El país de las maravillas

Mientras Santos habla del país de las maravillas, Amnistía Internacional le grita que Colombia aún no está en el posconflicto.

Qué suerte de cosas raras las que suceden en este país. Una falsa víctima de la masacre de Mapiripán le pide perdón al general Uscátegui y admite que fue inducida por el colectivo de abogados José Alvear Restrepo. Sin embargo, el general sigue preso. Algo similar le ocurre al exgobernador de Antioquia Luis Alfredo Ramos: al falso testigo que lo acusa le ofrecen el principio de oportunidad para que confiese quién lo indujo a mentir, pero Ramos sigue preso.

Los que no tendrán “rejas ni piyamas rayadas” son los terroristas de las Farc, como se lo confirmó el doctor De la Calle a Juan Gossaín. También se salvarán los capturados por los ataques terroristas en Bogotá, algunos de los cuales tenían contratos con la administración Petro. No hay que estigmatizar, pero se sabe que muchos subversivos se esconden tras las fachadas de ONG, la máscara del activismo político y los muros de universidades públicas, eso no es novedad. Es como si pertenecer a una ONG diera inmunidad; una vieja coartada que funciona, y esta vez no será la excepción.

Por cierto, el gobierno de Santos se apresuró a inculpar al Eln de los atentados en la capital y el Presidente regresó del Perú a capotear la situación. Días antes hubo hechos peores, pero él continuó su periplo por Europa como si nada. ¿Será cosa de las encuestas o de ese anacrónico centralismo que desprecia la provincia?

La Policía tiene pruebas que involucran a los 13 capturados con viejos atentados del Eln, pero no con los últimos. Y la actitud de Santos y de su escudero Montealegre genera muchas dudas: ¿por qué la pretensión de ocultar el terrorismo en Bogotá? Darle micrófono a Montealegre para amenazar con cárcel a los ciudadanos por publicar videos de actos terroristas es propio de una dictadura, un camino muy avanzado por los vecinos, al que también nos quieren llevar.

Y es que el nerviosismo en la Casa de Nariño es entendible: hace 15 días Gallup la estremeció, y la semana anterior Datexco la puso al borde del colapso: la favorabilidad de Santos es de tan solo el 24 por ciento, cifra que ya no es coyuntural, sino una tendencia en franco declive. Hasta hay quienes se atreven a pedirle la renuncia, como el escritor Álvarez Gardeazábal.

Es tal el desconcierto en Palacio que solo atinan a mandar a la más reprobada de las ministras a decir tonterías que chocan contra toda evidencia. ¿Que Uribe les dio impunidad a sus “amigotes”, los ‘paras’? Quiero ver a 1.500 jefes guerrilleros pagando ocho años tras las “rejas y con piyamas rayadas”, como los paramilitares. Quiero ver al Secretariado extraditado a EE. UU., como los cabecillas de las Auc. Quiero que las Farc confiesen sus miles de crímenes, como los ‘paras’… Esto no aguanta comparaciones: Santos está a punto de caguanizar el país, iniciando con un ‘desescalamiento’ de cuatro meses que tiene evidentes propósitos electoreros.

Mientras Santos habla del país de las maravillas, Amnistía Internacional le grita que Colombia aún no está en el posconflicto. Los camioneros y buseros se quejan del abandono de las carreteras. Y la economía cae mes tras mes.

Eso sí, aumenta la producción de coca en 44 por ciento y la de cocaína, en 52 por ciento. ¿Alguien cree, seriamente, que las Farc van a dejar sus cultivos, sus laboratorios, sus minas de oro y coltán y demás negocios ilícitos?

También ha subido como espuma la deuda externa, que llegó a 106.000 millones de dólares, el 33 por ciento del PIB. Aún estamos lejos de Grecia, que con solo 11 millones de habitantes debe 350.000 millones. Pero preocupa que 3,7 millones de bogotanos reciban algún tipo de subsidio. ¡El populismo de izquierda se puede tomar el país como se tomó a Bogotá!

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