Evidencias del fraude

El gran fraude, libro del investigador Libardo Botero, director académico del Centro de Pensamiento Primero Colombia, comienza con esta pregunta o reflexión: "¿Es cierto que Colombia es el país donde se cometen más asesinatos de sindicalistas en el mundo?" Según Botero, "cualquier persona medianamente informada, o que consulte sobre el tema en Internet, respondería al instante que sí. (eso) Hace parte del cúmulo de 'verdades' convencionales, repetidas hasta el cansancio (…)".

Botero logra el objetivo que se propone en la primera página: crear serios interrogantes sobre la 'verdad sabida' de la existencia de una sistemática y planificada política antisindical y genocida del Estado colombiano. Por otra parte, convirtió una investigación científica sobre tema abstruso, en apasionante thriller, con episodios y descubrimientos sorprendentes, cuyos protagonistas son el propio autor -la más acatada autoridad sobre el tema sindical en Colombia-; la Escuela Nacional Sindical -representada por su director, José Luciano Sanín, en el papel de malo malísimo en la obra-, y Daniel Mejía y María José Uribe, valientes y esforzados investigadores del Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico de la Universidad de los Andes. Botero, en este libro, y Mejía y Uribe, en La seguridad de los sindicalistas y el bloqueo al TLC, demuestran, con hechos, la magnitud del fraude urdido por la ENS.

En la obra intervienen decenas de personajes secundarios: alguna prensa que se dejó estafar con cifras inventadas por los malos; seis congresistas norteamericanos asociados con ellos para impedir la aprobación del TLC -que lograron que doña Nancy Pelosi lo metiera en el congelador-; la Corporación Nuevo Arco Iris, que terció para convalidar el fraude; Anncol, que convirtió en consignas políticas los 'hallazgos' de la ENS. (A propósito, qué competencia tenaz entre Caracol Radio y Anncol por ver cuál zahiere e insulta más y mejor a Uribe y a mí).

Para abrirles el apetito para leer el libro, reseño algunas curiosidades: Chávez dijo en discurso contra Colombia que en Venezuela bolivariana "no había ni sindicalistas asesinados, ni desplazados, ni fosas comunes ahítas de cadáveres". La ENS, en claro concierto para 'legitimar' el fraude chavista, expidió certificado de buena conducta a ese régimen, diciendo que la tasa de homicidios de sindicalistas era 0 (la menor del mundo); a Colombia le asignó 4,7 (la mayor). Botero, en cambio, demuestra, citando a Teodoro Petkoff y Marta Colima, que "durante los últimos 9 años, en Venezuela han asesinado por encargo a 454 competidores del hoy sucio y rentable negocio sindical". Los periodistas denuncian que el 'nuevo sindicalismo' venezolano es una mafia criminal y que hay una verdadera campaña de exterminio de los sindicatos.

Almas muertas, la obra de Gogol, provee a Botero varias citas que utiliza como epígrafes sarcásticos en los capítulos que se refieren al tráfico de cifras de homicidios de sindicalistas. Según él, hay un 'negocio' de almas muertas muy fructífero para la ENS y la CUT, pero que es una verdadera ruina moral para el nombre de Colombia en los organismos internacionales. Las artimañas van desde nombrar como 'sindical' una organización o un oficio cualquiera a la que pertenecía un muerto (acciones comunales, de acueductos, escoltas, familiares de sindicalistas, abogados, estudiantes, concejales, desempleados, etcétera), para engrosar la estadística.

En fin, tanto Botero como Mejía y Uribe no dejan dudas sobre que estamos ante un fraude sistemático y dirigido, que convirtió en 'verdad oficial' para los actuales gobiernos de los Estados Unidos y Colombia que el Estado colombiano es genocida. La paradoja: la ENS, que milita en el antinorteamericanismo más hirsuto, terminó convertida en consueta, que le dicta a la Casa Blanca un guion contra sí misma y contra su mejor aliada.

José Obdulio Gaviria

Eltiempo.com

Agosto 10 de 2011

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