El llanto que seremos

Atontados por la propaganda oficial y aupados por burócratas extranjeros que alaban “la paz”, derivamos hacia la calamidad con una nueva carta de navegación de corte comunista, celebrando y riendo desentendidos de la amenaza que se aproxima, como en la crónica del Titanic.

Desde su séptima conferencia en el año 82, la organización narcoterrorista farc tiene su rumbo claramente marcado. Y ahora, embebida en el fracasado marxismo-leninismo, siguiendo las enseñanzas de su padrecito Stalin, intoxicada con las peroratas de su comandante eterno Chávez, asesorada por reptilescos comunistas españoles, por Cuba y por Venezuela y conforme al plan estratégico del Foro de Sao Paulo, a esta camarilla se le han abierto las compuertas necesarias para avanzar aceleradamente a su objetivo final: el poder.

El claudicante Estado los desestigmatizará, prevendrá que los estigmaticen, borrará sus antecedentes, protegerá sus bienes inmateriales, declarará su seguridad como de riesgo extraordinario y jamás se sabrá de sus armas.

Ellos podrán purgar la hoja de vida de todos los empleados públicos, reformular la estrategia de Inteligencia del Estado y rediseñar la vigilancia y seguridad privadas, para mencionar solamente algunos aspectos de Seguridad y Defensa.

Santificados, entrarán a la arena política a derruir unos partidos dispersos y enmelados en disputas vanidosas, con parlamentarios mediocres, ausentes de patria y envilecidos por la chequera presidencial.

El gobierno, incapaz de cumplir todo lo acordado, enfrentará una protesta social generalizada, dirigida por el intocable nuevo partido que desde sus territorios en las fronteras amigas, Venezuela y Ecuador, copará políticamente los principales centros urbanos y atenazará a Bogotá social y electoralmente.

Con su verborrea populista de bienhechores, de salvadores de los pobres y con el dinero del narcotráfico, convencerán ingenuos, comprarán a los mismos desinteresados, miedosos y oportunistas del sí y se instalarán por siempre en el usufructo del poder. Empezaremos a gemir como los vecinos, allí en donde ¡cosa de creer! existe un Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del pueblo venezolano.

La Fuerza Pública, debilitada presupuestal, funcional y moralmente, se convertirá en la primera nueva víctima de ese Tribunal Especial de Justicia, remedo del Comité de Salud (Salvación) Pública de Isnar y Danton durante el Régimen del Terror jacobino en la Convención de 1793.

Columnistas perspicaces como Juan Lozano y voces sinceras como la de Marta Lucía Ramírez, lo confirman: vamos mal. Enrumbamos al futuro, de para atrás, porque, y la historia nacional lo confirma, se dará otra vuelta a la noria de la violencia, de nuevo signada por el narcotráfico.

Un NO consciente y patriótico, puede obligar a que se revalúe el negociado de La Habana en términos menos entreguistas, menos de estilo Narco Banana Republic Nobel Brand y más de Estado Social de Derecho, justo y seguro.

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