Están imitando a los esbirros de Cuba

Deberíamos leer con más atención lo que escribe Yoani Sánchez, la joven y valiente bloguera cubana. En su más reciente artículo, publicado en una revista madrileña, encontré algo que me llamó la atención. Ella describe algunos de los métodos que emplea en estos momentos la dictadura castrista contra el pueblo. La comparación se hizo evidente. Entre lo que hacen los verdugos comunistas de la atormentada isla y lo que hacen los esbirros del actual fiscal general colombiano, Eduardo Montealegre Lyneth, hay un cierto mimetismo.

Ella cuenta que el régimen cubano, antes de asestar sus golpes contra la oposición, intenta “satanizar las tecnologías y la disidencia”. Agrega que la prensa de la dictadura “repite ciertos estribillos” y los mezcla a historias reales o inventadas de “terroristas” que ese régimen dice haber “descubierto en territorio nacional”. Los pocos teléfonos móviles que hay en la isla y los pocos twitters que pueden ser lanzados en esas condiciones son espiados pues, para la dictadura, todo eso es sinónimo de “guerra y muerte”. Cumplidas esas maniobras, la represión castrista deja caer finalmente sus trampas sobre “un individuo, un grupo, una sociedad”.

Sin saberlo, Yoani Sánchez describe las violentas andanzas del señor Montealegre contra los adversarios del santismo.  Como los cubanos, el fiscal general hace que la prensa adicta repita “estribillos” contra la oposición uribista y contra los partidarios de la libertad, que son los mismos que votarán este 25 de mayo por Oscar Iván Zuluaga. Todos ellos son calificados de “neofascistas”, “espías” y “enemigos de la paz”. El fiscal lanza, al mismo tiempo, advertencias veladas o no contra los cibernautas y utilizadores de las nuevas tecnologías quienes podrían ser acusados de estar  robando “secretos de Estado”.

Para mostrar su poder y tratar de arruinar la candidatura de Oscar Iván Zuluaga, la cual, por el contrario, toma la delantera en las encuestas ante las chapucerías y mentiras infames del gobierno saliente, el jefe de la investigación criminal en Colombia escogió a un activista que sus servicios seguían desde hacía meses para montarle una trampa. Organizó la aparatosa captura del joven Andrés Sepúlveda Ardila, diciendo que él es un “espía” que trataba, o había logrado (lo que falta probar) penetrar nada menos que las comunicaciones de los jefes de la banda narco-terrorista Farc y de sus negociadores en La Habana. En lugar de darle una medalla por eso y una oficina para que continúe esa labor patriótica y antiterrorista, Montealegre desató, por el contrario, su furia administrativa, como quieren los servicios cubanos, y lo encerró en una gélida celda del “bunker” de la Fiscalía. Desde ese instante, y ante la falta de pruebas, el represor envió sus acólitos de la radio a indagar e interrogar de manera intrusiva a la familia y amigos del detenido, para que éstos contribuyan a su satanización.

Experto en tecnología y seguridad informática, Andrés Sepúlveda es acusado por Montealegre, y por la prensa abyecta, de ser un peligroso “hacker neofascista” que estaba haciendo “negocios millonarios” con información “comprada y vendida” a un solo postor: la fuerza pública. Claro, nada de eso ha sido confesado por el detenido ni probado por juez alguno pero la prensa infame continua con sus “estribillos” calumniosos, que caen no sólo sobre el detenido sino sobre su familia (el hogar de su esposa también fue allanado) y sobre todo aquel que haya cruzado una mirada con el detenido. Luis Alfonso Hoyos, un asesor de la campaña de Zuluaga, fue objeto de brutales presiones. “Mi mamá, mi esposa, nuestros dos pequeños hijos, mis hermanas y hermano y todos los seres cercanos no entienden esta avalancha que pretende destruirme”, declaró.

Como las pruebas faltan apelaron a las “inferencias”. Un ejemplo: el hermano del “hacker” declaró que alguien, durante el primer interrogatorio, le dijo a Andrés que él tenía que ser un neofascista porque “era calvo”. El silogismo inventado por los filósofos de la Fiscalía es: “Usted es calvo luego debe ser neofascista, pues todos los neofascistas son calvos”. Así de bajo ha caído el sistema judicial colombiano.

Ese método, en el que la víctima encarcelada, sus familiares, amigos, vecinos y empleadores deben ayudar, bajo amenazas, al represor, es típico del totalitarismo nazi-comunista. Al jugar ese papel, digno de Cuba y Corea del Norte, Montealegre mostró su orientación filosófica. El pierde así el respeto de los colombianos.

Todo el mundo debe temblar ahora ante Montealegre. El hombre despotrica contra el candidato Zuluaga y contra el ex presidente Álvaro Uribe Vélez y la prensa chavista de Venezuela aplaude. Pues hay una jauría internacional pro Farc que trata de hacer ganar a Santos. Empero, nada de eso ha servido. Zuluaga sigue subiendo en las encuestas pues el electorado colombiano es más firme, inteligente e informado de lo que cree Santos. Y la riposta del uribismo es contundente, en las plazas públicas y en todos los frentes. Un equipo de abogados, encabezado por Jaime Granados, se pronunció contra el “montaje de Santos-Rendón contra Zuluaga”. El video de Semana, dijo, “es falso, fue editado y manipulado”. Por eso Zuluaga presentará demanda penal. Otra víctima, el Contralmirante (r) Gabriel Arango Bacci, de la Armada de Colombia, quien pasó años en una cárcel por una obscura manipulación de Santos, le exige ahora que se explique.

El electorado sabe que Santos y su asesor JJ Rendón, hoy escondido en Miami tras el destape del escándalo de sus relaciones con jefes paramilitares, que Montealegre no quiso investigar a tiempo, conocían a Sepúlveda por haber contratado sus servicios hace años. Nadie ignora que el tenebroso Rendón cometió timos en las elecciones de 2010 (como imitar ilegalmente la voz del presidente Uribe en un audio). Por eso rechazan las denuncias y montajes ridículos con los que las minorías extremistas pretenden atajar a Óscar Iván Zuluaga y abrirle una avenida al castro-chavismo en Colombia. Pero no lo lograrán. Contra esa cultura de la mentira que se apoderó de la cumbre del Estado, se abre paso una cultura de la verdad. Las mayorías van a demostrarlo en las urnas el domingo entrante.

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