GameChangers 2018: Los ‘ganadores’ del crimen en Latinoamérica

¿Cuáles son las principales estructuras criminales que más se fortalecieron en Latinoamérica en lo corrido de 2018? Tres grupos, en tres países distintos, han emprendido una agresiva expansión, tanto territorial como económica, y están preparados para dominar el panorama criminal de la región.

Aunque la tendencia general durante la última década en Latinoamérica ha sido la fragmentación de las estructuras criminales, estos tres grupos están cambiando el modelo y han cobrado una visibilidad eminente en su crecimiento en número e influencia territorial. Este crecimiento no ha sido solo nacional, sino también transnacional. Valga decir que estas son las estructuras criminales visibles a las que les hemos seguido la pista a lo largo de 2018. En un momento en que muchos criminales han optado por mantener un bajo perfil y sumir sus operaciones cada vez más en la clandestinidad, puede haber otros que se nos hayan escapado.

¿Esta agresión flagrante y su visibilidad son el secreto de su éxito? O ¿la atención que están atrayendo con sus acciones hará caer sobre ellos toda la furia de las autoridades nacionales e internacionales, y motivará su fragmentación y desaparición definitiva?

3. El Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG)

Aunque el notorio cartel de Sinaloa monopolizó los titulares a lo largo de 2018, con el juicio de Joaquín “El Chapo” Guzmán, el cartel de Jalisco es el que ha estado creciendo, lento pero seguro, en México. Ahora controla más territorio que su rival de Sinaloa, y se impone en la lucrativa industria de las drogas sintéticas, a la par que sigue moviendo toneladas de cocaína al mes. El exagente de la DEA Mike Vigil declaró a Insight Crime que cree que el CJNG ya iguala al cartel de Sinaloa en términos de ganancias.

Con menos de una década en la escena criminal, el CJNG se erige como el grupo criminal con la presencia territorial más extendida, por lo menos en 22 estados mexicanos, un incremento en comparación con 2016, cuando se registraba en apenas 14 estados. Una fuente de inteligencia mexicana en Guadalajara declaró a InSight Crime que el CJNG había amplificado su crecimiento mediante una política agresiva de reclutamiento de menores de edad, y de células criminales que quedaron sin líder en otras estructuras ilegales tras las muertes de sus cabecillas.

“Cuando el CJNG le gana la plaza a otro grupo, los que quedan se tienen que alinear”, dijo la fuente.

Aun cuando otros importantes carteles de México, como Los Zetas, se fragmentan, Jalisco a pesar de recibir golpes, sigue intacto como federación criminal, con unos mandos y una dirección claros. Su comandante en jefe, Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”, ostenta el dudoso honor de tener una recompensa de US$10 millones sobre su cabeza, una de las más altas ofrecidas por el Tesoro de Estados Unidos.

El cartel de Jalisco ha demostrado ser notablemente ágil, rápido para aprovechar los cambios en el panorama criminal, como la muerte de Juan Francisco Patrón Sánchez, alias “H2”, de la Organización Beltrán Leyva en Nayarit, y la captura de Ignacio Rentería, alias “El Cenizo”, de los Caballeros Templarios en Michoacán. El CJNG usó esos sucesos para apresurarse a ocupar territorios en ambos estados.

Así mismo, el CJNG no ha tenido reparos para hacer uso de violencia extrema para enfrentar al estado. Durante la guerra por Nayarit, agentes de Jalisco incitaron tasas de homicidios récord y secuestraron y asesinaron a dos agentes de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (conocida con el acrónimo de la SEIDO). Incluso hicieron desfilar a los dos agentes en un video que subieron a internet antes de matarlos.

Con el control de los puertos en ambas costas mexicanas, el único cartel que tiene una infraestructura de esa magnitud, el CJNG tiene extensas redes de exportaciones, que no solo van hacia Estados Unidos, donde según la Administración para el Control de Drogas (DEA) tiene redes de distribución consolidadas en Los Angeles, Nueva York y Atlanta, sino también hacia Europa y Asia. Y no solo es la salida de drogas de México, sino los precursores químicos que inundan el país para abastecer los laboratorios de drogas sintéticas del CJNG, incluyendo los de producción de fentanilo.

El CJNG tiene otra ventaja comercial, una alianza con Los Cuinis, que actúa como la facción de lavado de dinero del cartel.

Sin embargo, 2018 no ha estado exento de dificultades para el grupo.  Ha enfrentado pugnas intestinas, como la formación de un grupo disidente, la Nueva Plaza, que le disputa al CJNG su base de operaciones en Guadalajara. También ha habido un alto número de detenciones de miembros del CJNG, incluyendo la esposa de El Mencho, Rosalinda González Valencia, el 26 de mayo, en Guadalajara,?por cargos de crimen organizado y lavado de dinero. Sin embargo, pese a la creciente presencia e importancia del CJNG, la administración del ex-presidente Enrique Peña Nieto asestó poquísimos golpes al cartel, para gran frustración de Estados Unidos, que retiró la reserva sobre 15 expedientes contra el alto mando del cartel en octubre de 2018.

