El Secretariado del Estado Mayor de las Farc, con motivo del aniversario de la muerte de Tirofijo, su comandante histórico, expidió un documento que describe los aspectos fundamentales de sus propuestas y aspiraciones en los diálogos en La Habana y que permite calibrar el momento en que se encuentra la Comisión negociadora del gobierno de Juan Manuel Santos, momento crucial que ha llevado a aplazar las reuniones conjuntas de las dos partes por tres semanas.
Este pronunciamiento del Secretariado traslada la discusión de la mesa en La Habana, a los campamentos de la más alta dirección miliar de las Farc. Si la Comisión negociadora y Presidente Santos ahondan en la interpretación de este comunicado, descubrirán que se encuentran ante una enorme mole de argumentación fariana que condiciona sustancialmente la paz a los criterios que se infieren de las siguientes afirmaciones del Secretariado:
“Dentro de este marco, no es para nada realista pretender que las conversaciones entre gobierno e insurgencia, para poner fin al conflicto y sentar las bases de una paz estable y duradera, no toquen para nada el modelo económico, el carácter del régimen y las principales políticas del gobierno; pero además trasluce la pequeñez y la recortada idea que tiene la clase dominante, como una fijación, de lo que es la paz de la nación: Rendición incondicional de las guerrillas, entrega de las armas, sometimiento a sus políticas, todo a cambio de dos o tres puestos en el Congreso, el paseo por unos meses de un comandante en el cargo de ministro de trabajo o de salud, unas cuantas promesas y hasta unos años de cárcel para los principales líderes de la insurgencia nos anuncian y listo.
¿Ingenuidad o cinismo? Tal vez las dos cosas. Ingenuidad porque terminaron creyendo sus propias mentiras y soñaron con llevar a la Mesa, una guerrilla derrotada, desconectada de la realidad, carente de propuestas e iniciativa política. Cinismo porque pretenden descargar sobre los hombros de la insurgencia la responsabilidad del conflicto, presentando al Estado terrorista como víctima y la resistencia popular como victimario.”
En otras palabras, las Farc persisten en obtener en la negociación lo que nunca alcanzarían con las armas. Y lo pueden obtener por la blandura de Santos que poco a poco ha demostrado la merma de carácter y de guardián de la ley y la Constitución. Las Farc, lo dice el Secretariado, máxima instancia de la guerrilla: 1. No entregarán las armas. 2. No son victimarios, sino víctimas del estado colombiano y sus élites gobernantes. Por lo tanto no irán ante los jueces, no pagarán con cárcel sus crímenes y en consecuencia no dirán la verdad de sus actos ni resarcirán a las víctimas. 3. No se tranzarán por cargos públicos ni por curules preferenciales en el Congreso y es deducible, aunque no lo dice el comunicado, que su objetivo es una Asamblea Constituyente que cambie el modelo económico, las instituciones democráticas actuales y la Fuerza Pública.
Como quien dice: ganamos la guerra y no perdimos 50 años de lucha. El Partido Comunista de Colombia y los gobiernos chavistas de la región deben estar brindando por las Farc en el aniversario de Tirofijo.