Es urgente un reajuste institucional

En el prólogo que Henry Kissinger escribió para las memorias de Lee Kuan Yew, afirmó que “desafortunadamente la explosión de la información no ha estado acompañada de un aumento similar en el conocimiento”.

No se refería al avance en la ciencia y la tecnología. Quiso reconocer la interacción entre las naciones y los ciudadanos del mundo e, igualmente, expresar su preocupación porque esa realidad no conducía a un mejor conocimiento recíproco.

Y el gran líder de Singapur, que llevó a su nación a disfrutar de las oportunidades del primer mundo, al resumir los principales activos que estructuró, o con los cuales contó para gobernar, puso en lugar destacado a las instituciones y la confianza de la gente. Estas lecciones deben recibirse recordando también que uno de los legados de Blair ha sido llamar la atención de los políticos acerca de que muchos, para quienes la política es lejana e irritante, no piensan en ella una sola vez en el día.

A pesar de todo, gracias a la información se forman percepciones y los ciudadanos hacen juicios sobre los acontecimientos y la conducta de quienes participan en lo público.Lo que siente y piensa el ciudadano determina la fortaleza o debilidad de la democracia. Nadie puede creer que el sistema está bien cuando la mayoría califica mal lo que sucede. Además, insistir en lo contrario profundiza, peligrosamente, la brecha entre el poder y los hombres y mujeres que tienen expectativas legítimas.

¿Qué está pasando en Colombia? La inmensa mayoría no cree en las instituciones. El desprestigio castiga a todos los poderes y no se ha podido encontrar el camino para que los partidos vuelvan a tener credibilidad. Por eso, más del 70 por ciento, porcentaje que sigue creciendo, de los que responden encuestas se autocalifican como independientes. A esta situación hemos llegado no solo por el impacto de los fenómenos que menciona Kissinger.

Es que los hechos son tozudos y las pruebas numerosas. Veamos algunas:

Conforme a la Constitución Nacional, el Congreso ejerce el “control político sobre el Gobierno y la administración”.

No obstante, se permitió un debate contra el expresidente y hoy senador Álvaro Uribe Vélez, jefe de uno de los partidos de la oposición, desconociendo pronunciamientos de la Corte Constitucional, acerca de que dicho control constitucional se ejerce “únicamente sobre la rama ejecutiva del poder público”.

Se afectó, entonces, esa institución.

La Fiscalía acaba de proponerle al Congreso la creación de un tribunal de garantías para evitar el “caos en las interpretaciones de los jueces”, que toman, frente a casos idénticos, decisiones diferentes.Es decir, nada más ni nada menos que no hay seguridad jurídica.

Las facultades disciplinarias del Procurador en relación con funcionarios de elección popular, que están consagradas en la Carta desde 1991, se pusieron en duda y nada ha pasado. La lista es larga y la conclusión clara: lo que se necesita con urgencia es un reajuste institucional.

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