Estadísticas inocultables

El destacado senador por el Centro Democrático, señor Alfredo Rangel Suárez, les presentó a los colombianos en el programa La Hora de la Verdad del pasado 8 de febrero algunas comparaciones entre “las cifras estadísticas oficiales” de los actos delictivos acumulados al finalizar el gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez en el año 2010, y las mismas cifras acumuladas siete años más tarde, en 2017, en el gobierno de Juan Manuel Santos Calderón.

Las extorsiones se elevaron en 295% durante los siete años aludidos. Las voladuras de oleoductos en 103%. El hurto a las personas se incrementó en 185%. El hurto común se aumentó en 145%. Las motos robadas, 82%. Asaltos a los locales comerciales, 72%. Atracos a las instituciones financieras, 51%. Hurto de vehículos, 46%. Y, finalmente, las sustracciones a las residencias se dispararon un 36%. Conclusión: Los incrementos de la delincuencia como consecuencia de la “paz de Santos” son escandalosos.

Y no resulta posible esperar resultados optimistas durante el posconflicto, porque el área de los cultivos de coca se ha triplicado y su producción se ha cuadruplicado. La legalización del narcotráfico avanzó cuando a algún consumidor que portaba una cantidad elevada de coca la consideraron nuestros sabios jueces como “su dosis personal para varios días”, con lo cual quedó aprobada la comercialización en cantidades elevadas.

La legalización, de hecho, del narcotráfico se ha concluido. Protegieron, primero, la erradicación aérea con glifosato y promovieron la ineficaz y lenta erradicación manual. Además, la manual tiene que ser gradual, concertada y precedida por la apertura de vías, sistemas de riego y cuantiosas inversiones del Gobierno en las zonas cultivadas con la coca.

La legalización, de hecho, es evidente. Erradicación ilusoria y tolerancia de la producción en plantaciones pequeñas de menos de 3,8 hectáreas. Una dosis personal mínima legaliza el consumo. Y ahora, “la dosis personal para varios días” legaliza el porte de las grandes cantidades con el fin de ser comercializadas, hasta para enviciar a nuestros niños en los colegios. Todo legal: producción, comercialización y consumo.

Preguntarán algunos ciudadanos, ¿cómo influye el narcotráfico en los incrementos escandalosos en la delincuencia? Sucede que los dineros del narcotráfico regresan a Colombia para ser lavados por medio del contrabando, la subfacturación, la corrupción de las aduanas… y como consecuencia de estas descontroladas competencias desleales, se quiebran nuestras empresas y cunden el desempleo y la informalidad.

No considero hipotético sospechar que algunos desempleados se asocien entre sí en los llamados combos o se vinculen con las guerrillas para obtener ingresos para sobrevivir de los hurtos, los atracos, las extorsiones…

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