¿El ELN tiene “pueblo”?

He visto varias veces las intervenciones de los jefes guerrilleros en el V Congreso de este grupo subversivo y sus palabras reflejan un estancamiento ideológico.

“El futuro de Colombia es el reto que tenemos todos los colombianos. Tenemos que unirnos, tenemos que buscar un camino propio para construir un país diferente”, dice Eliécer Erlinto Chamorro Acosta, conocido en las filas de la guerrilla del ELN como ‘Antonio García’, en el video a través del cual este grupo subversivo difundió la declaración política del V Congreso, realizado en alguna región selvática fronteriza del oriente del país.

La imagen muestra al jefe guerrillero, miembro del Comité Central del ELN, en una mesa en la que reposa un fusil con mira telescópica, que dudo que lo use porque, como todo “comandante”, dirige desde lo más alto del campo de batalla, presto a huir cuando el combate es adverso. Así, con arma a la vista, alias ‘Antonio García’ llama a la “unidad nacional” a “todos los colombianos”.

A esa invocación también se unió Israel Ramírez Pineda, alias ‘Pablo Beltrán’: “hacemos un llamado al pueblo colombiano para reunirnos alrededor de unas ideas básicas, de nueva nación, de nuevo país”. Lo dice vestido de uniforme militar, desarmado y sentado al lado de una imagen de Simón Bolívar.

En el video también aparece una mujer, con rostro cubierto con una pañoleta roja y negra, pistola al cinto, en un claro intento de mostrar que el grupo armado ilegal tienen una “política inclusiva de género”, quien hace referencia a su papel en la guerra: “Nosotros tenemos que cuidar este pueblo, y lo cuidamos, luchando porque este pueblo, y los pueblos del mundo, tengan un futuro de felicidad, de equidad y de justicia”.

Y la palaba pueblo también afloró en la declaración política, leída por Nicolás Rodríguez Bautista, alias ‘Gabino’, quien recordó los inicios de ese grupo subversivo y el sentido de su lucha guerrillera: “Hace más de 50 años nos alzamos en armas porque entendimos que las vías legales estaban cerradas para las luchas del pueblo, hoy así lo seguimos considerando”.

El enfoque discursivo que le dieron los “comandantes” a sus intervenciones estaban en consonancia con lo plasmado en la frase bajo la cual este grupo subversivo realizó su V congreso: “raíces, luchas y esperanzas junto al pueblo”.

Al escuchar una y otra vez esas declaraciones me asaltó siempre la misma duda: ¿de qué pueblo hablan? ¿El ELN tiene “pueblo”? ¿Y si lo tiene, cómo es? ¿Dónde está? ¿En qué estado se encuentra?

Para quienes han estado en armas por varias décadas, sometiendo a los pobladores de los caseríos por donde constantemente trajinan a su voluntad, coartando su libertad de expresión y de movilidad, y ejerciendo control sobre su vida cotidiana, les queda muy fácil hablar de “pueblo”, pues creen falsamente que el sometimiento armado es aceptación de sus ideas. ¿Calaría esa autoridad “popular” si no tuvieran armas?

La imagen de alias ‘Antonio García’ hablando de “unidad nacional” con un fusil sobre la mesa es un chiste subversivo. Ni siquiera intimida. Es más bien una caricatura de quien se quedó en el pasado y pretende que su discurso tenga validez en un país que está entendiendo que la lucha armada ya no tiene sentido y que la mejor defensa de la democracia es la que se puede hacer en la civilidad y desde la legalidad.

Antes que hablar del “pueblo”, que más ha sido su víctima que su apoyo, deberían comenzar a aceptar su responsabilidad en hechos atroces y de fijar su posición frente a los delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra que han perpetrado durante los 50 años de lucha armada que reivindican. ¿Tendrán la capacidad de aceptarlos, de asumirlos, de reparar los daños cometidos?

Ese “pueblo” del que tanto hablan incluye a las decenas de víctimas del caserío de Machuca, en el nordeste antioqueño, donde el 18 de octubre de 1998 una facción del ELN voló un tubo que conducía combustible y ocasionó una tragedia de graves proporciones humanitarias. ¿Cuándo hablarán de ello?

El “pueblo” al que constantemente hacen referencia es el mismo que ha padecido los apagones generados por la voladura constante de torres de energía, los daños ambientales ocasionados por la explosión del oleoducto Caño Limón-Coveñas y la destrucción de cascos urbanos, cuando tenían la capacidad de tomarse una población y no eran tan débiles como en la actualidad.

Y ni qué decir del “pueblo” que vio impotente cómo en las carreteras de algunas regiones del país se llevaban a ciudadanos de distinta clase social hacia las montañas, secuestrados, para luego iniciar unas sórdidas negociaciones con las familias para liberarlas. En algunas ocasiones llegaron a cobrar lo que les costó mantener al plagiado en cautiverio. Una perversidad que callan los ‘elenos’.

La guerrilla del Eln debe entender que esa alusión a “pueblo” se quedó vacía, ya no convence, entre otras razones por las arbitrariedades bélicas cometidas en campos y ciudades. ¿O acaso creen que las comunidades del Alto Baudó, en el departamento del Chocó, viven muy contentas con el sometimiento que les han impuesto desde hace varios meses con el argumento de protegerla?

La guerra en Colombia ha dejado secuelas profundas y mientras no haya una aceptación de responsabilidades por los crímenes cometidos, aquel pueblo del que hablan los “comandantes” del ELN será indiferente a sus “llamados de unidad” y a un posible respaldo a los acuerdos que puedan derivarse de una negociación con el gobierno nacional, y más aún si esas palabras están acompañadas de un fusil.

No estamos en las décadas del sesenta y setenta, cuando probablemente la lucha armada tuvo algún sentido. Las causas sociales, políticas y económicas tienen otras maneras de resolverse, así los jefes ‘elenos’ digan que estamos como hace 50 años. El mundo rechaza cada vez con más ahínco la solución armada como vía de reivindicación y apoya la vía negociada. Pensar lo contrario es vivir en el absurdo.

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