El fin del chavismo

El socialismo bolivariano de Hugo Chávez ha sobrevivido desde hace 15 años, a pesar de los augurios que desde sus inicios vaticinaron su fracaso.

Las dos razones más convincentes para su permanencia radican en los elevados precios internacionales del petróleo y en la popularidad de su líder Hugo Chávez. Los analistas coinciden en que estas dos fuerzas se encuentran hoy diezmadas. Sin ellas, la situación parece ser, por fin, insostenible.

Nicolás Maduro puede emitir todos los bramidos y utilizar todos los disfraces que acostumbra en sus intervenciones para inculpar una conspiración internacional que explique la carencia de alimentos y medicinas. Puede expropiar a los pocos empresarios privados que no tienen cómo escaparse de Venezuela; pero nada de esto puede ocultar que también se sostiene por medio del apoyo que le dan unas Fuerzas Armadas favorecidas a manos llenas por Diosdado Cabello.

Durante los primeros años de la revolución bolivariana, cuando todavía existían iniciativa privada y separación de poderes, Chávez subsidió a numerosos líderes sindicales hasta convencerlos de renunciar a sus puestos en empresas privadas importantes para que le organizaran los votos populares, lo logró y le funcionó.

Se estima que gracias a ese 25% de la población subsidiada se mantuvo en el poder durante los primeros años. Posteriormente implantó el voto electrónico fraudulento y por la combinación de este con los subsidios perpetuó su democracia totalitaria. Pero se observa que la pobreza del Estado es hoy tan elevada que ya no puede subsidiar a casi nadie.

Se oye decir que el desabastecimiento y el racionamiento pueden llegar a precipitar una colosal hambruna en Venezuela con consecuencias funestas para Colombia, por los incontables emigrantes que crucen la frontera. Las necesidades insatisfechas, quizá, podrían acelerar la solución. Pero por otro lado, se aduce que una situación semejante ha padecido Cuba bajo el régimen despótico de los Castro desde hace 50 años y ahí perviven burlándose del fin del embargo del presidente Obama. Se rumora que en el Ejército de Venezuela militan 20.000 soldados cubanos.

No debemos dar por sentado el fin de una era. Estamos frente a una verdadera coyuntura histórica que, en opinión de quien escribe, bien podría comenzar a solucionarse si las Fuerzas Armadas promovieran la remoción del ignorante y temerario Nicolás Maduro y el nombramiento de una junta cívico-militar, mientras se convoca a unas elecciones sin fraudes.

Confío, pese a todo, que ha llegado el momento de que los venezolanos reconozcan que el régimen chavista pudo haber tenido en sus inicios intenciones nobles y que estuvo inspirado por la justicia social, pero su fracaso total resulta inocultable. Mucha retórica y pocos resultados.

Confío, asimismo, que a los colombianos también les ha llegado el momento de oponerse a transitar por la misma senda de sus hermanos venezolanos, porque como afirma el exmagistrado Jesús Vallejo Mejía, “La paz de La Habana no pretende la consolidación de un verdadero régimen pluralista, sino una tregua con los promotores de un régimen totalitario, quienes harán uso de las ventajas que les otorguen para así destruirlo desde dentro”.

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