EL PELIGRO AVANZA

No es exagerado afirmar que el islamismo extremista avanza en expansión, en poder y en influencia. Las noticias que a diario nos llegan del medio oriente, del norte de África, además de otras realidades de ese continente como Somalia, Yemen y Nigeria así como las declaraciones de las más altas autoridades de las potencias occidentales proyectan el problema en toda su magnitud. Los amenazados explican, informan sobre la naturaleza de algunas acciones terroristas escandalosas, pero no asoman políticas concretas para detener el problema y eliminarlo de una vez y para siempre de la faz de la tierra.

Según información obtenida del DPA, publicada en El Universal de Caracas, quien decapitó al periodista estadounidense James Foley, lidera un grupo islámico británico y se le señala como cabeza de los negociadores que liberaron a dos periodistas españoles en el mes de marzo. Dice la información que estos islamistas británicos tienen a otras personas calificadas como prisioneras, mejor dicho, secuestradas en Siria.

Habían solicitado un rescate de 100 millones de euros a nombre del EI –Estado Islámico-, el cual entra en una nueva fase de radicalización en la lucha. Deja atrás el estilo y actuaciones de Al Qaeda y amplía operaciones territoriales. Sin embargo, sumadas unos y otros vemos consolidare un tremendo frente al que deberá enfrentarse a tiempo.

No se trata de que los asesinos de Foley paguen ante la justicia, luego de la investigación penal que anuncia el Secretario de Defensa americano, ni que el gobierno del país de Foley le extienda sus condolencias a la familia. Esta bien que eso se haga, pero el problema es mayor. Se trata de una nueva guerra, del siglo XXI, de naturaleza parecida pero no idéntica a las anteriores. Ya empezó. Esperamos que todo cuanto sucede en aquel espacio de mundo, obligue al Presidente Obama a ir más allá de las palabras con semblante angustiado, pero con muy poco resultados concretos. El mundo necesita decisiones y acciones firmes, definitivas, dejando de lado lo relativo a la “popularidad” que tanto afecta a los políticos democráticos de Occidente.

El analista Jason Burke hizo un extenso análisis del problema en The Guardian. Señala, entre otras cosas, alarma por la cantidad enorme de recursos que están recibiendo. Según él, proviene de varios donantes, de extorsiones, secuestros, captura de instalaciones petroleras y chantajes a las compañías operadoras y redes de contrabando y narcotráfico. Finaliza Burke que “con el culto a la extrema violencia, puede convertir a cualquier individuo en terrorista y asesino despiadado, feliz de ejecutar a un rehén indefenso con un cuchillo una cámara”.

Sin embargo, en nuestro mundo se cuestiona el derecho de Israel a defenderse y se expresan insólitas solidaridades con Hamas y asociados. El peligro es mundial. Alerta general.

oalvarezpaz@gmail.com. Viernes, 22 de agosto de 2014

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