FE EN LA CAUSA, LA DIFERENCIA

Una señora muy elegante, va tranquila por una calle de Medellín mirando vitrinas con su cartera debajo del brazo, cuando silenciosamente se le arrima un hombre sucio y barbado. Sin mediar palabra, el hombre le arrebata la cartera y la dama forcejea con el ladrón para no dejarse robar.

Por la misma calle aparece un estudiante universitario, que al ver el atraco, sale en busca de un policía que encuentra en la siguiente esquina y le dice:

–Señor agente, venga que en esta cuadra están un hombre y una mujer disputándose una cartera.

Eso quiere decir que para este imbécil, que vio todo, el ladrón y la víctima están en las mismas condiciones, simplemente se disputan la posesión de una cartera. No acepta que la señora que inocentemente venía con su cartera, sea su dueña y aunque sabe que los hombres no usamos carteras, le da la misma posibilidad de pertenencia al ladrón, que a la víctima. "Se están disputando una cartera".

Desde la denuncia va la injusticia, por estupidez o por maldad. Solo falta que llegue un juez con el mismo criterio del estudiante y disponga que como el hombre está peor vestido, se quede con la cartera, para que sea una decisión "salomónica", como la del litigio entre Colombia y Nicaragua.

Más o menos eso mismo hizo el observador de la ONU, que dijo en Cuba que también hay víctimas de las Fuerzas Militares y que hay que medir con el mismo rasero a los victimarios terroristas, secuestradores, narcotraficantes, violadores de niñas y profanadores de menores, obligándolos a delinquir, que a nuestras Fuerzas Armadas, que hace casi doscientos años nos están protegiendo y a nuestro territorio nacional; defendiendo nuestras vidas, tranquilidad y bienes.

El hecho de sentarse a dialogar el Gobierno Nacional con delincuentes, condenados en prolongados juicios por sus múltiples crímenes, lo están interpretando como si fueran dos ejércitos en igualdad de circunstancias. Qué diferente hubiera sido si dejan a nuestros valerosos soldados y policías, dirigidos por generales de calidad, como los que tenemos y que ya tenían acorralados y encuevados a los narcoterroristas en los gobiernos de Uribe, para someterlos a un juicio como el de Nuremberg en la Segunda Guerra Mundial. Pero nuestro Presidente, dizque excadete, buscando créditos internacionales, prefirió la generosidad del victorioso perdonador, sin acabar de ganar y ahora lo están venciendo los bandidos perdedores con el respaldo de países vecinos de izquierda y con la ayuda de una justicia politizada e influenciada por la misma izquierda.

La diferencia es la causa, me decía Eduardo, un español amigo, él, paisano de Barreiro y Morillo y yo del general Córdova Muñoz, hablando del siete de agosto: "Ustedes tenían razón por ser la independencia una causa justa. Nosotros queríamos sostener un dominio económico injusto".

¿Qué diremos ahora, cuando nuestro glorioso Ejército lucha por sostener "la Fe en la Causa" y los narcoguerrilleros buscan llegar al Congreso con su carga de crímenes de lesa humanidad?

ÑAPA. El miércoles pasado me encontré en la IV Brigada con mis amigos, Gaviria, Cardona, Vélez y Zapata, veteranos de la Guerra de Corea y recordé la frase del general Mc Arthur: "Yo creía que los mejores soldados eran los americanos, hasta que conocí el Batallón Colombia. Los colombianos son los mejores".

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