Horror, Tragedia, Traición y Heroísmo se enfrentan en Venezuela.

El siglo XXI venezolanos no nos ha traído, hasta ahora, el país luminoso y cordial que deseábamos. Por el contrario, en estos primeros 15 años hemos asistido a una sinfonía macabra compuesta de tres movimientos de pesadilla, aunados a una esperanza de redención.

El primer movimiento puede llamarse El Horror. Una larga y sombría etapa en la cual el conductor de la orquesta, ya difunto, vendió su alma al diablo y entregó progresivamente nuestras libertades, nuestra soberanía y nuestro petróleo al miserable régimen cubano. Trató el difunto de modelar nuestra sociedad a imagen y semejanza de la cubana, sin ocultarlo, vanagloriándose de ello. La historia de su entrega a Fidel Castro deberá  ser contada en textos de Patología sado-masoquista, más que en libros sobre politología. Durante 14 años asistimos al horror de una progresiva destrucción de la democracia y las instituciones en nuestro país, horror hecho posible por la cobardía y la codicia de gente que se decía democrática y que resultó ser apenas comparsa en el proceso de liquidación de una democracia imperfecta,  pero respetuosa de las libertades fundamentales. Este Horror fué la obra de un grupo de gorilas convertido rapidamente en boliburguesía, ayudado por mercenarios de la más opaca procedencia, desde José Vicente Rangel hasta Isaías Rodríguez, así como por centenares de ex-demócratas en búsqueda de la riqueza fácil. Durante esta etapa desapareció  el Estado de Derecho, la autonomía de las instituciones, se vino abajo la industria petrolera y se prostituyó profundamente la Fuerza Armada.

El segundo movimiento de esta sinfonía macabra puede llamarse La Tragedia. Después de la muerte del difunto, quien sabe donde, cuando y como, después de las mentiras humillantes sobre su enfermedad, a las cuales fuimos sometidos por el grupo de la boliburguesía militarizada, nos fué impuesto como sucesor a un pobre diablo, nacido en cinco sitios diferentes, cuya máxima credencial era la de haber sido el mensajero del difunto y quien  ni como chofer de autobús había tenido una honesta carrera. Durante los meses que este prsonaje ha estado en el poder el país ha sufrido un colapso de naturaleza casi irreversible que necesitará de largos años y mucho amor por Venezuela para ser remediado. Bajo su manadato Venezuela es hoy la verguenza de América, un país abiertamente tutelado por Cuba, financieramente entregado a China, con una industria petrolera ya en ruinas, con un nivel de corrupción e ineptitud gubernamentales como nunca había existido en el país. Del horror hemos pasado a la tragedia de ver a un país en desintegración, sin reservas monetarias adecuadas a pesar del gigantesco ingreso recibido, sin producción propia, en el cual la gente muere como moscas ante la indiferencia de las llamadas autoridades. De la Venezuela de Betancourt, de Gallegos y de Uslar Pietri hemos pasado a ser la Venezuela de Maduro, Cabello e Iris Varela. Nuestra tragedia espiritual ha llegado  a ser aun peor que la tragedia material. Cuando esto sucede las raíces mismas de la nacionalidad se debilitan, porque un país puede recuperarse de su ruina material pero dificilmente se recupera de su ruina espiritual.

El tercer movimiento puede denominarse La Traición. Hablo no solo de la traición de los venezolanos quienes hicieron posible el horror y la tragedia,  sino de la traición de toda una comunidad regional que se ha negado a honrar sus compromisos con la democracia y la libertad para apoyar la violación de Venezuela.  Desde la  Rouseff de los  contratos hasta el Mujica que dobla la testuz ante el petróleo, desde la Kirchner de los maletines llenos de dólares hasta los anónimos primeros ministros de los mini-estados mendicantes del Caribe que reciben petróleo a cambio de cambures, desde el salvadoreño que obtiene diesel venezolano para financiar su campaña presidencial hasta el boliviano de mano permanetemente extendida o el pedófilo nicaraguense que se embolsilla los ingresos de Albanica. Desde el insulzo ex-panzer, hoy jineteado por tiranos baratos, hasta el tembloroso y acomplejado Chaderton, toda una “menagerie” de oprobio cuyos nombres vivirán siempre asociados con la traición. Esta demostración colectiva de desverguenza, celebrada por un cínico Chaderton como una “victoria”, representa el inicio de la gran derrota para ese sub-mundo de invertebrados.

Porque la respuesta se ha hecho esperar pero ha llegado. El cuarto movimiento es uno de esperanza y redención, es el Heroísmo, expresado en coraje ciudadano y en valentía ante el peligro y la represión. Desde el Cochez panameño que dió en la OEA un primer paso adelante hasta el Leopoldo López que habló en clara y fuerte voz. Desde María Corina, equilibrada e inquebrantable ante el abuso hasta Ledezma, constante en su postura democrática. Desde los estudiantes hasta las amas de casa. Desde San Cristóbal a Valencia, desde Maracaibo hasta Porlamar, el heroe venezolano anónimo está de pié. La represión no podrá hacer nada en contra de la decisión del país de rechazar abiertamente el horror y la tragedia y de reírse de la traición. La juventud venezolana insurge contra la traición y la indiferencia.

Gracias al heroísmo de estos venezolanos y de sus amigos de la región, el horror, la tragedia y la traición  pasarán a ser, en el corto plazo, una pesadilla evanescente. Y los venezolanos que vendrán recordarán estos primeros 15 años de nuestro siglo XXI como una etapa en la cual  algunos de los peores venezolanos jamás nacidos en nuestra patria (y uno que otro impostor) trataron de destruír el país, así como el gran gesto de los mejores venezolanos, el cual nos pone de nuevo en el camino de la libertad y de la democracia. Marchemos con ellos, no hay tiempo que perder.

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