de Vargas; pero lo supera en inteligencia emocional lo que le da capacidad de llegarle a la gente que es la que, al fin y al cabo, construye país. Más bien la pregunta que debería hacerse Vargas y los que repiten su argumento es: ¿Por qué un joven con poca experiencia política está liderando un proceso político? Y también: ¿Por qué unos estudiantes norteamericanos de secundaria, sin experiencia política, han sido capaces de cuestionar el sistema en relación con la defensa de la vida y la tenencia de armas, argumento en el que han fallado otros con mayor experiencia?

El 3 de febrero de 1994, alguien sin mayor experiencia política, enfrentó a la clase dirigente norteamericana tolerante con el aborto. Santa Teresa de Calcuta presentó sólidos e irrefutables argumentos contra ese crimen. Muchos lloraron. ¿Por qué? Porque la autenticidad de una persona, de alguna manera, tiene contacto con algo superior que algunos llaman Dios quien es el único que tiene el poder de cambiar los corazones. Por eso algunos políticos sin experiencia triunfan.

John MacCain con 26 años de experiencia no pudo derrotar a Obama con solo 10; Ronald Reagan, actor de profesión, con menos experiencia que Obama le puso un tatequieto al comunismo en cooperación con Juan Pablo II que supuestamente no sabía nada de política… ¿Por qué, entonces personas sin ninguna experiencia política, triunfan mientras otros fracasan?

Por parte de los antiuribistas, es muy fácil endilgarle al miedo como la razón para votar por Duque. Nosotros hemos evaluado esa posibilidad, al estudiar la historia de Venezuela y ver cómo un desconocido llegó al poder; por eso el castro chavismo es una posibilidad racional: sus amigos ya están en el congreso, con la cara de ‘yo no fui’ que esgrimía Chávez al comienzo y tienen un candidato presidencial: Petro.

Sin embargo, los izquierdistas o progresistas criollos hablan contra la posibilidad del castro chavismo, no porque sean racionales, sino porque tienen miedo de estar equivocados al negarla, ya que les gusta vivir bien y perderían mucho de esa buena vida, como pasó en Venezuela. Entonces ser de derecha o izquierda es una tontería; lo que cuenta es saber cuánto y qué se pierde, que verdaderamente nos duela, si nos equivocamos en una elección o decisión. Eso es lo que debe quedar bien claro; porque la vida, la enfermedad, el dolor, el hambre, no son de derecha o izquierda; pertenecen a la realidad que nos hace pensar.

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