Encuesta que no es una simple foto

Es evidente el retroceso en el apoyo ciudadano a los diálogos de paz. Crece la desconfianza, todo lo cual se agrava por las acciones criminales de la guerrilla y el vacío de liderazgo gubernamental.

El presidente Juan Manuel Santos ha dicho en varias oportunidades que tiene la vista puesta en el futuro, en el país que les va a dejar a las nuevas generaciones. Y esa previsión a largo plazo la ata de manera inescindible a su repetida promesa de alcanzar la paz con la guerrilla.

Siendo eso así, ¿debería preocuparse por los resultados evidentemente desfavorables que le reporta el más reciente Gallup Poll (el 107 de junio/2015), que indica que el 66% de los encuestados reprueba su gestión? Al fin y al cabo, todos los gobiernos enfrentan turbulencias -es su oficio- y en algún momento ven cara a cara a una opinión pública que manifiesta su descontento por las realidades poco gratas que traen las coyunturas políticas y económicas.

Sin embargo, no estamos ante un enojo esporádico de la opinión, captado a modo de fotografía por las encuestas en un momento dado. El Gobierno se enfrenta en realidad a un estado de opinión que expresa su descontento creciente con la política y la gestión con la que el presidente y su gobierno se han casado de forma irreversible: los diálogos de paz con las Farc.

Diálogos cuyo eventual resultado, concretado en forma de acuerdos, deberá ser refrendado popularmente por la sociedad colombiana, según reiterada promesa presidencial. ¿Cómo no tomar en serio, por lo tanto, estas señales de la opinión pública, que en un futuro que se espera no muy remoto podrían expresarla no ya a través de una encuesta seria, como esta, si no por medio del voto en las urnas?

Vayamos a las cifras: la opinión negativa que generan las Farc en la sociedad colombiana no baja del 93%. El porcentaje de opinión que está de acuerdo con haber iniciado negociaciones de paz con la guerrilla, que en octubre de 2012 era del 72%, hoy día cae hasta el 54%. Y aún apoyando el inicio de diálogos, hoy el 62% de los consultados no cree que estos vayan a llevar a un acuerdo final de paz.

Paralelamente, ante la pregunta de cuál es la mejor opción para solucionar el problema de la guerrilla, quienes responden que es el diálogo caen hasta el 46%, mientras que los que optan por la vía militar suben hasta el 45% (en febrero pasado el indicador era del 25%). En línea directa con esto, el 77% de los encuestados consideran que el problema de la guerrilla está empeorando, siendo esta la cota más alta de pesimismo en lo que va de este gobierno.

Obviamente, la escalada terrorista de las Farc contra infraestructura petrolera, energética, industrial y de transporte, con daños irreparables y consecuencias gravísimas para la economía, el medio ambiente y la salud de las personas, incluyendo la imposibilidad de acceso al agua potable a miles de habitantes de zonas afectadas, genera no solo indignación entre la población, sino un golpe a la viabilidad del proceso mismo.

Y eso sin contar que, en materia de inseguridad, también la encuesta arroja el índice más alto de pesimismo: el 87% de los encuestados cree que sigue empeorando. Y ese mal resultado no es producto de lo que los funcionarios llaman “sensación” de inseguridad, como si fuera un simple temor infundado. Hay que mirar, si no, lo que está pasando en zonas tan importantes como el Oriente antioqueño, que regresa a épocas que se creían superadas, con dominio del hampa.

Ni la seguridad se recupera con discursos sin acompañarlos de acción eficaz, ni la legitimidad del Estado para retomar el manejo del orden público se logra con un liderazgo que se muestra diluido y desorientado. Está bien pensar para las próximas generaciones, pero conscientes de que para llegar allá, hay que construir con acciones concretas desde hoy.

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