José Obdulio: “la nueva polaridad no será Uribismo-Santismo, sino Uribismo-Farc”

LOS IRREVERENTES: Senador, el 21 y 22 de julio el Centro Democrático tendrá una suerte de “retiro espiritual” en el que fijarán su posición frente a temas de gran trascendencia. Empezamos por hablar de lo inminente: el plebiscito. Entre el voto por el y la abstención, cuál cree usted que debe ser la actitud que debe adoptar el uribismo?

JOSÉ OBDULIO GAVIRIA: Como todo partido serio, lo primero que debiéramos plantear es la definición de la coyuntura.

Ya es inútil discutir si Timochenko puede ser o no protagonista de la política nacional. Santos lo encumbró, ya está en el escenario, es elegible, es impune. ¿Cómo enfrentarlo? ¿Cómo enfrentar a cien terroristas legalizados recorriendo el país, dando declaraciones, organizando acciones de masas, ganando la hegemonía de la izquierda, consolidando zonas de reserva campesina, gastando a manos llenas? Afirmo que solo hay una fuerza política capaz de contenerlos y derrotarlos, el uribismo.

Por eso la nueva polaridad no será Uribismo-Santismo, sino Uribismo-Farc. Santos sale del ruedo, es pólvora quemada. Las Farc le darán algo de juego para que se mantenga vigente hasta el final de su período y para poder sacarle todo tipo de concesiones mientras esté al frente del Estado. Después, en 2018, hasta serán capaces de llevarlo a juicio ante el Tribunal Especial de Paz por haber ordenado la muerte fuera de combate de Alfonso Cano, cosa que él, en su soberbia, confesó públicamente.

LI. ¿Pero eso que tiene que ver con el plebiscito?

JOG. Es en ese escenario en el que se realizará el plebiscito. Lo que tienen que preguntarse Uribe y el uribismo, es cómo ganar; saber si es posible capitalizar una abstención que es inercial y no necesariamente “abstención activa”; si un movimiento de derecha es capaz de explicar y legitimar una consigna que históricamente ha sido bandera del anarquismo o de la extrema izquierda; si la abstención activa podría llegar a triunfar; si un líder como Uribe se amoldaría a un escenario que le es completamente ajeno y casi repugnante, como le es la abstención activa; si simplemente lo que no queremos es arriesgar una derrota del No, etcétera.

Lo que se juega es mucho y no hay derecho a equivocaciones. Para el uribismo, los resultados del plebiscito incidirán poderosamente en el resultado de las presidenciales de 2018. Y ahí es donde debemos concentrar toda la artillería. En ganar la presidencia. La abstención o el “No” son un medio para llegar al verdadero fin: ganar el poder en 2018. Gane el sí, el no, o la abstención, vamos a tener a Timochenko y su gente en el escenario de la política y en la lucha por el poder. El plebiscito es un primer pulso Uribe-Farc (con un Santos en posición subalterna de ésta).

Por eso creo que la intuición y la inteligencia de quien tendrá sobre sus hombros casi todo el peso del juego, Uribe, debieran ser en últimas las que decidan qué hacer frente al plebiscito. Es lo que propongo.

LI. Tanto Carlos Holmes Trujillo como Iván Duque, que son precandidatos presidenciales, han pedido que para efectos de que todos tengan las mismas garantías el doctor Óscar Iván Zuluaga dé un paso al costado y renuncie a la dirección del Centro Democrático ¿Usted está de acuerdo con esa solicitud?

JOG. Voy más allá que ellos: Oscar Iván nunca debió ser el director del partido. En eso me derrotaron, pero creo que siempre tuve razón. Las ambiciones personales puestas por encima de los intereses estratégicos del partido generan desastres. Se forma un círculo vicioso: todo lo que se hace o no se hace tiene por objeto fortalecer la posición interna de un jefe del partido, que es, además, el principal aspirante a la presidencia. Así, el director se vuelve el principal enemigo del crecimiento del partido y, al no crecer el partido, perdemos la opción de ganar la presidencia.

LI. Entonces, cómo cree usted que debe estructurarse la nueva dirección del partido para efecto de que todos los sectores que integran al Centro Democrático se sientan representados? En LOS IRREVERENTES informamos que los doctores Alicia Arango y Juan Carlos Vélez suenan para una dirección colegiada, ¿le gusta esa fórmula?

JOG. Debemos tener una dirección pequeña, máximo de tres dirigentes; completamente entregados a la causa del país, a los temas nacionales (uno de ellos, estructurar para bien de la sociedad el principal partido de oposición). Necesitamos que rindan cuentas ante Uribe, que acepten su dirección y jefatura nacional, que no tengan agenda propia para ser elegidos a la presidencia, gobernación, alcaldías, etcétera. Paradójicamente, eso no los inhabilita. Si la gente les ve los méritos, querrá que se postulen para servirle al país. Lo que no se puede aceptar es que los directores quieran un puesto en la dirección para hacerse más fácil a lo que ahora llaman el aval para su aspiración propia.

