Historia, veleidades y falacias estadísticas

Ese inesperado cambio de un indicador estratégico en el campo laboral luce como una grosera manipulación estadística.

Escuchando Caracol en la mañana del 16 de diciembre, pude advertir un agudo contraste sobre el manejo de información de sus respectivos despachos entre el vicepresidente, German Vargas Lleras, y el actual director del Dane, Mauricio Perfetti. El primero, quien ha tomado muy a pecho su tarea de gran coordinador nacional de los ministerios del área misional de infraestructura, sorprende por su versatilidad, fluidez, conocimiento en detalle de la ejecución de las innumerables áreas de acción a su cargo y, frente al intenso interrogatorio al que fue sometido, salió airoso con respuestas claras, precisas y contundentes. El segundo personaje, quien guarda un perfil bajo con pocas apariciones en los medios, fue interrogado por Darío Arizmendi sobre un hecho, pasado por alto por muchos analistas pero juiciosamente observado por el dirigente sindical Julio Roberto Gómez, Presidente de la CGT, en el sentido de que, hace un año, las cifras del Dane revelaban que algo más de cuatro millones de personas apenas alcanzaban el umbral del salario mínimo y que, en este año, tal cifra para la misma fuente se había reducido a algo más de un millón. Perfetti respondió de manera poco clara, haciendo alusión a algunos tecnicismos del manejo de las cifras dando a entender que, para esta nueva medición, solo se habían tenido en cuenta a quienes devengaban únicamente el salario mínimo con jornada de cuarenta horas semanales, excluyendo a la gran masa de quienes no alcanzan el mínimo.

Independientemente de que dicho planteamiento tenga validez metodológica y conceptual, hay que decir que, a primera vista, ese inesperado cambio de un indicador estratégico en el campo laboral luce como una grosera manipulación estadística en que, en acto de taumaturgia, “desaparecen” unos tres millones de colombianos, que de pronto estorban al plácido escenario de reducción de la pobreza de que tanto se ufana el actual gobierno. Pero, además, es una muestra más de lo que muchos columnistas hemos sostenido en cuanto que el Dane está muy lejos de actuar con la independencia, rigurosidad técnica y autonomía que postula la Ocde para los organismos estadísticos de sus países miembros adherentes. Y en esto el Dane aparece como reincidente en las malas prácticas, pues hace algunos años el analista Eduardo Sarmiento Palacio denunció otra manipulación más grave que estuvo a cargo de los think tanks del DNP y el Banco de la Republica, que hicieron una presentación artificiosa de una encuesta de ingresos y gastos, de la cual se colegía una mejora significativa de la distribución de los ingresos en el país. Sarmiento demostró que eso no era cierto, y al precisar los errores metodológicos y estadísticos en los que incurrieron tales personajes, estos no tuvieron alternativa diferente a la de reconocer que Sarmiento tenía razón.

Otro evento, en la línea desafortunada de la que nos estamos ocupando, ocurrió en el gobierno de Belisario Betancur, cuando al Dane le asignaban la tarea de producir las cifras pero su divulgación corría a cargo del DNP. Sucedió que en uno de esos años caracterizados por la recesión producida por la crisis del endeudamiento externo, de repente el sector agropecuario apareció con un crecimiento desmesurado que fue atribuido a las hortalizas y nadie menos que el expresidente López Michelsen le dedicó dos de sus entonces columnas dominicales en EL TIEMPO, en las cuales hizo un cuestionamiento de fondo a esa presentación artificiosa y maliciosa de las cifras, pues ni en las exportaciones ni en el consumo de alimentos en el país se advertían esas mejoras atípicas de la producción de hortalizas, dato que fue corregido discretamente por el Dane en esas revisiones posteriores previstas en los cálculos de las cuentas nacionales.

Pero volviendo a la entrevista con el director del Dane, produjo pena ajena cuando Fernando Quijano, director del diario económico La República, dijo que le formularía cuatro preguntas rápidas para unas respuestas ídem y, en la primera sobre el número de personas en edad de trabajar, nuestro personaje dijo que le dieran un tiempo para averiguar esa cifra lo cual sorprendió a dichos periodistas y ocasionó que Arizmendi suspendiera abruptamente la entrevista.​

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