ELN: ¿DISPUESTO AL FIN DEL CONFLICTO ARMADO?

Esta semana volvimos a escuchar a dirigentes del Eln y al Comisionado de Paz hablando de la posibilidad de retomar las conversaciones con esa insurgencia. Pero la pregunta que nos debemos formular es si realmente esa organización guerrillera está preparada y dispuesta para llegar a un acuerdo de terminar el conflicto armado. Porque no hay duda que siempre hay disposición a conversar, cosa que no es mala por sí misma, pero creo que los colombianos quisieran que unas nuevas conversaciones fueran para terminar de una vez por todas, con el conflicto armado con esa guerrilla.

Esto requerirá que se den unas condiciones en el entorno político y otras que tienen que ver con su propia dinámica interna. En cuanto a lo primero, se requiere que el Eln acepte que ya no son tiempos de conversar en medio de la guerra y que ellos deben poner la cuota inicial de credibilidad con un cese de los hechos de violencia unilateral.

Ojalá en su entorno político entiendan que no es el conflicto armado colombiano uno entre actores simétricos y que por lo tanto deberían comportarse como tales; no, se trata de un conflicto entre un Estado con legalidad, legitimidad y mayor capacidad de su Fuerza Pública y una organización alzada en armas contra este. Pero igualmente es necesario que el Estado -no el gobierno de turno y lo que viene sucediendo con la implementación del Acuerdo con las Farc no es buen precedente- y acepte que se trata de buscar acuerdos entre el Estado y un grupo alzado en armas con el compromiso de cumplir lo acordado, de honrar la palabra institucional, al margen del gobierno en curso.

De otra parte, se requiere que ellos internamente maduren la decisión de avanzar en el camino de abandonar el uso de la violencia para transitar a un escenario de hacer política sin armas -con todas las dificultades que eso conlleva y que la experiencia nacional e internacional lo muestra, pero también con los beneficios políticos que eso deriva-.

Porque para ningún gobierno es serio sentarse a conversar con una organización que dice que va solo “a explorar” a ver qué pasa en esas conversaciones, o que no se ha planteado seriamente -y ese es un problema interno de ellos, que no sé si se lo han esbozado- abandonar las armas, especialmente en organizaciones que por su historia tienen un cierto “culto” a las armas, lo hemos escuchado incluso ahora del jefe negociador de las Farc.

Igualmente, deben tener claro que unas conversaciones son para terminar un conflicto armado, no creyendo que se pueda hacer “una revolución por contrato” como decía el ex presidente Alfonso López Michelsen.

Claro que es verdad que la propia dinámica del proceso de conversaciones puede llevar a que los miembros de las partes modifiquen, por lo menos parcialmente, sus posiciones, pero es claro que si no hay una mínima disposición política a abandonar el uso de la violencia, cualquier nueva conversación no llevará a ninguna parte.

Desde el colectivo de colombianos, Defendamos la paz (DLP) se hizo una invitación en ese sentido al Eln y estoy convencido que ellos y otros sectores de la sociedad colombiana y de la comunidad internacional estarían en disposición de acompañar un nuevo intento, pero sobre bases ciertas.

Agenda: ¿Cómo duele el asesinato de personas humildes por grupos criminales en los territorios? no importa si son o no líderes sociales, son colombianos en condiciones de extrema vulnerabilidad y deberían ser la prioridad de los gobiernos.

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