INTELIGENCIA MILITAR Y SANTOS

Menuda encartada se ha metido el Presidente Santos con el escándalo que le armó a la Inteligencia Militar. Como en otras ocasiones, se dejó llevar por la ternilla del dueño de Semana, uno de sus dos íntimos amigos, y por su sobrino, el Director de esa Revista.

Sin preguntar al mando militar, que está bajos sus órdenes según las voces de la Constitución, resolvió condenar sin oír a quienes hacían Inteligencia a los bandidos que amenazan al país. Sacó del mando a dos ilustres generales de la República, los pudo condenar a muerte, y se llevó de calle la reserva con que la Inteligencia trabajaba en Colombia, como trabaja en todos los lugares del mundo, en cualquier época de la historia humana.

Santos no sabe, como no sabe tantas cosas, que lo primero que un Ejército organiza es su sistema de vigilancia sobre el enemigo real o potencial que debe enfrentar. De otro modo no sabría organizarse, ni moverse, ni obrar. En épocas de bárbaras naciones, los ejércitos no escatimaban medios para saber del enemigo y llegaban a las peores atrocidades contra encubridores o sospechosos de espionaje. Hoy se hace Inteligencia de manera mucho más sofisticada y hasta donde es posible con modos que no dañen los derechos de otros. Pero en todo caso se hace Inteligencia.

Después de su colosal metida de pata, hubo de admitir Santos que lo que se hacía de manera encubierta en el barrio Galerías de Bogotá, era perfectamente legítimo. Lo ilegítimo y torpe fue lo que él hizo y lo que se permitieron hacer la revista amiga y el Fiscal Montealegre. Será la primera vez en la historia que un Fiscal allane un Ejército y que se le robe todos sus secretos estratégicos, todas las noticias sobre sus comunicaciones, cubrimiento de las enemigas, informantes y colaboradores. Y este es el primer ejército que tolera semejante afrenta. En cualquier otro país de la tierra la habrían pasado mal los asaltantes y su jefe. Pero aquí, como tantas veces se oye decir, nunca pasa nada.

El daño causado al Ejército es imponderable. No sabemos, como seguramente sí lo sepan Semana y el Fiscal y las FARC, cuál sea el alcance y el valor de la información incautada. La que sea, no queda valiendo un comino. El Ejército tiene que olvidarse de todos los planes, los sistemas operativos, las formas de penetración contra el enemigo, los medios que usa para descubrirlo y contenerlo que andaba en esos computadores. Cuánto cueste eso, en dinero, en tiempo, en riesgos para el país, y en riesgo para todos los infiltrados e informantes del Ejército, no lo sabremos nunca. Pero alcanzamos a imaginarlo.

No pudo ser más idiota el cuento de que lo que se hacia en Galerías era interceptar a los plenipotenciarios en La Habana. Interceptar a De la Calle y a Jaramillo y a Pearl, sería tan inútil como tedioso. Pero ese sistema ya funcionó. Por una cosa muy parecida acabaron con el DAS, juzgaron y condenaron por “chuzadas” inexistentes personas inocentes, persiguieron y arruinaron carreras militares y hombres tan destacados como el General Rito Alejo del Río y el Coronel Hernán Mejía Gutiérrez, convirtieron Agro Ingreso Seguro en una operación monstruosa y otras bellezas por el estilo.

Santos está encartado con Inteligencia Militar. Como está encartado con todo. Porque es un pobrecito metido en camisa de once varas.

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