Ensillar sin traer las bestias

La forma inconsistente, atropellada, con que se empeñó el actual gobierno de imponer a rajatabla los acuerdos con las Farc, está dando su amarga cosecha. Y una de sus víctimas en materia electoral ha sido el candidato liberal Humberto De la Calle. No levantó fervor alguno. La opinión pública no miró en él al intelectual, al dialéctico, al hombre estudioso, sino la cabeza de quien impulsó un acuerdo habanero lleno de afanes, de concesiones improvisadas, de incongruencias.

A medida que se ha ido desarrollando el posconflicto, no solo las incertidumbres son evidentes, sino que se ratifican hechos como los publicados por el periódico El País, de España, que denuncia que para que las Farc firmaran con el gobierno el acuerdo de paz, había que otorgarles plena libertad para sembrar coca sin obstáculo alguno. Ahí, con tal patente de corso, podría estar la razón del aumento desproporcionado de los cultivos ilícitos, incremento que el mismo Santos reconoció en su reciente viaje por Europa. Esa acusación es de tal gravedad que merece aclararse para que el mundo civilizado no se escandalice más, con estupefacción y rabia.

Ante tantos bandazos, las últimas encuestas dejan al proceso y a uno de sus mentores con grandes grietas. A De la Calle no le dan más del 4 % de la votación. Y según Invamer-Gallup, el 70 % estima que el proceso con la insurgencia va por mal camino. Índice preocupante sobre lo que perciben las mayorías nacionales hacia algo que despertó en sus comienzos reticencias en unos como esperanzas e ilusiones en otros.

El comportamiento temerario de algunos dirigentes guerrilleros ha acentuado el escepticismo. La opinión pública duda de que estén jugando limpio como también recela del gobierno. Por ello, cerca del 90 % de los encuestados, según Invamer, tienen una imagen negativa de la subversión. Y apenas un 23 % aprueba la gestión de Santos, en quien adivina falta de sinceridad y de consistencia. Los dos protagonistas de La Habana y del Teatro Colón de Bogotá, son reprobados por los asistentes a la decadente escenografía del drama.

Posiblemente la comunidad internacional, que ha apoyado, así sea cicateramente el acuerdo y que coronó al presidente con el Nobel, se podría desilusionar. Debe cavilar que quizá fue precipitado el premio y que se ha debido esperar a que los frutos se fueran cosechando. Corrieron a ensillar sin traer la bestia.

Dentro del marco de agrias controversias políticas, económicas y sociales y de un proceso de paz que atraviesa su calle de la amargura, va culminando la primera fase de la eliminatoria presidencial. Polémicas que se encienden con la acusación del diario El País de Madrid.

Sospechamos que en la segunda etapa de la definición presidencial, se avivará la polémica entre quien considera que hay lugar a restructurar el acuerdo de paz sin volverlo añicos, con quien predica que es intocable por ser verdad revelada. A no ser que la coincidencia se dé sobre la primera hipótesis, si los dos candidatos del centro derecha pasan a la final, frustrando los sueños del aspirante del populismo y las alucinaciones.

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