»Esperábamos más de Santos»

El gobernador del estado Miranda y excandidato presidencial criticó la actitud del Gobierno colombiano con Venezuela. Dice que lo pragmático no puede ser lo único que reine en la política.

En el patio de una biblioteca pública y con la presencia de 500 personas, una orquesta infantil esperaba sobre la tarima para cantar tres himnos, el de Venezuela, el del estado Miranda (centro) y el del maestro. El excandidato presidencial y actual gobernador de esa entidad, Henrique Capriles Radosnki, llegó repartiendo besos y abrazos bajo su gorra tricolor. Antes de que tomara asiento, una de las asistentes congeló el momento en una frase: “¡Carajo, puras mujeres!”. Bajo un calor persistente, las selfies iban y venían, los hombres miraban a distancia y la señora completó entre risas su titular de revista: “Él siempre dice que se va a casar con una maestra”.

El pasado 15 de enero, en la biblioteca pública de Tacarigua, municipio Brion, un poblado de la extensa y ardorosa región de Barlovento, Capriles rindió homenaje a los maestros, posó para cientos de celulares y atendió en exclusiva a El Espectador para hablar de Venezuela.

Esta semana, luego de meses de silencio, el gobernador advirtió que el pueblo “comienza a desesperarse y se le agota la paciencia” con las filas en grandes y pequeños mercados para intentar abastecerse de artículos básicos. Dijo que se ha reunido con varios dirigentes opositores para iniciar una “movilización de calle” contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro, aunque subrayó que las medidas están desligadas de cualquier conducta violenta.

¿En adelante va a responder como gobernador de Miranda o como el líder nacional de la oposición?

Tú sabes que he dicho que nosotros no somos la oposición, sino que somos la solución. Eso es importante, que los venezolanos realmente crean que hay solución para los problemas del país, que no entren en un estado de resignación. Hablo desde Miranda, donde tengo una responsabilidad directa, pero no he renunciado a mi tarea de líder nacional ni abandoné a la gente por estar metido aquí. No. Tengo un doble rol, desde aquí le tengo que mostrar a todos los venezolanos el país que debemos tener.

¿Su decisión de tener una menor exposición mediática el año pasado obedece a una táctica política o a fricciones internas dentro de la Mesa de la Unidad Democrática?

No fue una decisión. Fue por la censura.

¿No tiene que ver con haber rechazado “La Salida” que propusieron Leopoldo López y María Corina Machado?

No, nada, nada. Hermano, no hay ningún líder en este país al que hayan censurado como a mí. Y no es por dármelas de víctima, porque a mí ese papel nunca me ha gustado. Es la realidad. Voy a cumplir dos años que no voy a Globovision, y ese es un canal de noticias.

¿Qué se dicen ahora en esas reuniones que hay entre usted, María Corina Machado, Antonio Ledezma y los representantes de Voluntad Popular?

Estamos buscando puntos comunes. La conversación no ha terminado. Nos tenemos que incorporar todos. La unidad no puede estar cargada de soberbia. Un partido, por muy pequeño que sea, tiene que tener espacio porque todos nos necesitamos. Si somos un proyecto que llama a la inclusión, debemos trascender.

¿Están discutiendo candidaturas para las próximas elecciones a la Asamblea Nacional?

No. Lo que queremos es conformar un equipo que coordine las movilizaciones de calle.

¿Pueden obtener la mayoría en la Asamblea Nacional?

Ciento por ciento.

¿Cuándo fue la última vez que habló con Leopoldo López?

Cuando lo visité en Ramo Verde. Eso fue a mediados del año pasado.

¿Tiene pensado volverlo a ver en las próximas semanas?

No depende de mí. Depende de que autoricen y no creo que lo hagan, porque el gobierno no quiere que haya unidad. Y es lo que también le he dicho al Partido Voluntad Popular: “Más allá de las diferencias, porque las diferencias las tenemos, de fondo, tenemos que unirnos”.

Tenía meses sin ofrecer una rueda de prensa y comenzó la más reciente hablando sobre crisis económica. ¿Qué hay de cierto en que usted alaba el modelo económico de Ecuador?

Nunca he planteado eso. He dicho: vean las economías de América Latina. No creo ni en el socialismo ni en el capitalismo. Estamos en pleno siglo XXI y no hay un modelo perfecto. Quitémonos las etiquetas. Este es de izquierda, este es de derecha. No, hermano.

¿Las etiquetas funcionan para el telemarketing político?

