Ensillar sin traer las bestias

El presidente Santos, hábilmente como es su hábito, alienó a los congresistas que se metieron a su reelección, los venidos de la unidad nacional, y los capturados de la izquierda, que renunciaron a su filosofía para sumársele, quedando alineados a su proyecto político. Esta coalición se ufana pertenecer a la nueva izquierda, alianza que Santos utilizará para hablar de “paz y posconflicto”.

¿Y los conservadores lentejos, dónde quedan?-en el limbo. Mientras eso ocurre, los medios no ahorran esfuerzo en magnificar lo dicho por el Presidente, so pena de sacrificar sus contratos de publicidad. La reelección se montó con el lenguaje de la paz escrita en piedra y en la palma de las manos de entusiastas seguidores. Ahora, se suma otra expresión no menos importante: el “posconflicto”. Ha dicho el Presidente en la alocución de instalación del Congreso, que “este será el Congreso de la paz” y Humberto de la Calle, le agrega, del “Posconflicto”.

El Presidente se mueve en una órbita diferente a la de las Farc. Estos tienen sus tiempos para andar. No tienen afán, nunca la han tenido, y menos ahora con la comodidad y hospitalidad que gozan en La Habana por cuenta de los hermanos Castro. Abandonar tremenda pasantía vacacional pagada con presupuesto de los colombianos no lo soñaban, les llegó como regalo de la mano de Santos en su interés de publicitar ante la comunidad internacional un eventual premio Nobel de paz, y para lograrlo, no ceja empeño en meter en la paz a figuras relevantes de la política internacional para que se pronuncien sobre las bondades de ella. Por su puesto que todos dan su voz de aliento para continuar en tan loable anhelo de los colombianos de lograr la paz tan esquiva por cuenta de los mismos terroristas. Pero la paz, no pasa por la aquiescencia internacional, sino, por la voluntad de La Habana.

El lenguaje de paz y postconflicto, salió de La Habana y se trasladó al congreso y a la televisión como recado. A la fecha, en el Congreso solo se habla de legislar para la paz y el posconflicto, sin saber los congresistas, qué es el posconflicto, pero para justificar servir de algo, y mostrar trabajo, se habla en esa dirección para estar en sintonía con la Casa de Nariño, porque de no hacerlo, los sacarán del computador de Palacio.

Pero mientras a los congresistas se les pide que se alineen en torno de la paz y el posconflicto,  a Humberto de la Calle, se le pide que haga el mandado en la Tv, a nombre de las Farc, hablar ya no de la paz sino del posconflicto metiendo a las víctimas. Y mientras esto sucede en Palacio, en nuestra geografía las Farc, arrecian los atentados, afectan el ecosistema derramando petróleo a los ríos, atacan la población civil, asesinan soldados y policías. ¡Que viva la guerra de las Farc, y la paz de Santos¡

El Presidente ignora que en el congreso se cuecen nueces políticas diferentes a las de palacio, que en su comienzo mostró servir de ring de lucha personal, para pasar cuentas de cobro contra los uribistas, con amenazas de demandas ante los tribunales de justicia en donde tienen su nicho para  el revanchismo de las altas cortes contra Uribe. Pero la bancada uribista no se queda atrás, no son minusválidos intelectuales, están preparados para el debate.

Los colombianos conocimos cómo será el almuerzo político, al saber cómo fue el desayuno presentado por el chef del Polo, Iván Cepeda, con su menú histórico de odio contra Uribe, se desgastará, desperdiciará su tiempo porque Uribe lo ignorará. Será una lástima que la legislatura en vez de ser aprovechada para debatir proyectos de reformas al Estado, se utilice para retaliaciones personales. Álvaro  Uribe, es como las anacondas, mientras no se le agreda, no responde.

El Presidente no puede seguir ensillando la paz y el posconflicto, mientras las bestias que destruyen la infraestructura del país, matan soldados y policías, no se les saque del monte y de La Habana.

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