El peor enemigo de las Farc

Dejé descansar a mis lectores un buen rato durante la Navidad y el Año Nuevo. También tuve un descanso obligado, ya que en esos días jueves no circuló el diario leer de los antioqueños. Retomo la columna deseándoles a todos un feliz año de 2015, con muchas alegrías y, sobre todo, un año de paz sin la entrega del país a quienes han tratado de acabar con él y con sus instituciones.

El presidente Juanpa (como le gusta que le digamos) ha insistido en que es “el peor enemigo de las Farc”. Es algo, como pocas veces, que le creo.

Ser el peor enemigo es como decir soy un mal enemigo, blandengue, regular, malito como enemigo. No es un enemigo de verdad, sería mejor oírle decir soy el mayor enemigo de las Farc, si lo que se quiere es mostrar que es de verdad su enemigo. Pero hay que creerle, es un enemigo que los tiene de amigos en La Habana, que manda en aviones del Estado a sus nuevos mejores amigos, que va por el camino de entregarles el país y sus instituciones.

Ya uno de sus amigos, “Romaña”, jefe de las Farc, que viajó a La Habana para recibir el país como fruto de las conversaciones, declaró que el paso siguiente, después de la tregua unilateral, era el cese al fuego bilateral. Otra vez se pretende igualar a nuestro heroico Ejército con las fuerzas subversivas que tanto daño han hecho en el país a lo largo de más de sesenta años.

Ahora que no digan los mamertos que estas son exageraciones de un uribista, cosa que nunca he negado y que me enorgullezco de serlo. Veamos lo que dijo alias “Romaña”:

A propósito de la solicitud del cese bilateral dijo: “es una necesidad y un deber de las partes”, otra vez de igual a igual. Las partes para él son nuestro glorioso y constitucional Ejército y, por otro lado, la subversión que se ha mantenido por fuera de la Constitución y las leyes colombianas.

Para explicar la función de la subcomisión técnica, de la que hace parte, contó que es para analizar los temas “que requieren estudios permanentes de los hechos políticos y militares que ocurren día a día, para buscar alternativas prácticas que puedan conducir al cese de fuegos (así en plural) y dejación de armas como aspectos de mutuo compromiso”. Es decir, Colombia y las Farc son lo mismo.

Quieren poner a las Fuerzas Armadas a “adornar procesiones”, como decía Alzate Avendaño. Hace, “Romaña”, una afirmación que allá nos conducirá: “las Fuerzas Armadas tendrán que tomar su rol constitucional de defender las fronteras dejando a un lado la Doctrina de Seguridad Nacional…”. Según él, si no hay conflictos internacionales para defender las fronteras, no se podrán cuidar los campos, ni las carreteras, ni los pueblos, ni las petroleras permanentemente atacadas por los grupos subversivos de los que ellos hacen parte.

Termina su ambiciosa y antidemocrática declaración con esta perla: “la idea es que podamos concretar un armisticio y dentro de él una larga tregua que permita la implementación del Acuerdo Final”.

Como conclusión: no entregan las armas, piden una larga tregua y el Acuerdo Final dependerá del arrodillamiento del Gobierno Nacional y del pueblo colombiano. No duden que para allá vamos.

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