2. El Ejército de Liberación Nacional (ELN)

Como último grupo insurgente aún en armas en Colombia, el ELN ha aprovechado al máximo la desmovilización de sus poderosos primos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 2017, para convertirse en el grupo ilegal más poderoso del país, en términos de capacidad militar e influencia territorial.

El ELN ha tomado control del territorio que alguna vez perteneció a sus aliados de las FARC en zonas en las que cohabitaron los dos grupos, con la absorción de sus economías criminales y, en algunos casos, su mano de obra.

Entre las economías criminales que han estado recogiendo está el negocio de la droga, no solo la cocaína, sino también la marihuana y la heroína. Pese a su resistencia ideológica histórica al negocio de los narcóticos, el ELN se ha sumergido ahora en todos los eslabones del negocio de la droga, aprendiendo de las FARC y expandiendo su fuente de ingresos, que había ido en declive por muchos años.

“Si varias estructuras [del ELN] no hubieran recurrido al narcotráfico, habrían desaparecido”, señaló el experto en el ELN Luis Eduardo Celis, en un intercambio con InSight Crime.

Varias investigaciones han hallado que el ELN ha reforzado su participación en el negocio de la droga de varias formas en los dos últimos años: de la exportación de cocaína y heroína, a la posesión de “narco”submarinos semisumergibles para el transporte de droga (en especial el primer submarino eléctrico incautado en Colombia). Todo ello a pesar de una tajante declaración del alto comandante del ELN de no inmiscuirse en el tráfico de drogas:

“reiteramos la … exigencia para que de ninguna manera el fenómeno contrarrevolucionario del narcotráfico, tenga cabida en la vida de nuestras estructuras”, declaró el comandante en jefe del ELN Nicolás Rodríguez Bautista, alias “Gabino”, en una alocución subida a internet.

En su calidad de mayor actor ilegal, las organizaciones narcotraficantes recurren al ELN para que les facilite su actividad y les preste los servicios de protección vitales que requieren para producir cocaína y la lleven a los puntos de partida para enviarlos a mercados internacionales. Es posible que esto siga contribuyendo al crecimiento del ELN en 2019.

Sin embargo, el ELN no se está expandiendo solo en Colombia. La vecina Venezuela, sumida en el colapso económico y la criminalidad extendida, se ha convertido en terreno fértil para la expansión del ELN. La investigación de InSight Crime ha seguido la pista a la presencia del ELN en 12 de los 24 estados de Venezuela, muchos de ellos lejos de la frontera con Colombia. Aunque la presencia del ELN en Venezuela no es nueva, se había concentrado en tres estados fronterizos: Apure, Táchira y Zulia, ahora los insurgentes colombianos tienen influencia en todo el país y parecen estar prestando especial atención al estado de Bolívar, rico en oro, imponiendo el orden e “impuestos” a la minería informal que se extiende por todo ese estado.

Sin embargo, el ELN está dividido. Pese a tener un comando central, conocido como el COCE, hay una facción moderada, que ha estado liderando los titubeantes diálogos de paz con el gobierno, bajo la dirección de Israel Ramírez?Pineda, alias “Pablo Beltrán”. Del otro lado, está la facción militar y más radical, que dirige la agresiva expansión. El jefe más importante de esta es Gustavo Anibal Giraldo Quinchía, alias “Pablito”, quien lleva mucho tiempo establecido en el estado venezolano de Apure y posiblemente está al frente de la expansión de los insurgentes en Venezuela. Esto no debería impedir el crecimiento continuado del grupo insurgente, pero sí torpedea al grupo en lo que respecta a construir algún tipo de acuerdo de paz con el gobierno colombiano. Ninguna negociación real es posible con el grupo mientras crezca a esa velocidad.  Y hay poca evidencia de que ese crecimiento esté disminuyendo, aun cuando el ELN aguanta cada vez más el peso de la ofensiva del ejército colombiano.   

No cabe duda de que si el ELN se alía con los disidentes de las FARC, también en aumento, algo que ya parece estar sucediendo, los insurgentes lograrán alcance nacional y hasta transnacional en 2019.

1. El Primer Comando de la Capital (Primeiro Comando da Capital – PCC)

La pandilla carcelaria más poderosa de Brasil estuvo ocupada en 2018. La organización aprovechó al máximo la total falta de voluntad política para enfrentarla. El débil, paralizado y al parecer corrupto gobierno del presidente Michel Temer gastó su limitado capital político simplemente en aferrarse al poder. A eso se sumó el restante interés político nacional dirigido a unas elecciones presidenciales que lanzaron al poder a Jair Bolsonaro, un extremista en temas de seguridad, el 1 de enero de 2019.

