El fenómeno Zuluaga

Lo que está sucediendo con la candidatura de Óscar Iván Zuluaga bien merece un análisis que se debe salir de lo mediático y nos debe llevar a una profunda reflexión en torno a la credibilidad del gobierno de turno y a la injerencia de los medios de comunicación como conductores de la opinión pública.

Todo estaba en contra del despectiva y perversamente llamado “paisarrete de Pensilvania”, cuya cercanía con Uribe le ha merecido que lo tilden, además, de ser el ventrílocuo del exmandatario y, por si fuera poco, ha debido cargar con los odios y las envidias que genera su jefe político.

Por otra parte su partido —el Centro Democrático— no ha contado con un solo puesto ni con un mísero contrato y está muy distante de tener una untadita de la mermelada que le sobra a su contendor.

A su turno, la gran prensa y los columnistas de opinión —radio, televisión, periódicos y revistas— no han estado con él. Es decir, Zuluaga tenía todas las de sucumbir ante el presidente candidato, cuya saga ostenta desde hace casi un siglo un innegable poder político, económico y social que le supondría tener la sartén por el mango y el mango también.

¿Por qué entonces esa subida tan inesperada en las distintas encuestas en las que ya superó a Santos y que le saca dos puntos en la primera vuelta y casi diez en la segunda y deja muy atrás a sus contenedores?.

Aunque cualquier cosa puede pasar en estos próximos días con la guerra sucia que estamos viviendo, es evidente que en las toldas reeleccionistas existe un natural nerviosismo y en el desespero se pueden cometer errores suicidas como el tal petrosantismo y la firma apresurada de un papel que asemeje equivocada y peligrosamente para la democracia el fin del conflicto armado.

Se me viene a la cabeza aquella canción que preguntaba “mamá, ¿qué será lo que tiene el negro?”, y hago un parangón con Zuluaga para preguntarme y preguntarles: ¿qué es lo que tiene quien a la fecha de hoy será el próximo presidente de los colombianos?.

Creo que este país necesitaba conocer a este hombre sencillo, transparente, preparado y ajeno a la politiquería y saber de su programa de gobierno para justipreciarlo en su verdadera esencia y entender que es, de lejos, la mejor opción para regir los destinos de la patria.

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