En un año economía pasó de la alerta naranja a roja

En los últimos doce meses, la economía colombiana paso de tener una alerta naranja a una zona roja, a pesar de mostrar a última hora un crecimiento del Producto Interno Bruto, PIB, de 3,2 por ciento y lucir, aparentemente, estar mejor que muchos países de la región.

Pero para el entorno local y para el ciudadano de a pie, no deja de ser preocupante que en poco menos de un año, hoy los colombianos perciben que las cosas no están bien, sobre todo cuando enfrenta un mayor costo de vida ante la escalada de la inflación, un aumento en el precio de los alimentos y los servicios por culpa de la devaluación del peso y una incertidumbre sobre hasta dónde se puede resistir ante el impacto por la crisis económica.

En las últimas minutas del Banco de la República se indica que “se espera que en los próximos meses los efectos del fenómeno de El Niño sobre la producción agrícola y la de energía eléctrica continúen presionando al alza los precios de los alimentos y de los servicios públicos. De igual forma, la transmisión de la depreciación del peso hacia los precios internos puede seguir y generar aumentos adicionales en los costos de producción, y en particular, en el grupo de transables. Estos choques que están aumentando la inflación de forma transitoria, pueden afectar las expectativas de inflación y contribuir a que varios mecanismos de indexación de precios y salarios operen con mayor intensidad que en periodos pasados, y generen una convergencia más lenta de la inflación hacia la meta”.

Comparando

Frente a esta situación de la economía, los analistas privados indican que “la cuestión no es compararnos con lo que resulta en la región latinoamericana ni en elmundo, sino lo que sucede al interior en el país y es donde la gente siente que las cosas no marchan bien, que se debe hacer algo para frenar el incremento en el costo de vida. Las familias saben que hoy que los mismos ingresos que tenían hace un año, hoy ya no les cubre todo lo que quisieran y deben hacer un mayor esfuerzo”.

Esta percepción no es en vano. Si a comienzos de año se tenía una inflación de 3,66 por ciento, hoy el índice de precios al consumidor ya está marcando el 6,39 por ciento y puede terminar el año en 6,5 por ciento, es decir casi el doble en el costo de vida.

Si en enero la tasa de cambio estaba en 2.392 pesos, hoy el dólar ya está sobre los 3.294 pesos, con lo que la devaluación del peso registra casi un 40 por ciento. Esta devaluación es la que finalmente se le está trasladando a los usuarios vía precio de alimentos, servicios, tiquetes aéreos, viajes al exterior, electrodomésticos, celulares, educación, ropa, etc.

Déficits

Otro elemento para destacar es que hoy Colombia registra uno de los elementos más peligrosos para una economía cual es registrar déficits gemelos, como lo es un déficit del 3% del PIB en el frente fiscal, en la balanza comercial de casi 12 mil millones de dólares y un déficit en cuenta corriente que podría llegar a 10.500 millones de dólares durante este año.

Si se registra un déficit de cuenta corriente, significa que el país está gastando más de lo que produce. Este es un fenómeno que pone en riesgo la inversión externa en el país y, por vía de una mayor demanda de bienes importados, se aumente la inflación en un contexto de alta devaluación del peso frente al dólar.

En términos del país, se trata de una vulnerabilidad externa que afecta el crecimiento de la economía y que durante los últimos 15 años se cubrió con llegada de inversión extranjera; más endeudamiento –básicamente del Gobierno–; y los flujos de dineros al mercado local de capitales.

Pero si ese déficit se mantuvo en 3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en los últimos 15 años, ya centros de pensamiento económico como Anif y Fedesarrollo alertaron por la evolución negativa de ese indicador.

“Parte del déficit se cubrió en 2014 con inversión de portafolio fuerte (deuda pública, Bolsa), pero eso no se repetirá en 2015. Se deberá cubrir con más endeudamiento del Gobierno y del sector privado”, dijo Leonardo Villar, director de Fedesarrollo.

Crecimiento

Otro elemento que se ha acelerado es que las perspectivas de crecimiento se han frenado para el corto y mediano plazo. Si se analiza el crecimiento de 3,2 por ciento del tercer trimestre, se tiene en cuenta que aunque aumentó 0,2 puntos frente al segundo trimestre de este año, cayó un punto porcentual frente al comportamiento del PIB en el tercer trimestre del año pasado cuando registró 4,2 por ciento.

Además, con las previsiones de crecimiento que se tienen para este año de 3,2 por ciento tanto del Gobierno como de analistas privados, esa cifra es menor en casi 1,7 por ciento a la alcanzada el año pasado de 4,9 por ciento.

Sin duda la situación de la economía ha pasado del color naranja a la roja. En un mes la tasa de desempleo registró 8,2 por ciento y puede terminar el año sobre el 9 por ciento, similar con la que se cerró el 2014 de 9,1 por ciento.

Industria

En el aspecto industrial, el sector presentó en 2014 una caída de -0,5 por ciento y en el tercer trimestre de este año logró un aumento de 2,5 por ciento, algo destacado durante este año ya que no presentaba cifras positivas en los últimos cuatro meses.

Otro elemento que se debe tener en cuenta es que las tasas de interés del Banco de la República pasaron en seis meses de 4,5 por ciento a 5,75 por ciento y pueden terminar el año en 6 por ciento. Este valor del dinero, sin duda, será está trasladando a los usuarios vía créditos ya sea por medio de las entidades bancarios o por el sector del comercio como grandes almacenes.

