¿Golpe de Estado en Venezuela?

El gobierno revolucionario busca convertir al poder judicial en una traba para impedir los cambios por los que la gente votó.

La arbitraria decisión del Tribunal Supremo de Justicia de suspender la proclamación de los diputados electos por todo el estado Amazonas (lista, circuito y representación indígena) introduce un elemento sumamente peligroso en el devenir político venezolano, ya que su actuación niega el derecho constitucional que ejercieron los ciudadanos y que dio por resultado una mayoría calificada de ciento doce diputados para la oposición democrática.


En el fondo lo que anhelan es castrar el ente legislativo impidiéndole que tenga la capacidad de maniobra para lograr los cambios por los cuales la gente votó de manera abrumadora. En ese orden de ideas se expresó el uruguayo Luis Almagro como secretario general de la OEA: “Pedimos que nadie distorsione la voz del pueblo y su expresión más genuina, que son los resultados electorales, con estratagemas de dudosa juridicidad, ni reclamando decisiones viciadas de parcialidad a organismos reconstituidos para la ocasión. Que no se apele a prepotencia tampoco, sino que haya diálogo, paz y que el derecho de denunciar irregularidades no se sostenga en la parcialidad de órganos con nuevos integrantes de reconocida filiación político partidaria”.

Hablamos de un hombre de pensamiento de izquierda, amigo personal del extinto presidente Hugo Chávez y propuesto por Venezuela para el cargo. Lo que ocurre es que son tan irracionales las posiciones del Gobierno que son insostenibles hasta para sus amigos.

En la declaración se extrae parte de lo que padecemos. Un ente judicial inmoral que planea la brutal mutilación de una decisión soberana de los venezolanos, indicando que el máximo tribunal de la República es simplemente un brazo ejecutor que responde a los intereses del régimen. Son muy pocas decisiones emanadas del cuerpo las que puedan tener alguna sustentabilidad jurídica. Siempre son fallos cargados del aditamento político que convulsiona a Venezuela.

Magistrados sin ningún tipo de principios y dignidad; cuando hablan, tienen la voz de sus amos del poder que secuestró a Venezuela. Son seres que perdieron cualquier principio ético al ponerse al servicio de la barbarie. Viven su despedida gubernamental, haciéndole daño a todo aquel que actúe distinto a sus desventuras. Muchos de ellos, que fueron escogidos de manera fraudulenta por una agonizante Asamblea Nacional, quieren liquidar de un plumazo a ciudadanos escogidos por el voto mayoritario.

El gobierno revolucionario, que sabe que desde hace tiempo perdió el apoyo popular, busca convertir el poder judicial en la portentosa traba para impedir los cambios profundos que requiere la nación para lograr salir del atolladero.

Cuando dejan el estado Amazonas sin la genuina representación que nació del voto popular están sentadas las bases para un golpe de Estado en contra de la decisión mayoritaria. Se han quitado las caretas para actuar con el espíritu de los forajidos que protegen. Hoy la justicia venezolana es tan podrida que para lograr visualizarla tendríamos que entrar en el inframundo de las pestilencias.

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