El testamento de Hugo Chávez

No sabemos si en realidad hubo algún testamento, de lo que no tenemos duda alguna es que con su muerte prosiguió el saqueo brutal de nuestros recursos.

Una intrascendente pluma oficial se vistió del misterio de los druidas. Como si se tratase de un docto del más allá, ha querido vender la idea de un apócrifo testamento de Hugo Chávez. Asegura que fue escrito cuando el líder de la revolución sintió que la muerte tocaba el manto de su lecho de enfermo desahuciado. El mundo vital del héroe de millones de ingenuos, carcomido por un inesperado enemigo que avanzaba portentosamente. Mientras el cáncer quebrantaba aquel liderazgo, que se creía protegido por los inescrutables espíritus de la sabana, cuatro personas fueron supuestamente convocadas para encubrir aquella verdad. Una suerte de orden ultrasecreta que prometió guardar silencio y sellar sus labios con el compromiso del miedo. El texto es una sarta de enunciados revolucionarios, escritos con la premura de querer ganar algunas canonjías en la mesa que reparte el botín gubernamental.

No sabemos si en realidad hubo algún testamento; de lo que no tenemos duda alguna es de que con su muerte prosiguió el saqueo brutal de nuestros recursos. Más de setecientos mil millones de dólares se evaporaron de manera espectacular, y decrecimos como nación en todos los órdenes. Hoy somos líderes de las peores estadísticas: contamos con la mayor inflación del hemisferio occidental, nuestra moneda ostenta el récord de ser la más débil en el mundo financiero internacional. Nadie busca hacer transacciones en bolívares fuertes. Convirtieron nuestra divisa en el hazmerreír de la economía global.

La inseguridad nos dejó 25.000 muertes violentas en el 2014. Este año amenaza con establecer una nueva marca en la tasa de homicidios y asaltos a la propiedad. Si hablamos de desabastecimiento, solo somos superados por algunos países africanos. Miles hacen filas kilométricas en donde el venezolano sufre lo indecible para lograr conseguir un producto.

Es la multiplicación de la humillación hasta el grado de horadar la dignidad de la persona humana. Son horas de sacrificio en donde nos hemos transformado en víctimas. De la mano del proceso revolucionario nacieron todas esas prácticas indeseables. La galopante corrupción también tiene nombre de bachaco. Los inescrupulosos, con su acción auspiciada por el Gobierno, terminan moliendo a los más pobres. Le sirven hambre en el plato al que solo tiene necesidad ancestral. ¡Es el desposeído atracado por otro de su misma clase!

En el testamento de Hugo Chávez, la corrupción tiene un párrafo aparte. Venezuela es hoy la nación en donde el robo público tiene la protección de una justicia al servicio del asalto. No existe estamento del Estado en donde la malversación no marque el camino. La sustracción descarada de los recursos que genera el petróleo hizo de la élite gobernante unos privilegiados que se llenaron de propiedades y fabulosas cuentas en el exterior. Se asociaron en los negocios más turbios poniendo en garantía a la patria. El narcotráfico consiguió que la impunidad revolucionaria los dejara actuar a sus anchas, la República se transformó entonces en paraíso de la droga y sus múltiples conexiones.

La libertad siempre fue una incómoda pasajera para el comandante muerto. Siempre acarició la idea de mantener en un puño al país, eso de permitir el sano debate le atemorizaba. Sus reglas jamás fueron otras que aquellas en donde un hombre pensara por todos. Un mundo construido en la igualdad de los descerebrados. Seres manipulados, seguidores enfermizos que no se percataran del carácter rastrero de sus ídolos. Una revolución con la impunidad que permite la cobardía.

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