ENCARTADA CAPITAL

Ahora que estamos en elecciones para Congreso y de cara a la elección de presidente de la República el próximo 25 de mayo, el drama que está padeciendo Bogotá es una lección que hay que atender.

En primer lugar, tener presente que abstenerse de ejercer el derecho constitucional al voto o recurrir al perezoso voto en blanco, da como resultado un ganador que no satisface a la mayoría de la sociedad y sus necesidades, un ganador muy poco representativo de la ciudadanía, tal como sucedió en Bogotá, donde más de la mitad del censo electoral se abstuvo de votar y solamente el 32.22 % de la totalidad de los votos sufragados le concedió el título de alcalde al señor Gustavo Petro.

De no movernos, lo mismo nos va a suceder con la elección presidencial, puesto que hasta ahora el candidato favorito, pese a poseer la enmermelada maquinaria, contar con los principales medios de comunicación nacional y disponer de la chequera estatal, no ha podido superar el 28 % de la intención de voto. Grave, muy grave sería elegir un presidente en esas condiciones.

Otro punto al que hay que prestarle mucha atención, aunque hay casos en que somos víctimas de hábiles timadores, es a revisar bien las propuestas de gobierno de los candidatos. Volviendo al caso de Bogotá, hay que decir que se sabía que el soberbio y mesiánico Petro iba a utilizar la Capital como eje para la implementación de la política castrochavista del Socialismo del Siglo XXI en el país, y de paso, para mitigar la frustración de no haber alcanzado la primera magistratura que era su objetivo inicial. Él llegó al cargo sin haber presentado en campaña un proyecto político estructurado para el desarrollo de la ciudad, su estrategia electoral se basó, simple y llanamente, en denunciar a otros, en resaltar las fallas ajenas, en subrayar la falta de ética de sus antecesores como mecanismo para generar adhesión y credibilidad para con él.

Petro ha seguido al pie de la letra el libreto de los castrochavistas: hacer lo que se les da la gana, improvisar, chambonear, y si algo sale mal o se les reprocha, descalificar a sus críticos y asumir el papel de víctimas; recurrir al infaltable balcón para congregar y provocar a las muchedumbres, para invitarlas a la desobediencia ciudadana para violar las leyes o para enredarlas, tal como hizo, cuando convocó a la vergonzosa tutelatón, etc.

La encartada que se pegó Bogotá con el señor Petro es monumental y el daño que le ha hecho tardará muchos años en ser reparado, sin embargo, como reza el dicho popular "no hay mal que por bien no venga", nos libramos de tenerlo como presidente. Además, si aprendemos bien la lección, estaremos prevenidos para lo que nos espera con los futuros congresistas, alcaldes, gobernadores, etc. de las Farc. Delincuentes, como el excomandante Aureliano, que por el mero hecho de haberse reinsertado (gratuitamente, claro está), a la vida civil se creen de mejor casta, individuos privilegiados que están por encima de la ley que cobija al resto de los ciudadanos.

¡Encartada capital…

Para los que siguen pensando en votar en blanco: actúen, en vez de opinar. No dejen que otros le pongan color y cara a su voto.

P. S. A mis amables lectores les informo que a partir del próximo domingo saldré de vacaciones. Espero estar nuevamente con ustedes a comienzos del mes entrante.

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