Farc-tour

¿Que fue a hablar de paz? Y de guerra, que es lo que ese capo y sus secuaces saben hacer como pocos.

¿Sólo dos veces? Habrá ido de paseo a la isla las que le haya dado la gana. Dos, cien o mil, y no nos habremos enterado.

Para moverse entre dos dictaduras no necesitan pedir permiso a Santos ni a nadie salvo a los dictadores. Y los Castro y ese Maduro, que no permiten a los suyos viajar al exterior cuando quieren (no dejó que la opositora María Corina Machado fuera a Estados Unidos a recoger un premio la semana pasada), no tienen el menor inconveniente en que los jefes de las Farc salten de una republiqueta bananera a la otra tantas veces como les provoque.

¿Que fue a hablar de paz? Y de guerra, que es lo que ese capo y sus secuaces saben hacer como pocos. Es más, si no fueran tan hábiles matando, no estaría el Gobierno sentado con ellos.

Pero más que si ‘Timo’ fue a tomar ron y a comprar papel higiénico, aburrido de las restricciones en Caracas, lo llamativo fueron las críticas al ministro Pinzón de quienes se han autoproclamado Guardianes de la Paz, papistas del proceso, por revelar lo de ‘Timo’. Lo mandaron a la hoguera porque para ellos lo que aporta a la reconciliación y a construir un país mejor es mentir, tapar y tergiversar la verdad.

Aquí ya no hay secuestros y si los hay –fuentes oficiales señalan que las Farc llevan ocho este año–, hay que decirlo pasito y publicarlo en minúsculas. ¿Y que a una niña de 13 años le cortaron los dedos a machetazos en agosto y terminó perdiendo una mano por la osadía de querer desmovilizarse? Nada, son hechos aislados, niños que no entienden que esto de Cuba se hace por su bien, por su futuro, y mientras firman o no firman, que aguanten un poquito. ¿Qué es un machetazo, una mano, para la grandeza que nos aguarda?

Siquiera los medios no le dieron bombo a esa barbarie de la niña o los acuciosos Guardianes de la Paz los mandan al paredón de los desprecios, al de los buitres de la guerra, que Santos dice.

Esta vez le dieron el Nobel a Malala, pero verán cómo el año que viene, o el otro, o el otro, o el de más allá, ‘Timo’ puede estar pisando la alfombra noruega.

Lo vergonzoso del episodio de ‘Timo’, al margen de lo anotado, es la actitud servil de Colombia frente a los vecinos bolivarianos. Hemos sustituido las rodilleras para inclinarnos ante Washington por las de Caracas. El Gobierno no tiene la menor dignidad para protestar, como mínimo, ante Maduro por dar refugio a uno de los dos criminales más buscados en Colombia –el segundo es el capo de ‘los Urabeños’–.

Sí, claro, es por la paz y antes era por diferenciarse de Uribe y luego será por el Nobel o porque nos paguen la deuda. Son millones los colombianos que sufren por las medidas que Maduro toma contra ellos, los que no pueden mandar remesas, los que padecen el cierre de las fronteras, los araucanos que cruzan al otro lado para negociar secuestros y ‘vacunas’. Que aguarden, que necesitamos que ‘Timo’ y sus secuaces sigan tranquilos en su refugio. La paz habanera todo lo justifica.

Y no nos quejemos que al final del camino pagarán con creces sus infinitos delitos. ¿Hay algo peor para ellos que los obliguen a desminar lo que minaron, a no matar, no extorsionar, no robar, no secuestrar, no violar, no quemar, no poner bombas, no reclutar niños, no traficar drogas? Ni los 10 mandamientos son tan exigentes. No sigo porque veo llegar a los Guardianes. ¡Qué susto!

NOTA: A las 8 p. m., el lunes, en el Canal 1, el alternativo, recomiendo el documental sobre los niños de El Salado.

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