El PCC lleva varios años en expansión, pero en 2018 se reveló una presencia y cohesión mucho mayores que las que se habían registrado con anterioridad, con agresivos operativos en Paraguay y Bolivia, y tentáculos que llegan a Colombia, Argentina, Uruguay y Venezuela. La participación de la pandilla en el negocio internacional de la cocaína también revela una capacidad para obtener mayores ganancias y expandirse por fuera de Suramérica.

Uno de los detonadores de los ataques del PCC ha sido la guerra con la pandilla carcelaria más antigua de Brasil, el Comando Rojo (Comando Vermelho), que se inició en 2016 y llevó a que el PCC desafiara al Comando Rojo en todo el país.

Archivos incautados por las autoridades en 2018 arrojan luz sobre fuentes de ingresos, tácticas de lavado de dinero y aumento de reclutas del PCC. Los documentos indicaban que la renta anual del grupo puede llegar a los US$200 millones. Según los documentos, los miembros del PCC pagan una cuota de afiliación hasta de 950 reales brasileños (US$250) al mes, que se destinan principalmente al mantenimiento de los miembros del grupo en prisión.

La expansión del PCC en el exterior ha sido más evidente en Paraguay. La expansión en ese país, y la predisposición del grupo a actuar en abierto desafío ante cualquier respuesta paraguaya, se anunció con estilo cinematográfico en abril 2017 con un osado ataque a las oficinas principales de Prosegur, una firma de autos blindados en Ciudad del Este. Con precisión militar, 60 hombres armados volaron las puertas de una bóveda, con toda tranquilidad sacaron US$11,7 millones, condujeron en una caravana de vehículos a prueba de balas hasta la frontera y fueron vistos por última vez en lanchas rápidas por el río Paraná, en dirección a Brasil.

Desde entonces, las raíces del PCC en Paraguay, principal país productor e marihuana de Suramérica y paraíso de contrabandistas, se han afianzado y propagado. Se cree que el PCC domina ahora la ciudad paraguaya fronteriza de Pedro Juan Caballero, donde ejerce un control total del negocio de la marihuana y la cocaína que pasan por esta ciudad.

Todas las estructuras criminales de Brasil quieren acceso a la bonanza de la producción de cocaína en Colombia, no solo para abastecer el creciente mercado interno, sino también para hacerse a una tajada del negocio transnacional, que es más lucrativo. La presencia del PCC en la zona trifronteriza, entre Brasil, Colombia y Perú, otro país productor de cocaína, se ha intensificado en los últimos años, muchas veces acompañada de masacres y violencia extrema. Bolivia no ha estado exento de una dinámica similar, aunque en 2018 fue el Comando Rojo, más que el PCC, el que tuvo una presencia más obvia en ese país.

Venezuela, con la corrupción extendida y el descalabro económico, se ha convertido en fuente de armas para grupos criminales, y el PCC ha buscado abastecerse de armamento de grueso calibre allí.

Aunque algunos de los principales jefes del PCC han caído muertos, el grupo ha logrado mantener su dirección y control, aunque actúa más como una franquicia con una junta directiva que como una estructura integrada verticalmente. La junta directiva se conoce como la ‘Sintonia Geral Final’ (Sintonía General Final), y está conformada por unos ocho a diez miembros. Esta toma las decisiones más importantes sobre estrategia y dicta indicaciones generales para las actividades de los miembros del PCC.

Irónicamente la elección del presidente Bolsonaro puede ser un estímulo para el PCC, sin duda en términos de reclutas, pues se prevén más confrontaciones y arrestos de miembros, según la retórica de campaña.

“Específicamente, el motor del crecimiento del PCC son las prisiones”, comentó la experta en el PCC Camila Dias, de la Universidad Federal de ABC. “Las prisiones son los lugares donde el PCC ancla su base y crea su fuerza y sus bases sociales. Entre más se impulse la política de reclusión como respuesta a la violencia, más se fortalecerá y expandirá el PCC. Paradójicamente el estado termina actuando para proveer más miembros al PCC”.

Brasil tiene la tercera mayor población carcelaria del mundo, con más de 700.000 presos, y sigue de cerca a Estados Unidos y China, ambos con poblaciones totales mucho mayores. Y ese número parece destinado a crecer durante 2019.

Es la opinión de InSight Crime que el PCC pronto se convertirá en una de las estructuras criminales más importantes del continente americano y se codeará con los colombianos y los mexicanos. La expansión futura, especialmente en el ámbito transnacional, dependerá de cuánto se involucre el PCC en el negocio de la cocaína, aprovechando la posición de Brasil como uno de los principales puentes de la cocaína hacia Europa y más allá.

Márcio Christino, fiscal de São Paulo, autor de dos libros sobre el PCC, compartió esa opinión.

“El PCC está en Brasil, Bolivia, Paraguay y está ingresando a Uruguay y Argentina. Van en esa dirección. Hay un vacío y ellos van a expandirse y expandirse. Y a dominar”.

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