Es la seguridad, estúpido

James Carville, asesor de Bill Clinton que disputaba la elección en 1992 con el presidente George Bush, construyó para la campaña la frase “Es la economía, estúpido”. Fue tan exitosa que llegó a convertirse en giro corriente del lenguaje político con diferentes variaciones; -Es la educación, es la salud, es el medio ambiente, estúpido-. En Colombia los reeleccionistas se devanan los sesos buscando explicaciones de por qué si la economía va bien y se han repartido prebendas de manera generosa, el candidato presidente no solo es incapaz de ganar en la primera vuelta sino que tiene comprometido seriamente su triunfo en la segunda.

La respuesta es muy simple; con el gobierno de Santos la gente perdió algo muy valioso y lo está sintiendo: La seguridad. Cuando no se puede tomar un bus sin riesgo de ser atracado, cuando el tendero vive con miedo, los niños son abusados por pandillas en los propios colegios o los empresarios tienen que abandonar enormes inversiones en los Llanos Orientales porque regresó el boleteo, los acuerdos de La Habana no significan nada para el votante.

El ciudadano no se siente afectado por los tratados de libre comercio, no los entiende. Es ajeno a la lucha de poder entre las Cortes, pues lo que importa es que el delincuente que acaba de atracarlo y es capturado vaya a la cárcel, pero no va. No lo motivan los anuncios de grandes obras si no las puede disfrutar porque no se hacen. Lo que realmente vincula al ciudadano raso con el gobierno es la respuesta a los asuntos cotidianos entre los cuales la seguridad es fundamental pues toca con el instinto de supervivencia. La percepción de un aumento en los riesgos está directamente relacionada con la pérdida de confianza en el Estado y sin confianza la reelección no tiene futuro. Es la seguridad, estúpido.

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