El Ministerio para Simón

En todo un enredo se ha convertido el nombramiento de Simón Gaviria en el gabinete del presidente Juan Manuel Santos. El joven exparlamentario, y flamante presidente del Partido Liberal y delfín de primer grado, es una piedra angular en el equilibrio de poderes que tiene que lograr el reelegido mandatario.

Son varias las razones por las que el ministerio de Simón es clave. Lo primero, y hay que decirlo claramente, Simón es como un niño pequeño cuando quiere que le den algo que reclama como su derecho. Es abundante la lista de momentos de desespero que ha vivido el presidente Santos para sobrellevar sus caprichos. “Que nombren a este allí, que no nombren al otro allá” y cosas por el estilo.

Segundo, ninguno de los dos Gavirias están dispuestos a quedarse en un lugar que no sea el que los satisfaga. Por un lado, porque el Liberal reclama mejor tratamiento que los demás partidos de la coalición, arguye que tienen mayoría en la cámara, y que es la más fiel y disciplinada bancada.

El tercero, porque Gaviria padre considera que de no ser por él, Santos hubiera perdido las elecciones. Lo cual, en parte es verdad. Y esa cuenta política queda saldada solo con el lugar adecuado para su delfín, que ya tiene echada la suerte en la política, y que pese a que en la opinión le apuestan a que en el Ejecutivo podrá desempeñarse como un experto profesional en temas económicos, y explayar todos sus conocimientos en una cartera ministerial, lo que tiene mucho valor para él es que desde donde esté ubicado no pierda el contacto directo con la movida de los parlamentarios y sus bases… es decir entre los votos, los candidatos, los apoyos, etc. O sea poder.

Cuarto lugar, es que dentro del Partido Liberal las tendencias se mantienen y los celos en consecuencia también. A los ojos de los Gaviria, no es posible que Samper y ellos reciban el mismo trato. Los hijos de ambos expresidentes están vinculados al gobierno. Samper papá ya se fue a Unasur, y Samper hijo sigue, muy a su pesar, siendo el viceministro del saliente ministro de Justicia, Alfonso Gómez Méndez, a quién más adelante, le dedicaré una columna. Pero en esta puja por un trato superior, no igualitario entre las tendencias liberales, la casta Gaviria no se conforma con medias tintas.

El elemento adicional por el que es complicado y fundamental ubicar ‘bien’ a Simón es el forcejeo con Germán Vargas Lleras. La pelea viene de tiempo atrás y para la campaña se hicieron mejor cara, cara de políticos, pero eso no está resuelto. Y ahora, Vargas, que quiere ser el ‘Super VP’ y manejar el proyecto estrella de la construcción de autopistas, aeropuertos, carreteras, puentes y casas y más casas está listo a permitir que ese Ministerio esté en manos de Simón.

Por esto ayer se especuló con que Simón habría aceptado ser ministro de Comercio Exterior que ha estado en manos del Partido Liberal, y al mismo tiempo se filtró que el Presidente ratificaría la ministra de Transporte, Cecilia Álvarez, como para dar por hecho que ya Santos había encontrado lugar para Simón, pero no era verdad. La cosa no cuajó, y al cierre de esta columna se sabe que el Presidente habló con él y que le dio opciones y él lo está pensando.

De pronto algo le termina gustando y entonces, el Presidente de la República podrá nombrar el gabinete sin salir con heridas irreconciliables con el poderoso apellido Gaviria, que siempre quiere ganar.

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