¿El gobierno de las minorías?

La abstención es el termómetro de la indiferencia; cuando la incredulidad se adueña del pueblo y se instalan en el poder gobiernos de dudosa ortografía, la corrupción de los poderes acentúa la apatía. De treinta y dos millones de ciudadanos aptos para votar, cuya mayoría serian diez y seis millones y un pico, tenemos un gobierno presidido por un señor que obtuvo un poco más de siete millones de votos; conclusión: hay veinticinco millones de colombianos que no creemos en Santos. El Congreso nacional debería de preocuparse por imponer el voto obligatorio. Pero el congreso parece ir en el mismo sentido de la corrupción que desacredita y desvirtúa la democracia.

A nuestros legisladores les conviene una sociedad carente de cultura política; así pueden ir siempre a la sombra del ejecutivo que les otorga prebendas insaciables, sueldos fantásticos, y clientelismo total en medio de la más odiosa burocracia. Eso sí, circo para el pueblo no falta; circo en el cual participan los grandes medios de comunicación pagados por el gobierno con los impuestos nuestros; medios capitalinos de propiedad de magnates amigos del sistema, porque los de provincia, a Santos no le comen cuento. El argumento de la paz que Colombia anhela, sirve para engañar a todo un país que se cree el cuento; y el cuento no es la paz, el cuento es la manera como se desarrollan unos diálogos a espaldas del país nacional.

El general Quiroga, uno de los militares descabezados por el gobierno Santos hace poco, pública un documento que vale la pena analizar con detenimiento; el documento desvirtúa las apreciaciones que tiene el general Mora Rangel sobre el proceso de paz en la Habana, presentando de manera puntual argumentos válidos para controvertirlo. Mora Rangel fue comandante del Ejército, y dada su ascendencia sobre el estamento militar, ha gozado siempre de mucha credibilidad y respeto. Pero el recién despedido general Quiroga también conoce a fondo la situación actual de Ejercito Nacional, con una diferencia: sabe bastante más que Mora de la situación actual, pues apenas acaba de quitarse el uniforme.

El Mayor General Quiroga critica a Mora Rangel por sus contradicciones; no entiende cómo es posible que un militar de sus quilates, conocedor del sacrificio del soldado, se preste para hacer eco al gobierno en sus apreciaciones, en su argumentación y en sus promesas. Que ahora en La Habana no se ponga en el tapete el futuro del Ejército como parte de las negociaciones, puede ser cierto; pero una vez se ratifiquen los acuerdos, vendrán cambios sustanciales. Mora lo sabe y así lo reconoce, pero le resta importancia a un asunto cuya gravedad es inconmensurable. Mora Rangel pareciera entregado a las falacias y a la trama abyecta de la mesa cubana.

Critica también  el general Quiroga a Mora Rangel por la simplicidad de su argumento con referencia a la entrega de las armas; según el general Mora, es apenas un asunto de semántica. Ahora Santos se cranea que le entreguen unos pocos fusiles viejo, y dejen las demás guardaditas. Los nuevos congresistas del Centro Democrático, y los del partido conservador, tienen la responsabilidad histórica de salvar la nación; fundamental instaurar el voto obligatorio, para evitar que la maltrecha democracia se nos termine de desdibujar.

Vital para la Republica también, obligar a Santos a que corra el velo del secreto de La Habana; es imperativo evitar que mediante un referendo amañado, continúe el circo y nos metan el mayor gol de la historia. El comunismo en Colombia con disfraz de socialismo del siglo XXI.

oscaralbertodiazgarcia@hotmail.com

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