El terrorismo como política “altruista”

Todo el mundo sabe del atentado terrorista de las Farc, que en el colmo de su locura, puso una  bomba en una moto, en el municipio de Pradera, Valle,  la cual hizo explotar, con el resultado de un ciudadano de 68 año, muerto, de oficio mensajero, y 50 ciudadanos más, heridos, algunos de gravedad.  Fue tal la actitud sociópata de ese grupo, que el propio ministro de defensa dijo públicamente que esa era un terrorismo igual al que comete Al Qaeda.

El ensañamiento de las Farc contra los pobres, a quienes mata por la razón “altruista” de defenderlos, es tal que realizan la acción terrorista de Pradera cuando el país apenas se reponía del atentado de las Farc del siete de diciembre de año pasado, cuando al menos siete ciudadanos entre policías, militares y civiles  fueron asesinados en el municipio de Inzá, y cuya virulencia fue prácticamente destruyó esa población del departamento del Cauca.

Los argumentos con los que esa organización terrorista “justifica”  estas acciones  son detestables y cínicos: uno,  que los comandos de la policía están en la plaza central de las poblaciones, por lo que es el Estado el  responsables de  esas muertes. Pero ocurre que dichos comandos han estado ahí desde siempre y muchas veces sus miembros han ofrendado sus vidas para defender a la población civil, cuya inmolación es considerada por esa guerrilla, como “efectos colaterales” de su “guerra”. El otro, es que luego de la tregua (no respetada, por cierto) deben mostrar su fortaleza para hablar duro en las negociaciones de La Habana. Matar y herir a civiles indefensos y a policías y soldados abnegados, mediante actos de terrorismo no es una demostración de fuerza, sino de vileza y deja ver su verdadera catadura criminal.

Estos dos ejemplos son una muestra de la larga cadena de destrucción, típico conjunto de violaciones al Derecho Internacional Humanitario, realizadas, además,  con armas no convencionales, prohibidas por los Acuerdos de Ginebra de ese mismo derecho, como el perpetrado con cilindros bomba, que produjo más de un centenar de muertos en Bojayá.

Y es cuando aparece la absurda posición del Gobierno: los considera como una organización insurgente con propósitos altruistas, con la que negocia de tú a tú. ¿Cuál es el altruismo de una de las acciones reseñadas y en qué se distingue de los crímenes atroces de los paramilitares? ¿Hay asesinos de primera y de segunda y víctimas de segunda, invisibles ante la ceguera de un gobierno que a pesar de los muertos, del reclutamiento de menores,  de los que han padecido la violencia ciega y cobarde de esa organización, los considera, de hecho, material desechable, para que sobre sus cadáveres se construya la “paz” con impunidad?

No hay altruismo de ninguna especie en una masacre o en un atentado contra una población, a nombre de un programa político, menos aún, cuando el programa pretende perpetuar el narcotráfico, legalizando la coca, la amapola y la marihuana- su negocio más rentable, en los territorios en los que estos cultivos se realizan, otorgándose el monopolio de ellos, como se presenta en su propuesta de legalización de los narcocultivos..Y si no me creen, léanse la propuesta presentada esta semana por las Farc y verifiquen que en todos los comités que proponen (locales, regionales, nacional), participan y hacen mayoría, comités que tienen su propia planeación. Con el adicional de que la erradicación es voluntaria, las zonas desmilitarizadas y los narcocultivadores, subsidiados por el Estado, para que tengan una vida “digna”.

Así las cosas, la propuesta política de las Farc es la creación de un narco estado criminal, por fuera de la legalidad  internacional.  Es la política al servicio del narcotráfico, es la mayor degradación de aquella. En suma es terrorismo para el crimen transnacional. De altruismo, nada. En ese escenario no tiene sentido negociar  con esta organización narcoterrorista nada distinto a los términos de su sometimiento a la justicia, pues es imposible legitimar, dándole vocería y representación en una negociación entre iguales, a un grupo criminal.

Pero ya el presidente dijo que aspiraba a negociar la paz este año, y si  lo hace, nuestra democracia sería historia, aunque si somos realistas, ya comenzó a parecerse más a Venezuela que, por ejemplo, a Chile,  en los métodos para hacer campaña con las regalías de todos los colombianos y la persecución feroz de sus opositores.

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