ELECCIONES IRREGULARES DEL CONGRESO

Tal como lo reconocen algunos comentaristas ponderados, esperanzadora fue la hazaña del Centro Democrático al sacar 19 senadores, desconocidos en su mayoría, sin la corruptora compra de votos con los cerca de tres billones de pesos repartidos por el Gobierno entre sus amigos, según consta en el computador de Palacio. Si acaso se canalizó el 10% de esta suma para comprar votos a razón de 100.000 $/voto en promedio, pues entre tales amigos se compraron tres millones. Igualmente reprochables fueron las propagandas electorales del Partido de la U para crear confusión y robarle votos al Centro Democrático.

Enfrentó, además, el Centro Democrático unas Autoridades Electorales sesgadas, quienes le prohibieron al expresidente Uribe hasta poner su nombre o su foto en el tarjetón y les cambiaron los nombres y las cédulas a más de 2.000 testigos electorales. No presentaron correctamente el ‘software’, según constancia escrita que dejaron los ingenieros de sistemas de todos, absolutamente todos los partidos que participaron en la contienda. Así como reportaron mesas de votación con miles de votos frente a los centenares normales, excluyeron todos los votos en numerosas mesas.

Todo este fraude se confirma claramente en los departamentos de Atlántico, Córdoba y Sucre, donde, según delató Fernando Londoño, con solo el 9% de la población lograron el tramposo 26% de las curules del Congreso.

A pesar de tantas irregularidades a su favor, cayó el presidente Santos de contar con el 80% de los votos en el Senado al modesto 46%, porcentaje con el cual no alcanza el 51% que se requiere para aprobar leyes sin realizar alianzas. Si el Senado no aprueba, poco importa que la Cámara haya aprobado, y viceversa. Consideran algunos que en relación con el proceso de paz podría Santos acercarse al 80% de los votos, ya que partidos de oposición como el Polo y los Verdes están en favor de los diálogos de La Habana. Pero las encuestas reconocen que cerca del 80% de los colombianos se oponen a la propuesta de paz del Presidente. Apoyamos, sí, una paz sin la sumisión del país a las Farc.

La revista Semana estima “que el impacto de los 19 senadores de Uribe ni entierran, ni salvan a Óscar Iván Zuluaga. Si hubieran sido diez o doce, como algunos pronosticaban, el retiro del candidato uribista era una posibilidad real. Si hubieran sido 35 o 40, como creían Fernando Londoño y otros, Óscar Iván contaría con la maquinaria para asegurar su paso a la segunda vuelta. Ni lo uno ni lo otro sucedió, y la candidatura uribista por lo tanto sigue en el mismo limbo en que estaba antes de las elecciones parlamentarias”.

No comparto la opinión anterior. En la elección presidencial juega más el voto de opinión, esta contienda entraña grandes diferencias con la del Congreso. La compra de votos no juega tanto. Santos llega desgastado por cuatro años de gobierno mediocre. Difícil recuperar los nueve millones de votos obtenidos para su primer mandato. La amenaza de ingresar de la mano del presidente Santos al castro-chavismo, a la manera de Venezuela, puede inducir a más de uno a NO votar por Santos.

Algo fundamental. La votación para presidente no utilizará tarjetones tan estúpidos, tan antidemocráticos como los empleados para elegir Congreso. Por esto, la mayor votación del país, 2,3 millones de electores, no supieron cómo votar por culpa de los tarjetones.

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