INFORME No. 1 SOBRE MINAS ANTIPERSONALES.

OBSERVATORIO DE ESTUDIOS DE PAZ Y CONFLICTOS (OEPC)

INFORME No. 1

SOBRE MINAS ANTIPERSONALES.

La utilización de las minas antipersonales como mecanismo de actos terroristas no solo es un delito y una violación flagrante al DIH y a la Convención de Ottawa de la que Colombia hace parte como uno de los Estados firmantes de dicha Convención, es una forma de degradación a la humanidad de la persona victima del atentado, nuestro país es el segundo mas sembrado del mundo de campos minados después de Afganistán. Siendo que ambos países han sido durante décadas azotados por un feroz terrorismo aunque a distinta escala la situación de Colombia debería ser mucho más halagüeña de la de aquel país, sin embargo no es así.

Según el “Programa Presidencial para la Acción Integral contra Minas Antipersonal” desde 1990 a 2012 el terrorismo ha producido 10.160 victimas por este flagelo afectando la vida de los colombianos todos los días. Los campos de minas antipersonales afectan no solo a la victima directa sino también a la otra victima, la indirecta, es decir hijos, padres, esposas, dañando así la economía de su entorno familiar y social.

La imposibilidad de que el campesino pueda acceder al cultivo de la tierra que posee por la razón de que éste ha sido sembrada de minas antipersonales afecta directamente su economía familiar; y si el militar no puede acceder al sector rural porque alguna parte de éste ha sido sembrado de minas, entonces no podrá prestar seguridad a esos ciudadanos rurales que terminan limitados a su propio medio. Otra consecuencia que se deriva de la acción de los campos minados es el denominado refugiado, quien se ve afectado doblemente, en primera medida por su condición de expulsado de su propia tierra y segundo porque adquiere una nueva condición antes desconocida para él, la del individuo que se ve lanzado a un hábitat que no es el suyo y que generalmente lo rechaza.

La utilización de minas antipersonales es claramente una táctica terrorista que afecta a la sociedad que lo padece, este tipo de terrorismo es un atentado contra la persona, sea civil o militar. Citando al profesor John Horgan hemos de afirmar: “Hay que considerar que cada atentado o incidente terroristas que se examine es, en cierto sentido, único, y posee su propio contexto dinámico y su propia lógica. De la misma forma, también podemos concebir los incidentes terroristas en general como parte de un progreso en la historia del grupo terrorista a través de una serie de etapas, con una historia natural desde su concepción hasta su consumación […] De forma similar, los incidentes terroristas no tienen lugar en el vacío, sino dentro de unas coordenadas organizativas, políticas y sociales que pueden influir en la naturaleza, la dirección y la extensión de una actividad determinada del grupo”.

El terrorista no es parte de una guerra porque no hace parte de ella, puesto que incluso en la guerra hay unas reglas o protocolos que respetar, así se hizo en la I y II Guerra Mundial, el reconocido experto en terrorismo Bruce Hoffman nos hace la distinción entre la guerra y el terrorismo: “Incluso en la guerra hay reglas y normas de conducta aceptadas que prohíben el uso de ciertos tipos de arma (por ejemplo, armamento biológico o balas de punta hueca, gas lacrimógeno CS, agentes químicos y bacteriológicos), proscriben ciertas tácticas y condenan el ataque a ciertos tipos de objetivos. De esta forma, las convenciones […] de Ginebra y La Haya de la década de 1860, 1899, 1907 y 1949 garantizan (en teoría aunque no en la practica) a los no combatientes inmunidad a los ataques; imponen reglas sobre el tratamiento profesado a los prisioneros de guerra (soldados que se hayan rendido o hayan sido capturados); prohíben las  represalias  contra  civiles  y  prisioneros  de  guerra;  reconocen  territorio  neutral  y  los derechos  de  los  ciudadanos  de  estados  neutrales,  y  establecen  la  inviolabilidad  de diplomáticos y otros representantes acreditados”.

Y concluye Hoffman: “No cabe duda de que el hecho de no contemplar estas normas y límites es lo que hace que a los terroristas se les denomine así. Grupos como ETA, las FARC en Colombia, el HAMAS palestino o los Tigres Tamiles de Sri Lanka no reconocen ninguna directriz de guerra en concreto y con frecuencia atentan a propósito contra civiles ajenos al combate y contra personal militar que, en el momento del ataque esta desarmado o fuera de servicio”.

En Colombia respecto a la violación de las normas internacionales que podrían ser fuente de reconocimiento de un conflicto interno armado o de una guerra interna no hay resultados que permitan hacer este reconocimiento, toda vez que la reiterada violación de estas normas por parte del terroristas impide dicho reconocimiento, tanto las Farc como el Eln ha violado durante décadas y de forma sistemática toda norma internacional que pueda servir de fuente a que se les reconozca como oposición política o disidente por parte del DIH.

Las cifras de víctimas de minas antipersonales en Colombia certifican que esta es una práctica de primera línea entre las que utilizan estos grupos terroristas, las cifras de la última década nos muestran una sucesión de subidas y bajadas en el número de victimas. En 2002 la cifra de victimas civiles fue de 316 ésta cifra se fue elevando cada año hasta 2007 que volvió a decrecer causando 285 victimas, pero posteriormente volvió a crecer hasta 2008 con 354 victimas, decreció en 2009 y 2010 en 304 y 191 victimas respectivamente para luego volver a crecer en 2011 y 2012 en 201 y 221 victimas civiles respectivamente.

En cuanto a este flagelo la situación de los militares no es distinta, encontramos que en 2002 fueron 318 victimas creciendo estas en los años subsiguientes, solo hasta 2008 decreció esta cifra en 503 victimas y ha ido decreciendo hasta 2012 encontrarse solo en 258 victimas militares. Las cifras nos muestran como la población civil sigue siendo la mas vulnerables a este tipo de terrorismo, llama la atención también que en 2006 las victimas militares llegaron a ser casi el 80% de las victimas de este tipo de terrorismo, contrario a lo que podríamos pensar, que semejante cifra solo era posible en enfrentamientos.

Sin duda podemos hacer más, por nuestros civiles y militares victimas de esta tragedia, hoy el Observatorio de Estudios de Paz y Conflictos se compromete a analizar, vigilar y abrir el debate a cerca de este tipo de terrorismo y la necesidad de que quienes lo ejecutan responda ante sus victimas y ante la justicia.

Tania Rodríguez Morales, PhD
PhD Internacional paz, conflictos y democracia
Universidad de Granada-España
Universidad de Sofía- Bulgaria.

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