Gaitán, mito y recuerdo

El 9 de abril de año 1948, la cantante y actriz, Libertad Lamarque, se encontraba en el municipio de Cisneros, Antioquia, encerrada en un hotel. Se alojaba allí, porque emprendió una gira artística y una de sus funciones era en Puerto Berrío, donde haría una presentación en el famoso Hotel Magdalena. Quedó anclada en Cisneros por la huelga de los trabajadores del Ferrocarril de Antioquia en protesta por el asesinato del líder liberal, Jorge Eliécer Gaitán. Cuando un hombre pasó gritando: “mataron a Gaitán”, Libertad Lamarque preguntó: “¿Y quién es Gaitán?”. Alguien desde el tumulto le contestó: “El negro Gaitán es nuestro Jefe”.

La cantante no entendió el alcance de la situación y ni la respuesta. Siguió urdiendo unas agujas de crochet y así pasaron tres días hasta que el tren regresó a la normalidad. Libertad Lamarque estaba ad portas de exilio en México, debido a las amenazas de Eva Perón, la amante y primera dama de la nación que gobernaba el coronel Juan Domingo Perón, la cual consideraba enemigas a las mujeres que le competían en el cine y el teatro de Buenos Aires. Lamarque, en efecto, hubo de trasladarse a vivir de manera permanente a México para cuidar su integridad personal.

Gaitán es recordado en estas calendas por muchos colombianos liberales de la vieja guardia y, extrañamente, por la autodenominada izquierda socialista que desconoce las fuertes contradicciones y ataques mutuos que tuvieron Gaitán y el Partido Comunista. Una hipótesis acerca del crimen la atribuye, precisamente, a los comunistas. Hijo de maestros oficiales de la clase media bogotana, Gaitán estudió abogacía y se especializó en derecho penal en Italia, tiempos del dictador fascista Mussolini, cuyo estilo imitó Gaitán. Esa oratoria italo-fascista le permitió ser un excelente abogado penalista. Llenaba los salones en las audiencias ante los jurados de entonces. Digamos que de allí parte su estelar carrera política que lo conduce a crear la UNIR, Unión Nacional Independiente Revolucionaria, y luego en las filas del liberalismo, partido que se fracturó por las tesis de Gaitán, tesis basadas en la más enconada lucha de clases y en las fanáticas consignas: “Si me detengo, empujadme. Si tropiezo, levantadme. Si me matan, vengadme.”Y la famosa “A la carga contra la oligarquía”.

Etapa de los años 30 y 40 del siglo XX, Gaitán enfrentaba a un caudillo visceral como él, jefe de la mayoría del Partido Conservador, Laureano Gómez. Con fuego encendido por los discursos de ambos, Gaitán alcanzó a remontar su fuerte personalidad entre las masas liberales y se robó la simpatía del pueblo con su oratoria pasional, que estaba llena de frases emotivas, pero cuyo contenido era pobre. Inclusive era tal la calidad fonética de sus discursos que aunque no se entendieran los conceptos y contenidos, enardecía a los asistentes.

Gaitán es ahora calificado de “socialista”, pensamiento o filosofía política contradictoria, pero útil para lo que en el fondo eran propuestas reformistas. Gaitán no construyó estructura de partido ni dejó escuela ideológica alguna, aunque se esfuercen algunos lisiados intelectuales del liberalismo en hacerlo aparecer como un modelo a seguir. Gaitán es un mártir del fanatismo bipartidista, sembrado por él mismo y por el franquista Laureano Gómez, que a poco andar alcanzó el poder, ahondó la violencia y terminó su mandato por el golpe militar del General Rojas Pinilla. Es a él a quien le debemos una paz real que frenó la guerra civil. Otra cosa es la dictadura del “gobierno de las FF.AA.” que el Frente Nacional derrocó el 10 de mayo de 1957.

El recuerdo de Jorge Eliécer Gaitán está evidentemente ligado a su execrable asesinato. Lo hemos convertido en mártir y de ahí su permanencia. Gaitán era el jefe, el dirigente, la masa, el pueblo, el orador, el caudillo, el administrador, el portero, el secretario general de un gaitanismo emotivo y pasional, que después de su muerte, solo encontramos cenizas y remordimientos.

Libertad Lamarque nació en Rosario, Provincia de Santa Fe, en 1908 y murió en ciudad de México en el 2000, a los 92 años. La interpretación de sus tangos más famosos la hicieron meritoria del nombre artístico “La novia de América”: Madreselva, Nostalgias, Caminito, Fumando Espero y El día que me quieras.

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