El plan B es el NO

Encontré una columna de prensa, de cuando se adelantaban las conversaciones en El Caguán, que hablaba sobre lo que significa un plan B y su importancia en el caso de que esas conversaciones no lleguen al fin esperado.

Habla, el periodista, de la diferencia entre la paz y el apaciguamiento y dice: “El apaciguamiento es muy diferente: es aquella situación en la que solamente una de las partes piensa que la guerra le resulta más costosa y por consiguiente está dispuesta a hacer todo tipo de concesiones con tal de mantener a la contraparte interesada en la negociación. La historia nos ha enseñado que dicha estrategia no conduce a la paz sino que fatalmente termina en una guerra o rendición”. En esas estamos, el periodista, que aún vive, tiene razón.

Y sigue: “La alternativa a las negociaciones con las Farc, o sea el plan B, es la intensificación del uso legítimo de la fuerza del Estado, inclusive con cambios legislativos que hagan esta opción verdaderamente factible”. Hoy se suprimió esa alternativa.

“Es lo que en forma inteligente y responsable quiso hacer el exministro Lloreda en su empeño por fortalecer las Fuerzas Militares, y lo que ahora pretende hacer Luis Fernando Ramírez:tener una opción no solo en el evento de que fracasen las negociaciones sino que sirva también de estímulo para que estas tengan éxito. No es una posición guerrerista, como lo han calificado algunos, sino realista y conveniente”. Así es.

“Un plan B es necesario para la negociación. Es además una obligación constitucional y un requisito indispensable para que la ciudadanía apoye el proceso de paz. Un plan B restablece el equilibrio porque hoy los únicos que tienen plan B son las Farc. Un plan B es además importante para mantener la moral de la tropa. ¿Qué pensará un soldado en el campo de batalla cuando un alto representante del Gobierno dice que es perverso pensar en prepararse mejor para luchar contra la guerrilla? Un plan B es lo que realmente le da posibilidades al plan A. Sobre eso no nos equivoquemos. Los de las Farc han demostrado que son duros en el campo de batalla y por consiguiente en la mesa de negociación. Para lograr un acuerdo se necesita que el Estado tenga capacidad para ser igualmente duro en los dos escenarios. O como dice el viejo adagio de la política, en materia de paz todos deseamos lo mejor, pero debemos prepararnos para lo peor”. Hoy falta la dureza del Gobierno.

Estoy de acuerdo con el periodista Juan Manuel Santos que publicó este artículo en El Tiempo el 2 de septiembre de 1999.

Lo grave es que ahora, con todo el poder que le da la Constitución, además del que le ha arrebatado a los otros dos poderes, hace lo que le da la gana, como lo afirma Juanpa (como le gusta que le digamos) para entregarles el país a las Farc sin contraprestación y sin plan B. Además debilitando a nuestras Fuerzas Armadas. ¿Qué pensará el pobre soldado en el campo de batalla, que se menciona en el artículo, al ver que todo su sacrificio fue para entregarlo al enemigo?

El plan B es votar por el NO en el plebiscito para reorientar las conversaciones de La Habana.

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