Sí, pero son malas en política, porque pueden excluir cuando tú no quieres. Si dices que eres de derecha, entonces el que se asume de izquierda no querrá tener que ver contigo. ¿Y por qué vas a dejar que te etiqueten si tu pensamiento es más profundo o tiene matices? He planteado el progreso y podemos discutir qué significa para darle una identidad a nuestro proyecto de país. Lo hemos llamado el Progresismo.

¿Esa es otra etiqueta?

No, no, no. Estoy hablando del progreso como fin, y el progreso es algo que abarca a todo el mundo. Lo que tratamos de lograr es el mayor consenso posible para que no exista una sociedad dividida. Sobre Ecuador lo que he dicho es que vean en ese país que su modelo económico en nada se parece al venezolano. Allá creen en el sector privado. Se lo dije al canciller Patiño: “Canciller, ¿por qué usted no se lleva a Nicolás Maduro para que vea si es tan bueno su modelo?”

¿Qué le respondió?

Silencio. ¿Qué me va a responder? La economía ecuatoriana tampoco tiene que ver con el socialismo. Igual en Chile, el planteamiento de la presidenta Bachelet tiene una base de izquierda, pero su economía tiene una inflación de un dígito. He planteado un modelo en el que haya un profundo compromiso para atender la complejidad social de Venezuela, donde la mayoría vive en sectores populares, para que haya menos pobreza, pero tiene que haber un sector privado sólido, fuerte y que ayude en ese desarrollo. No concibo ese desarrollo desde la perspectiva estatista, que es un modelo fracasado.

¿Entonces usted no representa a la derecha?

No soy de derecha y Venezuela tampoco. Y nuestro problema no tiene que ver con eso. Pregúntale a la gente en el barrio y te responderá: “Señor, ese no es mi debate”. Ese es el debate que quiere imponer el gobierno para decir que la izquierda es buena y la derecha es mala. Claro, la realidad histórica de este país es que Venezuela siempre ha tenido el corazón a la izquierda.

¿Hay posibilidades de que los líderes del gobierno y la oposición se vuelvan a sentar en la misma mesa?

Pareciera que la poquita racionalidad que había en algunas declaraciones y planteamientos del gobierno se acabó. Le dieron hasta una patada a la Iglesia.

¿Y qué hicieron los cancilleres de Unasur que sirvieron como facilitadores del diálogo? ¿Cuál fue el papel que cumplió María Ángela Holguín?

Ella hizo un esfuerzo, pero soy crítico con la posición que tuvo el Gobierno de Colombia, en general. En su momento nunca me expresé a favor de ningún candidato presidencial en las pasadas elecciones, por respeto al pueblo colombiano, pero sí te puedo decir que nosotros hubiésemos esperado más solidaridad del presidente Santos. Lo pragmático no puede ser lo único que reine en la política. Creo que el presidente Santos tenía una gran oportunidad para levantar la bandera de la democracia en América Latina.

¿Cómo se traduce esa solidaridad?

En la posición que él tuvo. ¿Qué significa eso? Bueno, nosotros nos quedamos solos con nuestro reclamo poselecciones. Él como presidente tuvo la cortesía de recibirme cuando visité Colombia y se lo agradecí públicamente, pero hasta ahí. Después salió el gobierno de Venezuela a hacer una alharaca y llegó una declaración en mi opinión fuera de lugar de la canciller María Ángela Holguín, en la que decía que el presidente no se iba a reunir más con nosotros. Bueno, ¿y por qué?

¿Cuál es su relación con Juan José Rendón?

¿J. J.? Él es un venezolano que contribuyó con papeles de trabajo para nosotros, por supuesto. Es alguien que quiere que esto cambie. Lo que pasa es que a él este gobierno le ha inventado historias, lo han tratado de convertir en enemigo externo. Casi lo culpan de la inflación. Siempre le he dicho, las veces que he podido hablar con él: “haz caso omiso”.

¿Tienen buena relación?

Sí, vale. Cómo no. Claro que sí.

¿Lo escucha? ¿Le parece un buen asesor político?

A mí me gusta consultar a la gente. La soberbia es terrible. J. J., digan lo que digan, es un tipo talentoso, muy hábil. Lo que pasa es que tú sabes cómo son las campañas, y si te derrotan más. De J. J. han dicho muchas cosas, pero hasta ahora no he visto que nada de eso que han dicho sobre él sea cierto.

¿Y es, como dicen, amigo y aliado de Álvaro Uribe?

Nunca he conversado con el expresidente Uribe. Nunca. No soy un actor político en Colombia, ni me gusta que me utilicen para su dinámica interna. Si él hubiese sido presidente en medio de esta coyuntura, le hubiese pedido una reunión, pero fui a reunirme con el presidente de Colombia, independientemente de quién fuera.

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