Inflación en los alimentos

La inflación o el aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios de un país tiene diversas causas, entre ellas, el aumento del monto total de dinero en la economía doméstica cuando no viene acompañado por un aumento proporcional en la oferta de tales bienes y servicios

Comencemos por anotar que una de las mayores causales del descenso de la producción del campo colombiano estriba en la presencia en él de las Farc, el ELN, las Bacrim, las autodefensas gaitanistas… y en las negociaciones de paz con algunos de estos grupos. A mayor inseguridad corresponde menor inversión, menor producción y mayores precios. Y los mayores precios domésticos presentan las condiciones óptimas para importar.

Estimo que las Autoridades Monetarias colombianas recientes sí han administrado el monto total de dinero con prudencia, emitiendo solo el dinero indispensable para conservar constate los precios. Pero buena parte de estas necesarias emisiones debieron haberlas canalizado para comprar más dólares en la Bolsa de Valores con el fin de evitar la pavorosa revaluación del peso que registramos entre 2003 y 2012, en lugar de destinarlas a gastos del Estado. El promedio de la tasa de cambio en 2003 fue de US$2.900/dólar y el promedio de 2012 fue de US$1.800/dólar. Algunos países Latinoamericanos compraron y acumularon en sus reservas, en igual período, cerca del doble de dólares por cabeza que Colombia.

Durante este largo período de dólares baratos, toleraron nuestras Autoridades Monetarias que las importaciones de alimentos saltaran de unos 4 millones de toneladas por año en 2003 a cerca de 11 millones de toneladas anuales hoy, tolerancia que propició, entre tanto, la lamentable reducción de nuestra producción agrícola doméstica. Gran porcentaje hoy de los 5.800 millones de dólares del monto de estas importaciones se puede y se debe producir en el país, más aún debemos pasar a ser exportadores de alimentos.

Dichas Autoridades toleraron esto con agrado, porque las importaciones de alimentos ya subsidiados en los países de origen, por medio del contrabando abierto o técnico, con dólares baratos, lícitos e ilícitos, los aranceles bajos por acá, les ayudaban a mantener los índices del costo de vida por los lados del 3% de aumento por año. Entiendo que el consumo total de alimentos en Colombia se aproxima a los 33 millones de toneladas por año, y si importamos 11 millones, una tercera parte se importa sin justificación alguna.

Pero la época de las vacas gordas se mudó a la de las flacas con la caída estrepitosa de los precios internacionales del petróleo. Debido a la devaluación del peso colombiano hasta las vecindades a la fecha de los $Col3.000/dólar, saltamos a importar a tan elevadas tasas de cambio los mismos 11 millones de toneladas de alimentos que estábamos importando en condiciones inequitativas para la agricultura nuestra. Por tal motivo, alcanzó nuestra inflación anualizada de los pasados tres primeros meses del año el delator 8% y la de los alimentos al alarmante 12%.

La inquietante sequía ocasionada por el fenómeno de El Niño sí ha influido mucho sobre los precios de los dos tercios de nuestra producción doméstica, tanto o más que la inflación causada por la devaluación del peso antes descrita. Es de esperar que a finales de 2016 rebajen algo los precios aludidos con el retorno de las lluvias, luego El Niño es un fenómeno transitorio para el cual debemos prepararnos con regadíos. La devaluación del peso se insinúa, en cambio, como una tendencia más permanente, ascendente e inquietante.

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