Garavito no mató niños

Cuando el criminal salga de la cárcel, en 3 o 4 años, será un hombre casto, puro y limpio.

Así como lo leen. No asesinó ni violó a más de 150 niños. En cuanto ese depravado asesino salga de la cárcel en solo tres o cuatro años (aberrante, pero inevitable), no tendremos derecho a hurgar su pasado. No figurarán sus crímenes, con nombre y apellidos, en los archivos digitales abiertos al público de las altas cortes. Deberán borrarlo, no estará ligado a las monstruosidades que cometió. Será un hombre casto, puro y limpio. ¿Asesino y violador de niños? ¡Cuándo!

¿A quién agradecerá Luis Alfredo Garavito el que una vez cumplida su raquítica pena manden su historial a una lavandería, borren la suciedad y quede blanco inmaculado? Pues a los honorables magistrados de la Corte Suprema.

De nuevo esos personajes, incapaces de ponerse de acuerdo para nombrar vacantes en su Corte pero sí para armar paseos al exterior, dejan de manifiesto que entre tantas intrigas y roscogramas les queda poco tiempo para legislar con sentido común, pensando en el interés de los más indefensos.

En sentencia del 25 de enero del 2016, respondiendo a la solicitud de un exconvicto por abusar de menores de edad, la Corte avala su “derecho al olvido” una vez pagó su condena de 5 años, y ordena retirar de las bases de datos judiciales su nombre. A partir de ahora, si alguien quiere consultar su caso, aparecerán los hechos pero no su identidad, serán delitos anónimos.

El demandante, Cano Bolaños, que en la actualidad es rector de un colegio en Honda, abre la puerta a otros abusadores de niños. Podrá parecer exagerado, pero dada la benevolencia con que juzgan a muchos desaprensivos y puesto que la jurisprudencia aplica a todos, Garavito es capaz de conseguir que le cobije la misma regla.

El rector no se conformó con obtener esa victoria. El 16 de febrero exigió al director de EL TIEMPO que retire de la web del periódico toda mención a su nombre, así como que se abstenga de publicar el reportaje que yo estaba preparando. El diario hizo caso omiso, asumió el riesgo de una demanda, y el jueves sacó la historia junto a otra página donde juristas y expertos analizaban el “derecho al olvido” de abusadores de menores. EL TIEMPO consideró el debate oportuno.

Para mí es un esperpento que el autor de delitos contra niños trabaje en un colegio y más aún que su identidad se borre de archivos. Supongo que recordarán el famoso ‘Muro de la infamia’ que promovió Gilma Jiménez para proteger a los menores de los violadores que salían de prisión y que no prosperó por la razón de siempre: en este país y en buena parte del planeta, más importante son los derechos de los adultos que los de los niños, que ni votan ni tienen voz.

Nadie pide que Cano Bolaños se entierre en vida y no trabaje; la ley, así sea laxa, es la ley y él la cumplió. Solo que lo haga en un entorno alejado de los infantes, como exige la legislación en Estados Unidos y otras naciones a los implicados en delitos sexuales contra menores.

El fallo no es lo único llamativo. También que el reclamo contra EL TIEMPO y contra mí, por una columna que publiqué sobre su caso, fuera radicado el 30 de noviembre del 2015 ante la Sala Penal de Casación de la Corte Suprema, y en solo dos meses obtuviera un fallo. Todo un récord de un órgano que demora eternidades para tomar decisiones importantes. Uno de los firmantes es Leónidas Bustos, magistrado al que he criticado mucho por los males que aquejan a las altas cortes. ¿Pura coincidencia?

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