LI. Pasa el tiempo y aún no se ha definido cuál va a ser el mecanismo de selección del candidato del Centro Democrático a la presidencia. Carlos Holmes Trujillo rechaza la convención y propone que se adelanten unas elecciones primarias en 5 regiones del país. ¿Esa opción es viable? ¿Cómo y cuándo se va a designar al candidato presidencial?

JOG. Hay que hablar crudamente de eso. Más vale ponernos colorados un minuto que quedar pálidos para toda la vida.

Uribe no fue candidato en 2010, porque la Corte Constitucional se lo prohibió. Si hubiere sido, habría ganado. Estábamos en la hegemonía de Uribe y de la doctrina de la Seguridad Democrática.

Santos tenía preparada una campaña anti uribista, rosadita, para enfrentar a Uribe en caso de que hubiese prosperado el referendo para autorizar la nueva reelección. Como no hubo reelección, Santos desmontó la campaña anti uribista y se montó él, artera, traicioneramente, en el coche uribista, en la Seguridad Democrática, y ganó.

Oscar Iván impuso su nombre como candidato uribista en 2014. Se llenó de dudas, comenzó a preguntar qué hacer con Uribe apenas fuera elegido, aisló a Uribe de la conducción estratégica de la campaña, hasta se fue en contra de sus indicaciones en el manejo del tema crucial, el proceso de paz. Unos asesores externos enrumbaron el discurso hacia uno “menos uribista” y quisieron acentuar la existencia de un liderazgo innato y autónomo del candidato Zuluaga versus el de Uribe. Les parecía que ser uribista era ser un “títere”. Error garrafal. Eso, además de otros errores de principiante, como dejarse meter en sus oficinas al llamado hacker y un fraude evidente cuya existencia Zuluaga no quiso aceptar ni antes ni después, frustraron nuestro triunfo.

En esa campaña estábamos todavía cabalgando en la figura de Uribe y de la Seguridad Democrática y hubiera sido posible un salto al poder.

Hoy estamos en otra etapa. Uribe sigue vigente como el gran líder de la mayoría del pueblo colombiano, pero el debate no es la Seguridad Democrática sino la defensa de la democracia misma. Semejante combate lo tendrá que dar él y saber nominar a la persona que acepte hacerle la segunda, puesto que Uribe no puede ser elegido, y él, primero y más que nadie, acepta reverentemente esa decisión constitucional.

Me da mucha pena con los precandidatos, pero la primera recomendación que les hago es que se llenen de humildad. Ofrezcan su nombre, eso está muy bien. Pero que no nos desgasten con convenciones, consultas populares o demás mecanismos artificiales. Nosotros no estamos divididos entre los partidarios de uno u otro. ¿Entonces para qué consulta o para qué convención? Uribe y el partido deben ungir a alguien sobre quien se haga consenso como candidato y punto. O, incluso, tienen que estar dispuestos a aceptar que Uribe trace una política de alianzas. Nuestro candidato debe darnos seguridad de que se hará moler por Colombia, que rescatará el concepto de patriotismo, de austeridad, de humildad republicana, de ejercicio firme de la autoridad, de entrega las veinticuatro horas a servir al pueblo.

LI. Una de las claves del éxito del Centro Democrático en las elecciones de 2014 al congreso fue, precisamente, que los candidatos corrieron en listas cerradas. He hablado con algunos parlamentarios que tienen la idea de que para el 2018 las listas, tanto para la cámara como para el senado sean abiertas. De acoger esa iniciativa, ¿sería benéfico o perjudicial para la colectividad?

JOG. La doctrina Gerlein, de que eso de las listas cerradas es para ángeles, se impuso. Que cada departamento decida como presenta su lista a la Cámara, si cerrada o abierta. Y los resultados en Cámara van a seguir siendo, por eso, mediocres, feudales, propios de la figura de la lista abierta.

Al senado, si la lista la encabeza Uribe, cómo se hace con una lista abierta. ¿Voy a Antioquia, a Santander, a Norte, a Caquetá, a decir que voten por José Obdulio y no por Uribe? A mi personalmente me daría vergüenza hacerlo. Si alguien vota por mí es porque me identifica como seguidor de Uribe, no para que yo lo remplace, lo sustituya, emule o compita con él, sino para que le ayude. Esa es la naturaleza de nuestro partido y de nuestra bancada. Los que piensen distinto están en el lugar, en la lista equivocada.

Si no va Uribe, la lista sería abierta, porque las ambiciones personales y el narcisismo político se impondrían. Y el resultado sería tan mediocre como el de la Cámara. Quedaríamos como una sumatoria de feudos, como una Opción Ciudadana, un poquito más grande.

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