El engaño como astucia política

Las necesidades y expectativas de los colombianos siempre serán mayores que la capacidad del Estado para atenderlas. Acorde a la racionalidad económica, el Gobierno nacional es el encargado de administrar los limitados recursos para satisfacer las ilimitadas necesidades de los cuarenta y siete millones de ciudadanos. Su perenne deber es hacer más con menos.

El problema del país, que no dista mucho de lo que acontece en el resto de países de América Latina, es que la mayoría de los colombianos carecen de cualificación paracomprender los asuntos relacionados con la política y el funcionamiento del Estado de acuerdo a sus fines y principios.

Lastimosamente el grueso de la sociedad se mantiene a la expectativa principalmente de la atención gubernamental de las ingentes necesidades materiales; por el contrario, asuntos como las libertades y derechos individuales, la igualdad ante la ley, la soberanía, división de poderes, libertad de prensa, libertad de organización, la movilidad social y el libre mercado, pasan a ser cuestiones marginales en cuanto valores inmateriales. La demanda de seguridad constituye la principal excepción.

No es un asunto menor, pues ello ha volcado a otros países del continente a preferir la senda que trazan líderes populistas que se erigen mediante discursos demagogos edificados sobre la base de la exacerbación de los contradicciones socialespara prometer efímerajusticia socialde carácter material, pisoteando sin reparo las instituciones republicanas y la democracia. El Estado de derecho constituye una camisa de fuerza para sus aspiraciones. Basta llegar al poder para desecharlo.

No hay razones para justificar la evidente incompetencia del Estado colombiano, particularmente en asuntos como la inseguridad y la inmensa brecha de desigualdad social; sin embargo, afectar y desprestigiar el andamiaje constitucionalcon la pretensión de generar el ambientepara promover una constituyentees un riesgo latente que en estos momentos el país tiene que reconocer, considerar y enfrentar.

Organizaciones de izquierda asociadas a la Coordinación de Organizaciones y Movimientos Sociales de Colombia (Comosocol), entre ellas Marcha Patriótica y el Congreso de los Pueblos,se alinearon desde ya para promover con mayor intensidad en los próximos cuatro años lo que llaman el Proceso Constituyente, dividido en siete etapas que encuentran su momento cumbre en la realización de la Asamblea Nacional Constituyente.

El principal mecanismo del que se valen es la fastuosa demagogia populista en favor de los “marginados” y los “excluidos”; ese es su nicho. Discursos engañosos que se revisten de ser justos y legítimos, buscando sumar el apoyo delosmuchos desprevenidos que no entienden el trasfondo de la causa; o acaso quién no siente solidaridad frente a la pobreza extrema, las víctimas de la violencia y los damnificados por desastres naturales. A su vez, las vías de hecho nunca están descartadas dentro de sus planes como medios efectivos para obtener los objetivos previstos.

Aunque requiere talento, ser populista es sencillo, pues consiste en limitarse a decirle al pueblo lo que quiere escuchar y ofrecerle lo que añora tener, que no es más que vivienda gratis, empleo, subsidios al transporte, alimentos, servicios públicos, y mucho mas. El paternalismo y asistencialismo son su estilo preferido, pues así logran emplear el erario público en función de sus intereses personales o de grupo, a la mejor manera de los autócratas medievales. Para el populista no existe regla fiscal que valga.

El engaño consiste en que los líderes de corte populista quieren canjear subrepticiamente con su potencial clientelamayor asistencia estatal a cambio de la libertad individual y el control del Estado. Transacción que a simple vista resulta ventajosa para gran parte de la población con necesidades materiales desatendidas en la medida que puede hacerse, por ejemplo, a vivienda de manera gratuita o acceder más fácilmente a los subsidios del Estado.

Siendo sensatos, al cuestionarnos cuántas personas en Colombia estarían dispuestas a acceder a dicho intercambio,podemos darnos cuenta que existe un potencial electoral significativo para las causas populistas, lo que pone en evidencia quela democracia en Colombia noestá del todo a salvo.

Lo que debe estar claro ante todo el país es que para acceder a los beneficios del Estado los colombianos no tienen porque renunciar ni asus libertades ni a la democracia. Lo que interesadamente les ofrece el populismo, en particular el de corte neocomunista, lo pueden obtener a través del Estado Social de Derecho, basta con exigir a los dirigentes políticos el cumplimiento de las disposicionesconsagradas en la Constitución de 1991,las cuales se enfocan con énfasis en la atención de las necesidades materiales de los colombianos. Lo pueden hacer través de los diversos mecanismos de participación y control político, así como otros de gran poder como la censura moral conversa en castigo electoral.

Mientras el Estado y los principales sectores políticos sigan negándose a trabajar por fortalecer la cultura política y los valores liberales de los colombianos, millones de ciudadanos seguirán siendo potencialpresa del populismo. De ello ya se han dado cuenta desde hace años algunos siniestros personajes, por lo que se mantienen al acecho esperando el momento oportuno para el asalto. No vaya a ser que algún día no muy lejano logren su cometido.

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