“Hay comunidades que son manipuladas por mafiosos”

El general Alberto Sepúlveda Riaño se va de la Séptima División del Ejército con la cabeza en alto. Su trabajo al frente de esta unidad que tiene responsabilidades en Antioquia, Chocó, Córdoba y algunas partes de Sucre, Bolívar, Santander y Boyacá fue reconocido por el Ejército Nacional como el mejor de todas las ocho divisiones territoriales que tiene esa institución.

El resultado contra las estructuras armadas ilegales como el Clan del Golfo, Eln, Caparrapos y disidencias de las Farc (ver informe), más las actividades de acción integral con las comunidades dejaron a la Séptima División en lo más alto. Aun así, en diálogo con EL COLOMBIANO, el general Sepúlveda habló de lo más complejo que tuvo en su paso por esta parte del país.

¿Se podría decir que con todos estos resultados lo que también se muestra es que esta zona del país aún vive en un conflicto armado?

“El conflicto sigue ahí y por eso es que este año se presentaron 94 combates. Esta es una zona en donde podríamos ya no tener enfrentamientos, no tener terroristas o delincuentes, y la fórmula está clara, pero no está en manos de la Fuerza Pública, sí de la sociedad civil y es acabar con el maldito narcotráfico”.

¿Ese es causante de todos los problemas en su jurisdicción?

“Uno no puede descargar su responsabilidad echándole todas las culpas al narcotráfico y decir que si solucionamos eso resolvemos todos los inconvenientes del país. Pero mire por ejemplo el Bajo Cauca, esa zona entre Valdivia, Caucasia y Nechí, ¿por qué hay tantos grupos ilegales?

Ellos no están para defender a la población, están porque tienen minería ilegal y narcotráfico. Nosotros podemos hacer todas las operaciones militares que queramos, capturar otros tres mil delincuentes y esa no es la solución. La respuesta está en que las comunidades deben entender que si dejan de sembrar coca, si dejan de ser ilícitos en el tema de minería también dejarían de darle plata a mafiosos, no habría plata para fusiles y municiones. La gente estaría tal vez con menos dinero pero podría vivir en paz”.

Esa fórmula es fácil decirla, pero se trata de mucha gente abandonada por el Estado, sin vías para sacar una siembra diferente y vivir de ella.

“Hay dos modelos de poblaciones que encontramos en estas zonas, el primero es el de aquellas que han estado abandonadas de manera histórica y que requieren de atención, vías, proyectos productivos. Esas personas no son el problema. El segundo modelo, que es el inconveniente, es el de comunidades que abandonaron al Estado, algo de lo que nadie habla. En algunas veredas del Bajo Cauca se inicia un proceso de erradicación de cultivos ilícitos y aparece el vocero de la comunidad a cuestionar, pero al usted indagar de dónde es esa persona, resulta siendo de otra región bien distinta y con poco tiempo viviendo allí. Esto es porque en ese sector no hay abandono del Estado, la gente decidió abandonar al Estado, son personas que vienen a buscar áreas inhóspitas de difícil acceso porque es allí donde pueden hacer lo ilícito”.

¿Y esto que usted denuncia ocurre en muchas zonas?

“En muchas zonas hay gente manipulada por grupos mafiosos para que no llegue el desarrollo. Diferente son las áreas donde la gente de verdad no ha tenido oportunidades, entonces tenemos que ser inteligentes en llevar vías, desarrollo. Usted tiene razón, no siempre están las condiciones para que la gente siembre algo legal y le sea rentable, pero tampoco podemos seguir con el discurso de algunas comunidades, discursos vendidos por los mafiosos de que nada es rentable comparado con la coca, eso no tiene justificación. Habría que preguntarse en el resto de países del mundo donde hay pobreza cómo hace la gente para seguir sembrando, o en algunas regiones del país donde hay dificultades económicas pero no hay coca ni violencia. Tenemos que hacer el esfuerzo”.

¿Pero se podría decir que también hay zonas donde las comunidades sí cambiaron, que le apostaron a la sustitución de la coca?

“Yo hablo mucho del Bajo Cauca y quiero aclarar que lo hago es porque es una región que quiero mucho, porque sé que allá hay gente trabajadora y honesta que infortunadamente está siendo manipulada por pocos mafiosos. Allá hay gente que está cansada del narcotráfico, gente que sabe que de eso solo crece el miedo, las viudas, los huérfanos y los cementerios. Esas personas se dieron cuenta y ya están recibiendo apoyo del Estado”.

¿Cómo fue el trabajo contra el Clan del Golfo?

“Fueron 904 capturas y entre esas detenciones estuvo el hermano de ‘Otoniel’, quien era el jefe de las finanzas del grupo, eso los desestabilizó totalmente porque el tipo era el que pagaba la nómina. Capturamos también a dos de sus primos, también cayó su esquema cercano de seguridad, y aparte de eso también capturamos 16 cabecillas”.

¿Y contra el Eln?

“104 delincuentes del Eln capturados el año pasado, a eso súmele 88 presentaciones voluntarias, más 12 muertos en operaciones militares. El daño que puedan hacer ahora no es la mitad de lo que podrían estar haciendo si no fuera por la eficacia de las tropas”.

¿Contra las disidencias?

“Nuestra IV Brigada ha incrementado la presencia en un 300% en la región de Ituango y Briceño en los últimos seis meses, los jefes de operaciones de unidades, comandantes de batallón tienen puesto de mando en la región y, de esto estoy seguro, no van a pasar más de tres meses del otro año para que logremos debilitar del todo esas estructuras”.

¿Se va con algún dolor de cabeza por la situación que vive la región?

“El mayor dolor de cabeza es la indiferencia de la gente buena, ese es nuestro mayor problema. Tenemos que dejar de ser tan pasivos, hacer un frente común en la lucha contra los delincuentes y todos los grupos que generan factores de violencia en la región”.

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