El sueño de Cenicienta

Mientras Santos montaba y soñaba en dorada carroza londinense como la Cenicienta, se inclinaba reverente ante la reina Isabel como acción de gracias por la colaboración de la Legión Británica en nuestra independencia, deslegitimaba irresponsablemente ante el parlamento inglés el resultado del plebiscito colombiano, citaba continuamente a Churchill –dejando exprofeso entre el tintero su sentencia “el que se humilla para lograr la paz se queda con la humillación y con la guerra– y firmaba algunos convenios comerciales, aquí las encuestas de opinión desaprobaban su gestión presidencial. Así, su felicidad duró poco. La fantasía del hechizo se rompió.

Un 60 % de los encuestados reprueba su acción de gobierno. Tan solo un cicatero 34 % la aprueba. Y en la figura del primer mandatario descalifican su tarea en los frentes económicos y sociales, vitales para la construcción de un país más próspero y menos inequitativo.

La economía es otra de las materias que pierde este gobierno en su manejo. El 78 % de los encuestados considera que va mal. Y se pondrá peor cuando el Banco de la República baje de la nube al Gobierno para que aterrice, así sea de barriga, en el 2 % que le da al aumento de la economía en este año.

El costo de vida adquiere porcentajes escandalosos con su mayor impacto negativo en las clases populares y medias. Cerca del 90 % expresa que se agudiza la carestía. Los sueldos y jornales se ven en calzas prietas para compensar las alzas en los productos básicos de la canasta familiar.

El manejo de la salud es el peor calificado. Un 84 % considera que su manejo está empeorando. No es si no ver la crisis hospitalaria en materia de atención, financiación. Los paseos de la muerte subsisten como vergüenza nacional.

La corrupción sigue galopante. El 80 % de la encuesta cree que cada día esta lacra se agudiza más en el país. Y sin medicinas éticas siquiera para atenuarla. Con tan alta corrupción es bien difícil convencer a los contribuyentes de aceptar más esfuerzos tributarios para financiar unas arcas oficiales desfondadas por el derroche estatal.

Ensombrece más este oscuro panorama de la corrupción –tal vez el peor estigma del país– la deplorable confiabilidad que en los encuestados despierta el sistema judicial colombiano. Está tan mal posicionado que su imagen negativa supera a la de las Farc. ¡Diablos, como diría el poeta cartagenero, estas cosas dan ganas de llorar! ¿Qué sistema institucional respetable se puede construir y reconstruir, con una Rama Judicial con semejante desprestigio?

Y como para acabar de romperle la fugaz alegría de su besamanos con la realeza británica, cargando ya con la crudeza de tan deplorable encuesta, apenas se bajó del avión presidencial lo recibió con varapalos Abdón Espinosa Valderrama, el último gurú de la tribu liberal de su tío abuelo Eduardo Santos. Reprochó el anciano de la tribu a Juan Manuel, su “infortunado y a destiempo discurso en la Cámara de los Lores en Londres… No era el escenario ni la ocasión para demeritar el acatamiento democrático al veredicto de las urnas”.

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