Entre Cárdenas y el valido de Felipe IV

MAURICIO CÁRDENAS, nuestro sagaz ministro de Hacienda, en 2015 va a enfrentar un hueco fiscal entre 12,5 y 20 billones de pesos que lo llevan a correr tres grandes riesgos: que se le agrande el agujero fiscal por razones ajenas a su voluntad; que los impuestos con que pretende tapar el hueco no sean los que deben ser; y que no está apuntando al recorte de gastos donde debe apuntar.

En relación con la primera eventualidad, el 21% de los ingresos fiscales dependen del petróleo. Por mayor oferta y menor demanda (en medio de turbulencias en Oriente Medio) el precio del crudo se contrae. El solo hecho de que el promedio del crudo Brent-WTI baje a US$90 va a poner al ministro en serios aprietos.

Haciendo abstracción de mantener un impuesto ridículo como el de las ‘transacciones financieras’, Cárdenas propone doblar un impuesto abiertamente antiinversión como es el del patrimonio, impuesto que —a tasas mucho más bajas— sólo rige en dos países del continente. Me explico: la tasa total de impuestos en Colombia es la tercera más alta en América Latina y el Caribe. Según el estudio “Paying Taxes 2014”, del Banco Mundial y la firma PWC, la tasa total de tributación, calculada para un negocio manufacturero de 60 empleados, es del 76% de las utilidades antes de impuestos, mientras que en el mundo es de 43,1% y en Suramérica de 52,7% (Chile, la más baja, tiene una tasa de 27,7%). La alta tasa colombiana está impulsada por la seguridad social, que pone 23,7 puntos porcentuales; los impuestos municipales y el impuesto de renta, que aportan, cada uno,19 por ciento. Haciendo un cálculo elemental, asumamos que una empresa media, con un patrimonio de $10.000 millones, factura 10.000 millones de pesos al año. Asumamos igualmente una utilidad bruta de $2.000 millones por la que pagaría 1.520 millones de pesos en impuestos. Si a esta suma le deducimos el impuesto al patrimonio (2,25%), el accionista se lleva a casa 225 millones de pesos. ¿Usted cree, señor ministro, que ante una rentabilidad tan precaria los empresarios van a tener apetito de seguir invirtiendo en Colombia? Cárdenas, inexplicablemente, se resiste a aumentar los impuestos al consumo como el IVA.

Finalmente se debe señalar que los recursos no irán a nuevas obras, muy urgentes y necesarias, sino a funcionamiento. El gasto en burocracia, asesores, vehículos, viajes y otros derroches, y en la creación de ministerios y entidades, es execrable: de 2013 a 2014 subió 13 por ciento, y para 2015 aumentará otro siete por ciento. ¿Es el precio de la reelección? La justicia —lenta e ineficiente— se lleva el 10% del presupuesto de funcionamiento. ¿Puede usted creer, amigo lector, que la Fiscalía tiene una nómina diplomática paralela en las grandes capitales de Europa?

Tampoco las reformas atacan la rampante evasión en ciertas zonas del país. En Cartagena —puerto pujante y polo industrial—, en donde la propiedad raíz es la más cara del país, sólo seis personas naturales pagan el impuesto al patrimonio. Tampoco es serio que de 23,5 millones de trabajadores, sólo 7,5 millones hagan aportes a la seguridad social.

Francisco de Quevedo, el más agudo de los poetas españoles, acusaba a Gaspar de Guzmán Conde-Duque de Olivares, el valido de Felipe IV, de haber socavado el Imperio español a punta de impuestos. El poeta comparaba a Felipe IV “el Grande” con un hueco, “más grande cuanto más tierra le quitan”. Esperamos que no terminemos comparando a Cárdenas con el Conde-Duque.

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