El hermano mayor

Los Lleritas, así era como les llamaban a los hijos de Clemencia Lleras de la Fuente y Germán Vargas Espinosa.

Clemencia era la hija, y niña consentida, del expresidente Carlos Alberto Lleras Restrepo, y Vargas Espinosa fue un importante dirigente de corporaciones financieras conocido como el ‘último cachaco’ auténtico.

Ese linaje hizo que Germán, José Antonio y Enrique, los Lleritas, se movieran desde los inicios de sus carreras entre el mundo de la política y la esfera de los negocios.

Entre lo público y lo privado. De un lado para el otro, y a veces en los dos al mismo tiempo.

José Antonio, el del medio, es uno de los hombres más poderosos en el ámbito de los servicios públicos colombianos. Su fuerte: el sector energético, donde ha ocupado importantes cargos. En la actualidad se encuentra en la dirección de Codensa, pero en el pasado fue el hombre de confianza del presidente Ernesto Samper.

En ese gobierno, siendo el secretario general de la Presidencia durante el proceso 8.000 fue catalogado por los medios como el hombre que tenía el poder detrás del trono. (Ver Samperboy)

Enrique, el menor, incursionó en la política colombiana como concejal en los noventas y también como candidato a la alcaldía de la capital. Fuera de eso ha sido miembro de la junta directiva de la Cámara de Comercio de Bogotá, representando al gobierno nacional, y hace poco se conoció que como abogado llegó a tener contratos por $3.400 millones de pesos con el polémico grupo de Saludcoop. (Ver Vargas Lleras, Saludcoop y otros detalles)

Además, en el pasado, ha figurado como contratista del Estado, y en la actualidad aparece también como presidente de una empresa que se dedica a la explotación y transporte de hidrocarburos, sociedad que fue inicialmente registrada ante la Cámara de Comercio de Bogotá, pero que en 2006 incorporó sus operaciones en Panamá. (Ver Stroyneftegazservice S.A)

Un todero.

Finalmente está el hermano mayor. Germán es el actual vicepresidente del país, ha sido ministro de Vivienda y del Interior, fue senador de la República desde el 20 de julio de 1998 hasta el 3 de junio de 2008, pero también tiene un pasado en el mundo empresarial. O por lo menos uno de papel.

Según la escritura 1326 de la Notaría Cuarta de Panamá, el 26 de febrero de 2002 se constituyó la sociedad anónima Anaco Development con un capital de 10.000 dólares, la cual fue tramitada por dos ciudadanos de ese país que tienen a su nombre cientos de otras empresas. (Ver Anaco Pacto 413293)

Según el segundo punto de la escritura, el objeto principal de la sociedad es el de “dedicarse en la República de Panamá o en cualquier otro país, colonia o territorio extranjero, a comprar, vender, transferir, disponer, negociar, fiar, permutar, poseer, administrar, dar o tomar dinero en préstamo, abrir y manejar cuentas bancarias en Panamá o en cualquier parte del mundo, dar o tomar en posesión, hipoteca, prenda, arrendamiento, uso, usufructo, de toda clase de bienes, sean muebles o inmuebles, acciones o derechos y celebrar y efectuar todos los actos, contratos, operaciones, negocios y transacciones de lítico comercio”.

De todo.

El 19 de marzo del mismo año se protocolizó en la Notaria Octava del Circuito del mismo país la reunión de la Junta Directiva de la empresa Anaco Development S.A en la que esta nombra como presidente de la compañía al señor Germán Vargas Lleras, en ese momento senador, y como secretario o director a su hermano Enrique. (Ver Anaco Protocolización)

Ahora bien, sólo dos años después el congresista Germán Vargas Lleras, actuando como presidente de la sociedad, y el señor Enrique Vargas Lleras, actuando como secretario, declararon la disolución de la empresa. (Ver Anaco Disolución)

Pese al amplio objeto de la compañía, Anaco Development no tuvo ninguna actividad durante el tiempo que estuvo en operación, lo que deja ver que era una compañía de papel.

¿Por qué un senador de la República invierte con su hermano 10.000 dólares para formar una empresa que dos años después disuelven? ¿Para qué tiene un congresista una sociedad de papel en un paraíso fiscal?

No es claro.

Como tampoco lo es si reportaron la creación de esa compañía en Panamá ante las autoridades tributarias colombianas.

No haberlo hecho reforzaría ese errado mensaje de que el pago de los impuestos es una obligación sólo para los que no tienen los medios de evadirlos con estructuras societarias en el exterior. Y eso, para los Lleritas, que se mueven entre lo público y lo privado, sería un error lamentable que perjudicaría, principalmente, las aspiraciones presidenciales del hermano mayor.

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