El ex-Alcalde Petro

Si, el ex Alcalde Petro, bien sea porque el Procurador lo destituya o porque los ciudadanos lo revoquemos o porque finalmente lo tengamos que padecer dos años más, Petro será ex Alcalde. Y para infortunio de la ciudad un ex Alcalde responsable de una de las gestiones más cuestionadas de los últimos años.
Petro estaba preparado para la oposición demagógica pero nunca se preparo para gobernar. Una cosa es hacer debates en el Congreso, ganar audiencia y proyectar cierta imagen y otra muy distinta gobernar al servicio de los ciudadanos. Los gobiernos existen para atender y resolver los problemas que afectan a las comunidades.

Concretamente en una ciudad como Bogotá , el Alcalde esta para resolver los problemas de movilidad, de los servicios públicos, de la seguridad de sus habitantes, de la salud, de la educación, del medio ambiente, etc., etc. Y todo esto debe intentar hacerlo en cuatro años y si le queda un tiempito y tiene alguna angustia ideológica, como en el caso de Petro, tendrá que intentar impulsar el cambio de modelo de la ciudad. Pero no al contrario, como lo está haciendo Petro, intentando primero cambiar el modelo de ciudad atropellando a todo el mundo, convocando a la ciudad a la confrontación entre lo que él llama ricos y pobres, descalificando a quienes no comparten su manera de gobernar como integrantes de las “mafias” de los contratistas o como favorecedores de los paramilitares.

De paso lo que queda en evidencia es su incapacidad para gobernar. Un desconocimiento preocupante del laberinto normativo que regula el funcionamiento de cualquier ciudad, carencias graves de planeación e inexistencia absoluta de una prospectiva sobre el desarrollo urbano de Bogotá. Solo improvisación tras improvisación, incapacidad de conformar un equipo de altísimas calidades técnicas, académicas y políticas que a manera de estado mayor asumiera los grandes retos de nuestra metrópoli.

Y para completar, ante la violación flagrante de varias disposiciones legales que todos los mandatarios están obligados a observar y respetar en el cumplimiento de sus obligaciones sale a gesticular, advirtiendo que si lo sancionan disciplinariamente eso constituiría un atentado contra la democracia y su visión ideológica pseudomesiánica, como si él estuviera investido de unos poderes especiales por encima de la constitución y la ley que rigen para todos los colombianos.

La crítica del poder y de las ideas políticas en Colombia a lo largo de nuestra historia ha estado muy mediada por las coyunturas (y este es un país de coyunturas), las presiones desde el mismo poder y una visión reduccionista atrapada en los dogmas y las estrecheces del ideologismo bipolar de la ¨derecha¨ y la ¨izquierda¨.

En el siglo XX la elite intelectual y política del establecimiento, conservadores y liberales por igual, concurrían a escuchar y consultar a uno de los pocos pensadores Colombianos de trascendencia universal: Nicolás Gómez Dávila, de quien Ernst Junger afirmo que era ¨una mina para los amantes del conservatismo¨.

La ¨izquierda¨ Colombiana por el contrario no conto dentro de sus filas con un pensador; ideólogos, algunos. El activismo de ¨izquierda¨ y su vocación dogmática y de capilla la llevo a hundir sus raíces en los socialismos reales de la antigua Unión Soviética, China, Cuba y otras expresiones menores. Pero siempre fueron inferiores y no supieron interpretar el sentido profundo de las grandes luchas, movilizaciones y protestas de los ciudadanos.

La única experiencia administrativa de Petro antes de ser Alcalde de Bogotá fue muy corta como Personero de Zipaquirá en el año 1983. Petro padece de incontinencia verbal, una enfermedad con pronóstico reservado en el mundo de la política. Expresión autentica de un obsoleto redentorismo iluminado de ¨izquierda¨, se caracteriza por una arrogancia epistémica que Nassim Nicholas Taleb en su Cisne Negro define como el ¨orgullo desmedido en lo que se refiere a los límites de nuestro conocimiento¨. Orgullo desmedido que por la confianza que genera conduce a la confusión, la ignorancia, el engreimiento y el abuso del poder.

Petro el redentor ha hecho gala de un estilo de gobierno gutural que lo pone en riesgo de caer en constantes contradicciones e incoherencias. Hasta sus propios amigos ya se empiezan a decepcionar, y si continua así en poco tiempo lo harán sus electores.

Los pobres que, confiados, votaron por Petro esperaban soluciones prontas, Banco de los Pobres para empoderarlos productivamente, empleo y actividad laboral para los que no lo tienen, mantenimiento y cuidado del mobiliario urbano, descontaminación visual, arreglo de los huecos y cráteres que por miles afectan la movilidad de los habitantes en todos los barrios de la ciudad. A los Bogotanos no les importa si Petro resuelve o no el misterio sobre el sexo de los ángeles. Les interesa que gobierne bien y lo haga ahora.

El mexicano Octavio Paz en su maravillosa obra sobre Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe advierte sobre los riesgos de los mesianismos religiosos y políticos. Los ciudadanos de Bogotá que hoy esperan y reclaman una mejor calidad de su gobierno y de su democracia local, no quieren un redentor ni un mesías, les interesa un alcalde eficiente, amable y comprometido con las soluciones que la ciudad necesita. Que hable poco y haga mucho. O si no que se vaya, y pronto, para que no sea Alcalde sino ex Alcalde y todos se lo sabremos agradecer.

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