Al respecto en su última Junta, los directivos del Emisor señalan que “la mayoría de los miembros de la Junta considera que es conveniente seguir en el proceso de endurecimiento de la política monetaria, buscando disminuir el crecimiento de la demanda interna y mejorar el anclaje de las expectativas de inflación. La política monetaria actúa mirando hacia adelante y, en un entorno en que la economía continúa enfrentando condiciones externas cambiantes”.

Las cuentas

De otra parte, las cuentas del Gobierno frente al rumbo de los recursos ha cambiado en los últimos meses, según el Marco Fiscal de Mediano Plazo, MFMP. En junio de 2014 el Ministerio de Hacienda estimaba un déficit del orden de $9,7 billones (1,2% del PIB) para el Sector Público Consolidado (SPC), y ahora se proyecta en $19,1 billones (2,4% del PIB).

Esto se explica principalmente por 4 factores. Primero, la caída en los precios del petróleo, que provocaría una disminución de 0,6% del PIB en el balance del Gobierno Nacional Central (GNC). Segundo, una mayor rapidez en la ejecución presupuestal de las regiones, por ser el último año de gobernadores y alcaldes. Lo anterior, sumado a los menores ingresos por regalías del sector minero-energético, implica una reducción de 0,3% del PIB en el superávit fiscal de los entes regionales y locales. El MFMP proyecta que los ingresos tributarios del GNC aumentarían 0,2 puntos del PIB respecto a 2014, lo cual implica un crecimiento nominal de 7,8%. Frente a esto, a noviembre el recaudo tributario llegó a 116 billones de pesos y está cerca a la meta de 123,5 billones de pesos, de acuerdo con la Dian.

Si a esto se añade que este año no ha sido el mejor para los empresarios, el futuro económico no es el mejor. Una encuesta realizada por la firma de consultoría Deloitte, señala que el 63,8 % de los consultados consideran que la situación económica empeoró, lo que representa un alza del 11,7 % frente a los resultados de mayo pasado.

No es de extrañar este resultado si se tiene en cuenta que este año factores que han jugado en contra de la buena marcha de los negocios. Uno de ellos es la mayor devaluación del peso, que supera el 38% y que ha terminado por encarecer las materias primas y bienes importados, al tiempo que está aumentando la deuda externa del gobierno y del sector privado. Esta deuda ya alcanza el 49 por ciento del PIB.

También han impactado los mayores impuestos que les pegan a las utilidades de las compañías y les resta flujo de caja.

Adicionalmente, este año la inflación se disparó y está por encima del 6%, el doble de la meta del 3% fijada por el Banco de la República, lo que termina encareciendo los productos.

La encuesta señala que el 53% de los consultados califica como regular el actual clima de negocios, el 37% dice que es bueno mientras que el 9,9% dice que es malo.

Para el año entrante, el 27,2% de los encuestados esperan que la situación económica mejore, el 32% dice que se mantendrá igual mientras que el 40,7% sostiene que será peor.

Sin embargo, el gobierno tiene un panorama más favorable y prevé que la economía colombiana crecerá alrededor del 3,5 % o mucho más si logra la paz. Un estudio del Departamento Nacional de Planeación indica que el Producto Interno Bruto (PIB) podría alcanzar un potencial de crecimiento superior entre 1,1 % y 1,9% adicional cada año si se firma la paz con las Farc.

Los riesgos

Entre los riesgos de un desajuste mayor de la balanza, se encuentran una mayor caída de los precios del crudo, un mayor aumento de la prima de riesgo y considerables aumentos de las tasas de interés internacionales que puedan desplazar el financiamiento externo.

Respecto a la tasa de cambio en lo corrido del año hasta junio se ha depreciado 29% nominal y 14% real. A pesar de que el fortalecimiento del dólar ha sido un efecto global, la percepción del riesgo país ha golpeado más fuerte a la divisa colombiana.

Hasta el momento, todo esto llevo a la posición de inversión internacional neta a registrar una variación de -39,5%.

Por su parte, los indicadores de los establecimientos de crédito siguen dando señales de solidez. De hecho siguen manteniéndose por debajo del promedio de la última década. Sin embargo, los créditos de consumo e hipotecario aceleraron la formación de cartera vencida, en otras palabras le cuesta más a las personas cumplir con el pago de sus obligaciones.

Lo positivo del sector financiero es que los bajos precios del petróleo y la depreciación no dan señales de riesgos en el sistema. Esto es gracias a la poca participación de las empresas más expuestas a los choques externos en el sector. Lo más preocupante para el Emisor, es la dinámica del crecimiento económico y el empleo que pueden afectar considerablemente la calidad de la cartera y la capacidad para otorgar nuevos créditos.

Por su parte el precio de la vivienda durante los primeros meses de 2015 continuaron creciendo por encima de la inflación aunque cada vez más lento. Gracias a la baja dinámica de los arriendos, la percepción de la rentabilidad de la vivienda es menor.

El Emisor afirma que los programas de subsistidos para vivienda incrementan el costo de adquirir propiedades en algunos sectores y considera que es importante revisar los efectos de los programas como Mi Casa Ya sobre el valor de la vivienda.

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