Isagén

La dicotomía “vender a Isagén o construir vías” es una premisa falsa. Flaco favor hacen al país, y al mismo Gobierno, quienes llaman a silenciar la discusión.

El propósito de vender a Isagén debe evaluarse de dos maneras: la primera, por la importancia que tiene un sector vital y, la segunda, desde el punto de vista de conveniencia económica. Isagén es un activo estratégico de la Nación. Como principio resulta difícil sustentar su venta incluso bajo la óptica de un Estado neutral: David Ricardo, fundador de la escuela de la economía clásica y el librecambio, estableció como excepción la seguridad, en este caso energética, de las Naciones.

Con excepción de sectores del Liberalismo, el núcleo de la coalición, y otros, como el Centro Democrático y el Polo, el debate ha tenido un tono más “pragmático”: Fracciones del conservatismo la apoyan al afirmar que se trata de respaldar una decisión de gobierno, dependiendo de cuotas burocráticas. “Para eso tenemos dos ministerios” dijo públicamente un senador de ese partido. “Al Liberalismo le gusta la leche y no las vacas” dijo alguien de la U. Pocos se han referido a la tesis según la cual el capital recibido pasará, en últimas, a manos del Vice presidente –Candidato para fondear “sus” autopistas, incluida la que debe llevarle a la presidencia en 2018, lo que explicaría su respaldo la decisión de vender solo con la condición de que, directa o indirectamente, queden a su disposición los recursos que se obtengan.

A septiembre de 2015 las utilidades de Isagén ascendieron a 876.531 miles de millones que sobre unos ingresos de 1.903.098 significan un 46% como margen de utilidad bruta. Sus activos ascienden a 8.219.486 y su pasivo interno, o patrimonio, a 3.430.565. Pocas empresas, del sector público o privado, pueden mostrar cifras así. Haciendo un cálculo sencillo, la empresa en solo nueve meses de 2015 facturó un 55% de su inversión patrimonial, con un 46% de utilidades brutas.
La participación del Estado fue ofrecida en agosto de 2013, por 5.0 billones, habiéndose reajustado recientemente a 6.4. Un patrimonio que en libros aparece por 1.976.005(57.6%de 3.430.565) será vendido por, al menos, 6.4 billones. En principio parece buena cosa pero si se venden las acciones ahora, a la tasa de cambio de $3.287, tendremos un ingreso de 1.947 millones de dólares en cambio de los 2.621.8 que hubiésemos obtenido en esa fecha a una tasa de 1.907.06.Es decir, el Estado perderá, de entrada, 674.8 millones de dólares o, lo que es lo mismo, quien la compre se los ahorrará, solamente, por diferencia cambiaria. Además, en ese periodo se terminó Hidrosogamoso.

Su activo más importante (99%) son las plantas de generación. Ese activo, con la entrada en funcionamiento de Hidrosogamoso que produce un 8.3% de la energía que se consume en el país, aumentó su valor en libros hasta 7.283.051 en diciembre de 2014. Conocida la diferencia entre valores contables y comerciales, el valor para venta de la porción estatal debió reconocer las variaciones entre una construcción en proceso y un bien terminado que permitió a la empresa liberar importantes reservas y ampliar su oferta.

Por otra parte, de acuerdo con la Contraloría en un informe reciente, el Estado perdería su capacidad para intervenir el mercado energético, al dejarlo en manos de privados, y unos dividendos que ayudan a financiar el gasto público.

El de generación de energía en Colombia es un buen negocio. Con un mercado y una clientela “cautivos”. Los usuarios, con excepciones conocidas en la Costa, dónde se quejan por la mala gestión de Electricaribe, son muy buenas pagas. La gente, paga primero los servicios. Luego se alimenta y viste.

El sector ha recibido importantes ayudas pagadas por los ciudadanos, como el cargo por confiabilidad por el cual, de acuerdo con la contraloría, desembolsamos 14 billones de pesos, aunque los usuarios hablan de 23.5, en nueve años. Estas dos cifras contrastan con los 6.4 billones que finalmente recibiríamos por Isagén.

La manera como se ha planteado el asunto, para financiar la construcción de infraestructura, no parece suficiente. Excluye la posibilidad de pedir prestado o convocar inversión e iniciativa privados, no solo para construir las vías si no para financiarlas. No parece tan difícil en un momento en que el capital en Europa y, todavía, en Estados Unidos, tiene rendimientos prácticamente negativos. Casi para cualquiera puede ser interesante y rentable.

La justificación de vender un activo para conseguir otro, es importante, tanto como la de mantener un activo y construir otro, con garantías de utilidad para el Estado. 

Lo más razonable sería no vender a Isagén y construir las vías. No es imposible. Es un asunto de gestión.

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